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Del libro:

“Costumbres y creencias del campo tarijeño” de 1993

Al querer hablar de compadres se hace necesario dividirlo en grupos por las formas que el compadrazgo se reviste en cada caso y por el valor peculiar que encierra para los contrayentes.

Cántaro
  • Ananías Barreto
  • 28/06/2020 00:00
“Costumbres y creencias del campo tarijeño” de 1993
“Costumbres y creencias del campo tarijeño” Foto: Ananías Barreto
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LOS COMPADRES

Ananías Barreto

Al querer hablar de compadres se hace necesario dividirlo en grupos por las formas que el compadrazgo se reviste en cada caso y por el valor peculiar que encierra para los contrayentes.

El compadrazgo, a veces, tiene ahijados otras no los tiene, en caso de haber ahijados unos son verdaderos otros no lo son.

En todos los casos de compadrazgos, de presentarse un hijo para ahijado, tiene un interés intrínseco o económico o moral, según los casos.

El compadrazgo contraído con ocasión del bautismo o confirmación, en que los compadres son verdaderos compadres, el uno porque es padrino verdadero o como suele decirse, padre espiritual del ahijado, y el otro por espiritualidad de su propio hijo; por eso, al terminar la ceremonia religiosa, los compadres, de rodillas, con el niño frente al altar lo encomiendan al santo de su devoción, generalmente a la Virgen o al Señor, después de cumplida la oración encomendatoria, comienza otra ceremonia extra litúrgica, los abrazos alternativos en forma de cruz, estos abrazos van acompañados con una especie de juramento de mutuo respeto en esta vida y en la otra, desde este momento, en algunas comunidades, los ahijados, que ya tienen conocimiento de las cosas, llaman papá a los padrinos y si son muy pequeños, los padres les enseñan a los hijos a llamarlos así diciéndoles que son los padrinos los que los han hecho gente, luego de los abrazos y juramentos los compadres van a festejar el acontecimiento con un almuerzo, que por lo general termina en el consumo excesivo de bebida.

En el caso de gente de escasos recursos económicos, se busca para padrinos de los hijos a personas que detenten algún poder monetario con el fin único de que los compadres regalen algo al ahijado, a esta clase de compadrazgo se lo llama compadres de interés, y aparece no haber muy fuertes lazos de unión espiritual, pues, cuando los compadres no les hacen ningún obsequio a sus hijos se sienten frustrados y con ánimo predispuesto a la pelea, aunque en el fondo se siente una cierta ligazón familio espiritual. Esta ligazón puede romperse en cualquier momento, por ejemplo: el juramento queda anulado, cuando, por cualquier motivo se vuelca el sombrero, aunque sea de momento, entonces, pueden agarrarse a golpes, y cuando la pelea a puños no es posible, el papá del chico quiere devolver el dinero gastado en el bautismo o confirmación para que desaparezca el compadrazgo.

Como esta clase de compadrazgo es sólo por interés, frecuentemente no se respeta el juramento que se hizo al tiempo de los abrazos, rompiéndoselo por cualquier fruslería, y no es raro ver, donde había una aparente amistad cambiarse en una terrible enemistad de parte de padres y muchas veces también de los hijos.

Como apuntábamos más atrás, hay otras clases de compadrazgos, estos son: El de revangelio, corte de pelo, de torta, de cumpleaños, etc. Hoy en día hay padrinos hasta para bañarse, por no decir para todo.

El compadrazgo de revangelio reviste características propias, cuya descripción la haremos más abajo.

¿Qué objeto tiene el revangelio? Es una ceremonia muy arraigada en nuestra gente campesina, pues ellos creen, en las enseñanzas ideada por los conquistadores desde los primeros tiempos de la evangelización latinoamericana. Creencia que se volvió costumbre y fue degenerándose poco a poco hasta convertirse en superstición. El revangelio consiste en recitar los primeros versículos del Evangelio escrito por San Juan. Hoy en día, la gente cree que con esta recitación mejorará el carácter nervioso o neurótico del niño; pero para que surta este efecto el padrino debe tener ciertas características, como por ejemplo: tener carácter apacible o ser de cabellos ensortijados, en algunos casos, y según la creencia, todo lo contrario de lo antes descrito, pues de no tener estas características el niño no cambiaría su modo de ser. El revangelio debe repetirse por tres veces consecutivas en diferentes ocasiones y en los días viernes o martes y con diferentes padrinos siempre con los caracteres señalados.

