Un agradecimiento especial a nuestro buen amigo salteño Aníbal Aguirre por compartir el siguiente poema:
TERMINAL DE ÓMNIBUS
Un hombre barre la calle con una hoja



Un hombre barre la calle con una hoja
de palmera. Se escuchan los gritos
de los vendedores de picolé
con delantales color rosa.
Las camareras limpian a espejo
la mesada de acero.
Un té un sanguche mixto.
Mi hijo llega.
Un ómnibus se parece a una ballena
su panza cajas gente valijas.
Todos parten, todos llegan.
Veo lágrimas de tristeza, de alegría.
El té demasiado caliente.
El sol sobre la Cuesta del Portezuelo.
Anuncian la salida a Rosario de Lerma.
Vuelvo a los veraneos a la escuela del
Pucará.
Mi tío toca el piano en un aula vacía.
Un pupitre es mi mesa de luz.
Mi adolescencia regresa entre la gente
que llega o se va.
A mi lado un hombre cuenta monedas
una cae, rueda por el piso.
Quiere pagar un vaso de vino.
¿Cómo apagar la sed a las siete
de la tarde?
Bebo sorbos de té mientras veo desfilar
ballenas de colores, una de esas trae a
mi hijo.
Una larga fila para viajar a Campo
Quijano.
Yo también quiero contemplar un
atardecer en la Quebrada del Toro.
Ahora fuma el que tomó un vaso de
vino.
Parece feliz a esta hora de la tarde.
Bebo el último trago.
Desespero.
¿Quién viaja a las tierras de Cuyo?
Parto con cada uno que parte.
Me quedo esperando a mi hijo.
La terminal parece desierta.
Mi hijo no llega.
Caen oblicuos los últimos rayos de
sol.
La noche inicia su asedio.
La noche enamora a mi hijo.
La noche roba a mi hijo.