Enfoques a nuestra historia
El 25 de abril de 1825, en tanto los delegados de las provincias se reunían en la antigua Charcas para debatir el futuro



El 25 de abril de 1825, en tanto los delegados de las provincias se reunían en la antigua Charcas para debatir el futuro, el gobernador de la provincia Chiquitos “no tiene la menor intención de entregar el territorio bajo su mando a las autoridades patriotas”, apunta Jorge Abastoflor Frey, autor del libro Días de Gloria.
Lo más grave es que existían aprestos bélicos del poderoso imperio del Brasil con el propósito de anexar Chiquitos a cargo de fuerzas militares comandadas por Manuel José Araujo e Silva, bajo pretensiones de abarcar incluso a la ciudad de Santa Cruz.
Las páginas de esta obra nos interiorizan de los sucesos históricos, incluso anteriores a la creación de la República de Bolivia, ya que aparte de combatir a los realistas, se debía contrarrestar la incursión de tropas extranjeras.
La pronta y lúcida acción del Mcal. Antonio José de Sucre, al amenazar a los expedicionarios brasileños no sólo con repelerlos mediante la fuerza armada de Charcas, sino invadir al imperio vecino, provocó asombro y rápidamente tuvieron que desistir de la pretendida anexión territorial. La primera conclusión del historiador Abastoflor debiera llenarnos de orgullo, cuando señala: “Bolivia nacía a la vida independiente doblegando con sus propias armas la voluntad no de un imperio…sino de dos Imperios”.
Después de este relato tan significativo, suceden otros no menos importantes: los enfrentamientos armados entre los ejércitos de dos naciones, comandados –¡vaya casualidad!-por dos amigos de la infancia, Agustín Gamarra, peruano, y Andrés de Santa Cruz, boliviano. Y conociéndolo este último al primero, psicológicamente aprovecha a fin de tomar decisiones que dan la victoria a las tropas bolivianas en Yanacocha. La nueva conclusión del autor llena de emoción al lector: “Un primer Ejército peruano ha sido vencido. El camino hacia la gloria ha comenzado…”
Un perfil muy humano del Mcal. Andrés de Santa Cruz sale a relucir en estos episodios, ya cuando evoca su infancia compartida junto a Gamarra, o a su propio padre en un pueblecito del Perú. En el desarrollo de la batalla Andrés de Santa Cruz realiza un jaque mate en el tablero de ajedrez de la realidad combativa, mediante golpe magistral.
Otra mención destacable que recoge el libro es que la República de Bolivia “había superado los horrores de una guerra de independencia que duró 16 largos años, siendo la más larga y sangrienta que hayan atestiguado las Américas. Esa República había perdido más de la mitad de su población en su proceso de independencia, además de haber visto destruidas sus vías de comunicación y arruinados todos sus medios de producción”. Lo anterior muestra el afán de sobrevivencia, de superarse a pesar de todos los obstáculos puestos en el camino de la vida nacional.
La distribución de los capítulos en dos o tres hojas permite al autor formular una clara cronología y, al lector, la comprensión plena al modo de escenas sueltas de un filme. Con justo orgullo, se puede afirmar que Jorge Abastoflor escribió los momentos históricos más destacados de Bolivia, descartando los factores negativos con los que siempre se ha tratado la materia.
La obra tiene alcance didáctico; por lo que el Ministerio de Educación debiera asignarle la calidad de texto obligatorio de consulta en el nivel estudiantil, a petición de parte conforme se estila en estos trámites. En efecto, es un libro digno de ser leído por todos los nacidos en esta tierra.