A la partida de una querida amiga Artista/Educadora Emilia Rocha de Ibáñez
Emilia Rocha y Antonio Ibáñez se conocieron en las reuniones musicales



Emilia Rocha y Antonio Ibáñez se conocieron en las reuniones musicales que organizaban mis hermanas Norah y Margot en casa de mis padres en La Paz.
Antonio, eximio violinista, lideraba esas reuniones y confeccionaba los programas alternando los dúos de violín y piano, con Norah acompañándole al piano; los solos de canto de Emilia también con Norah al piano, y los pianos solistas de Norah, Gustavo Navarre y su hermana Blanca.
El grupo de asiduos a estas “soirées” sabatinas fue creciendo al punto de que Antonio pudo formar una orquesta de cámara a la que denominó Sociedad Franz Schubert (*), grupo que aportó significativamente a la actividad musical de la ciudad.
Antonio abandonó sus estudios de Ingeniería en la Universidad Mayor de San Andrés para dedicarse por entero a la música y se hizo cargo de la Cátedra de violín en el Conservatorio Nacional de Música de La Paz, y por méritos propios ocupó el puesto de Concertino en la Orquesta Sinfónica Nacional, orquesta que dirigió en varias ocasiones, como aquella en que Don Humberto Viscarra-Monje fue solista en el Concierto de Schumann.
El amor de Emilia y Antonio que nació al calor de aquellas tardes musicales culminó en boda. Ellos contrajeron matrimonio formando una familia musical, ya que dos de los tres hijos del matrimonio se dedicaron a la música. Luis Antonio, violinista y Jorge, pianista y compositor, son músicos profesionales con importantes carreras en el exterior. Mario, funcionario de una empresa, fijó su residencia en La Paz.
En un momento de su vida y por invitación del Gobierno del Perú, Antonio partió al país vecino trasladándose con su familia a El Cusco para hacerse cargo de la Cátedra de violín en la Escuela de Música de esa capital histórica del Perú, donde él y su familia residieron durante varios años y donde su liderazgo musical dejó huella.
Debió ser en aquellos años cuando Emilia participó en un concurso internacional de canto en la ciudad de Lima Su triunfo fue enorme ya que obtuvo el Primer Premio que consistía además del diploma y reconocimientos, en un concierto con la Orquesta Sinfónica de Lima interpretando varias de sus arias de ópera favoritas. Recuerdo las fotografías y recortes de periódico que Emilia me enseñó, con críticas y comentarios muy favorables. Fue para ella un éxito rotundo y total.
Su regreso a Bolivia con sus tres hijos se debió a la repentina muerte de Antonio, que falleció a los 44 años de edad, hecho triste que dejó a una familia rota y truncó una carrera brillante.
Golpeada por la vida y con el dolor de haber perdido al amor de su vida, Emilia tuvo la fuerza de tomar las riendas de su hogar, organizando su actividad profesional como maestra normalista que era, impartiendo clases de canto y la Cátedra de teoría y solfeo en el Conservatorio Nacional de Música de La Paz. El maestro Rubén Silva, que dirige las principales orquestas en Polonia recuerda con cariño y gratitud a su maestra Emilia y a sus enseñanzas de música.
Con dedicación y cuidado preparaba sus conciertos y recitales y es en esa etapa cuando tuve el privilegio de acompañarla al piano.
Recuerdo especialmente aquel recital en el auditorio del Goethe Institut de La Paz donde el programa incluía el lied “El Rey de los Elfos” de Schubert (Erlkönig) sobre un dramático poema de Goethe, y aquel otro en la Casa de la Cultura de Cochabamba donde incluyó arias de El Mesías de Haendel como “He leads his Flock like a schepherd”-
Lo suyo, sin embargo, era la ópera y notables fueron sus interpretaciones de Madama Butterfly, Traviata o el aria “Sola, Perdutta, Abandonata” de Manon Lescaut de Puccini, donde su hermosa voz de soprano dramática lucía toda su riqueza y esplendor.
Con frecuencia incluía en sus programas las cuatro canciones (**) que Antonio, compositor de varias importantes obras, escribió para ella. Autor de música y letra, sus versos son un canto al amor, pero también al amor por su tierra, Cochabamba. Sólo en uno de sus cuatro lieder o canciones, él tomó como fuente de inspiración el bello poema de Gustavo Adolfo Bécquer “Amor Eterno” verso que resume no sólo el amor de esta pareja de artistas excepcionales, sino su pasión, su entrega a la música y a la enseñanza.
Emilia falleció en La Paz el 9 de febrero pasado, un día después de la muerte de su hijo Mario.
Madrid, febrero de 2021
Emilia Rocha de Ibáñez figura en el libro “Cantantes de Bolivia” de Atiliano Auza León.
(*) Todo sobre la Sociedad Franz Schubert y referencias sobre Antonio Ibáñez, Emilia Rocha y sus hijos Luis Antonio y Jorge que conformaron el Dúo Ibáñez, figura en mis Libros “Música y Músicos Bolivianos I y II”.
(**) Estas cuatro canciones: Amor Eterno, Ensueño, Cantar Indio y Tierra Mia fueron grabadas en 1970 en La Paz, en el disco “Canciones para el recuerdo” con la voz de Emilia Rocha de Ibáñez y el acompañamiento pianístico de Gustavo Navarre.
En 1982 se grabaron estas canciones en Madrid en el LP/CD titulado Oh Tierra Mía con los cantantes españoles Julián Molina, tenor y Silvia Leivinson, mezzo soprano, con el acompañamiento de piano de Ma. Teresa Rivera de Stahlie.