El niño de la navidad o el rey del mundo
Toñín, era hijo único de la cocinera del barrio



Dedicatoria
A los niños del mundo, de uno a cien años que, aún tienen la virtud del soñar y del asombro
Toñín, era hijo único de la cocinera del barrio, tenía 6 años y dos dientes menos, sus cabellos hirsutos, incoloros, daban marco a una delgada y alegre carita triangular de grandes y penetrantes ojos negros, de tupidas pestañas.
Desde su nacimiento hasta sus dos años dio poco que hacer, pues no salió más que para lo imprescindible de su cajón; pero... los días llegaban junto con el desarrollo normal de todo ser y Toñín comenzó a preocupar a su madre a quien seguía arrastrándose por aquí y por allá, otras veces parábase temblando sobre sus débiles piernecillas, volcando y rompiendo todo lo que encontraba a su alcance, cuando las patronas descubrían estos desmanes, cancelaban a la madre hasta la última hora de trabajo y ponianlos "patitas a la calle". Entonces la humilde mujer lloraba amargamente. Sentada en cualesquier umbral, rodeada de sus amarros con Toñín en sus rodillas, que la miraba asombrado, ella lo reconvenía dulcemente: "Toñito, no seas travieso, nadie me quiere emplear por. ti" - "A este paso nos quedaremos sin techo y sin pan".
Sus manos acostumbradas al trabajo duro y rudo temblaban por el hijo. Y así anduvieron de casa en casa por todo el barrio, hasta que ya Toñín, de 3 años, salía a la calle ni bien clareaba el día.
Campeón de la calle
A los cinco años, él era el campeón de los juegos callejeros, un "as" en pelota de trapo, carreras, chubis, bolitas de cristal y para sus diestras manos, no había trompo "cucarro".
Pajarillo todo plumas
¡Por fin! Llegaron los 6 años, ya era un chico de mandados de honradez acrisolada, todo lo hacía con gusto y alegría. "Pajarillo todo plumas" que volaba para dar contento a los demás. Cuando la madre debía cambiar de empleo, decía a los patrones: - "Toñín come como un pajarito y es servicial para los mandados, no tiene juguetes de ninguna clase por lo que, no es malentretenido"- con esta carta de recomendación, Toñín era aceptado en su nueva casa, donde se escuchaba desde el amanecer: -"Toñín saca brillo a mis calzados" "Toñín trae mi desayuno" "Toñín trae mi corbata" "Toñín... Toñín... Toñí...í...í...ín". Era el personaje más importante, más necesario, -¡que chango para curtido!- comentaban admirados sus patrones.
Cuando iba por el periódico a diez cuadras de distancia de la casa donde vivía, entonces si se entretenía en el trayecto con su honda y se extasiaba mirando vitrinas, contemplando a ese osito de cuerda con su tambor enorme que tanta gracia le hacía. Si no fuera por el vigilante que parecía desconfiar de él, se quedaría a mirarlo toda una mañana.
Asombro ante el pesebre
La navidad se aproximaba, y había un movimiento inusitado en los hogares. En la casa de Doña Manuelita, donde trabajaba la madre de Toñín, vivían otros niños y junto con ellos Toñín esperaba ansioso el momento de entrar a esa estancia cerrada, donde los mayores en ceremonia especial, arreglaban el tradicional pesebre.
¡Por fin Después de tres días se abrieron las puertas! - y todos entraron en tropel, produciendo gran algazara. Toñín se quedó boquiabierto, ante el fabuloso arreglo del nacimiento y la profusión de juguetes de yeso, de cristal, de alambre y decenas de otros
Cantor de Villancicos
La adoración daba comienzo a las 6 de la tarde y terminaba a la media noche, la música navideña salía plañidera "pick up" y ninguno como Toñín para bailar la "chulusca", la "cuadrilla", el "remolino", cantando a voz en cuello los villancicos. Aquella primera noche, después de tanta adoración y canto, rendido se sentó en un rincón apartado, borrado por la gigantesca sombra del ángel custodio que parado sobre un piso de verde musgo rodeado de heléchos y geranios, daba el toque final al arreglo Navideño.
