Acaba de editarse, en la ciudad de La Paz, una nueva obra de la autoría de Heberto Arduz Ruiz.
DE LA ÉPOCA CRUEL
No sabemos cuándo ni dónde –qué día o instante preciso



Fragmentos
La llegada del tren
No sabemos cuándo ni dónde –qué día o instante preciso, o en qué estación- nos tocará abordar el tren invisible que nos llevará al más allá. Con mayor razón a una edad avanzada, aunque al conductor no le interese la edad del pasajero. A todos por igual nos tocará la hora de partir.
Lo importante no es tal circunstancia, si no el estar preparados, con el equipaje listo, en el que sólo cabe la certeza de lo que se hizo o pudo hacer en la estancia pasajera y el amor disperso a lo largo y ancho del camino. Tal vez encuentre a algunos sin saber nada, no pudiendo precisar lo que hicieron en vida, o aquilatar si la dosis derramada fue o no la necesaria para no haber nacido en vano y justificar la peregrinación por la tierra. Que la banalidad no sea tu compañera de ruta, y Dios se apiade de tu alma si así fuese necesario.
Maleta trajinada
Anoche soñé que me moría, mentira ha de ser porque también soñé contigo. Y si me fuera a morir te llevaría en tan largo y penoso viaje, hasta el cielo del amor para seguirte amando. Mejor nos quedaremos aquí nomás en tierra firme, confinados pero contentos, en tanto se vaya como vino esta fea intermediaria, una intrusa tal por cual llamada Pandemia. Sí, así de horrible es su nombre.
Posdata.- Si tuvieses que partir antes por fa llévame en calidad de equipaje de viaje, maleta trajinada, libre para partir sin remordimientos ni ataduras. Iré colgado de tu mano.
¡La vida continúa…!
Privados de todo, de la tarde que callada agonizó y murió al anochecer, de la mañana que aún no se levanta, del amor que se fue tan fugaz como el viento; privados de todo, hasta de la libertad, ¡la vida continúa…!
Días Iluminados
Después de cada atardecer se oculta el sol para despertar mañana radiante, gozoso madrugador. Noche no desesperes, que no resulta tarea infértil el paso de las horas, al descorrerse el velo del nuevo amanecer. Bienvenida la vida, la ciudad despierta sin el ruido del trajinar incansable de sus moradores y la esperanza se renueva de modo constante, sin pausa. Ritmo del mundo bajo un manto de inquietud agotadora.
Copacabana
La serenidad de sus aguas, el manso avance del velero en el atardecer y la brisa suave que se filtra, constituyen una experiencia gratificante que llena el espíritu, un jacinto para el alma al decir bíblico.
La belleza sin par del Lago Sagrado es preciso contemplar periódicamente, con intervalos no muy largos, a objeto de renovar la fe religiosa y respirar aires de libertad y pureza. Así tendrá que suceder una vez concluido el arrebato de esta temporada áspera.
El Illimani
Abriga en su nívea coraza una belleza incomparable y, desde la lejanía etérea, vigila a la ciudad de La Paz en su constante lucha agónica y en sus días festivos. Aleluya tu luz, aleluya tu sombra que ilumina el alma.