El Niñito Dios Cusqueño
Desde el rincón donde se encontraba oculto podía contemplar sin perder detalle todos los juguetes y sus ojos negrísimos, detuviéronse admirados ante el Niñito Dios Cusqueño, a quien amaba sin saber por qué. Contempló su traje de tul celeste y blanco, los collares de oropel que lo envolvían, la gran bola dorada que representaba el mundo, y que le servía de asiento, luego ahí cerca, los reyes magos y sus camellos. Rodeaba el pesebre, un tupido bosque de verdes pinitos, donde se veían bandadas de exóticas avecillas, tigres, leones y pastores con sus rebaños de ovejas blanquísimas; pudo mirar y remirar sin que nada lo impidiera los juguetes de cuerda que tanto admiraba en las vitrinas, el oso tamborilero, los autos a control remoto, los trenes, y la banda de música.
Eran las doce de la noche... Doña Manuelita, como dueña de casa, despidió a todos los niños.
Cuando miró el rincón donde Toñín dormitaba y no vio nada, apagó las luces y cerró las puertas.
Los juguetes del niño
La estrella de Oriente, égida de paz en aquel pesebre de maravilla, lucia brillante y hermosa sobre el trono, inundando con su luz fosforescente el recinto. El pequeñuelo se acercó sigiloso al pesebre y levantó tímidamente los juguetes, dio cuerda al osito que no dejó de tamborilear en toda la noche, jugó con los autitos y trenes e invitó al Niñito a imitarlo, lo bajó de su mundo de oropeles y lo sentó a su lado hablándole con inmensa ternura, le expresó su felicidad, cantándole muy quedo los arrorrós que en su honor aprendió:
Arrorró mi Niño
Arrorró mi Sol
No quiero pan dulce
Sino mucho Amor
Ya casi era el alba cuando Toñín dejó al Niño y sus juguetes en su sitio para correr al aposento de su madre.
El Ángel Azul
A la noche siguiente, el ángel azul lo cubrió nuevamente y el niño pudo jugar con el Niño toda la noche, esta vez hizo ante él despliegue de sus habilidades, pues llevó consigo las bolitas de cristal, su trompo, sus chubis y se los obsequió depositándolos en medio de los otros juguetes; pero esta segunda noche tuvo que atravesar el jardín, patio y huerta, en medio de una lluvia torrencial, saltando sobre charcos en la
La estrella de luz
Nadie se percató aquella tercera noche de adoración cuando Toñín, no salió a danzar la cadenita, ni cuando su voz campanillera no se dejó escuchar en los villancicos. Sentado en el ángulo más lejano del salón, le daba vueltas la cabeza y temblaba de frío a pesar del calor del ambiente. Por momentos dormitaba, para despertar luego sobresaltado.
Cuando Doña Manuelita despedía a los adoradores, él quiso salir con ellos pero;.... sus pies estaban como pegados al suelo, luego la noche se hizo de ébano y reinó un silencio absoluto
LA ESTRELLA DE LUZ, iluminó nuevamente el aposento y Toñín pudo ver como Jesusito su pequeño amigo bajaba de su áureo trono y se acercaba a él, seguido de todos los juguetes.
Toñín saltaba de felicidad, enséñole el NIÑO juegos nuevos, y despojándose de su corona, púsola sobre su ardorosa frente, lo sentó en su mundo y el ambiente se llenó con la música navideña que emanaba de la banda de cuerdas. Entonces Jesusito, lávole con agua de rosas sus pies descalzos y resquebrajados y los besó, le limpió las lágrimas que perlaban en sus mejillas y le acaricio su cabeza dolida y ardiente
Toñín con el mundo a sus pies
A la mañana siguiente, encontraron a Toñín, ceñida su cabeza con la corona del Niño y el mundo a sus pies... dormía plácidamente bañado de alegría abrazado del Niño Dios y los juguetes en desorden estaban tirados por doquier.
Este cuadro enterneció tanto a Doña Manuelita, dueña de casa y patrona de la madre de Toñín, que comprendiendo el mensaje que el Niño Dios le envió y al no tener herederos, decidió adoptar a la madre y al pequeño como hijos suyos, y desde entonces el niño y su madre vivieron felices acompañando con amor a la generosa anciana.
Amables Lectores
Si desean pueden darle otra terminación a esta historia navideña les autorizo con cariño
La autora
OBERTURA
Cómo no agradecer y reconocer que las luciérnagas que Nilda siembra, alumbran fas mentecitas de los niños y que ella generosa los pasea por los jardines coloridos y envuelve en sus fluorescencias de amor maternal!.
Niños, subamos en una nube encantada con una maleta repleta de lindos cuentos que el genio de Nilda les obsequia y ...¡buen viaje!, “con El niño de la Navidad o el rey del mundo”.
‘Martha Arana Campero Poeta de los niños