Hay otros compadrazgos que tienen caracteres netamente costumbristas o folklóricos, entre estos está el compadrazgo de torta, que consiste en el intercambio de panetones dulces manufacturados especialmente para este intercambio; estos panetones están adornados con distintas figuras, generalmente, zoomórficas, se los pone en una bandeja acompañado de una botella de gaseosa, ramos de albaca y serpentina. Este intercambio se hace el día de comadres, o sea el jueves antes de carnaval. A veces no hay el intercambio, sino la entrega del panetón a una persona elegida para compadre.

Hay un compadrazgo que llama la atención, es el compadrazgo de los celos. Lo explicamos.

A veces y sin a veces hay celos por parte de los cónyuges que no se puede sacar de la cabeza que uno de ellos tenía o tiene relaciones amorosas con personas de sus respectivas sospechas; para quitar sospechas y dudas el cónyuge afectado hace compadre a la persona con quien su consorte sospecha tener relaciones amorosas; para eso el consorte imputado hace compadre a esa persona dando un hijo como ahijado de cualquier cosa sea de revangelio por ejemplo o de cualquier otro modo, aunque fuere con torta, como ellos lo llaman, así con este compadrazgo se habrán quitado todas las dudas habidas antes.

Más arriba se dijo que para que dos compadres vayan a las manos, en una fiesta dada, habiéndose pasado de bebida y con algún inconveniente; para interrumpir momentáneamente el compadrazgo se vuelca el sombrero en medio patio en ese mismo momento se pierde el compadrazgo y los compadres pueden salir de dudas con los puños los hombres y a agarrones las mujeres. Terminada la reyerta y permaneciendo los sombreros con la copa en el suelo pueden decirse insultos de todo género sin llegar nuevamente a las manos; pero si uno levanta el sombrero ya no puede abrir la boca porque el compadrazgo le ha vuelto a entrar al espíritu y lo mejor que hace es retirarse a su casa y arrepentido de haber peleado con su compadre en la primera ocasión que tenga se va a confesar, si le queda todavía un poco de fe. ¡Cosa buena por cierto, si hubiera un verdadero arrepentimiento y un deseo de reconciliación! Pero por las frecuentes reyertas que continúan teniendo se nota que no hay verdad en sus confesiones, ni sinceridad en sus palabras.

EL MATRIMONIO

Ananías Barreto

Entre las costumbres curiosas que nuestra gente de campo practica es la manera de conquistar el hombre a la mujer o la forma como la mujer quiere demostrar que está enamorada de un hombre.

Los comienzos de la conquista tienen su inicio en las fiestas, no es el hombre que quiere conquistar a la mujer que comienza con requiebros u otras manifestaciones, como la joven que entra y sale de la sala donde se realiza la fiesta, sale con una o dos compañeras, se mueve de un asiento a otro hasta que el muchacho se da cuenta de que es a él a quien quiere la muchacha, entonces, empieza a tirar terroncitos o piedritas y ella hace como si se enojara diciendo algunas palabras soeces causando la risa de los jóvenes, pero el joven aludido se acerca le invita un mate de chicha el que la muchacha acepta, con esto queda sellada la amistad, empiezan los contrapuntos unos compuestos en el acto otros aprendidos de memoria del cancionero chapaco, salen fuera, hay tironeos de la manta de la joven u otra prenda que tenga ella, él le quita la manta o la prenda y corre ella le persigue para rescatar la prenda, le ruega que se la devuelva, le dice que sus padres lo van a saber, le ruega con insistencia, pero él corre con la prenda al bosque, al sembradío de maíz o a la quebrada, allí se practica el himeneo y vuelven por distintos caminos.

Después del himeneo, que se reitera repetidas veces, viene el palabriarse entre ellos dándose la mano el uno al otro, este acto es una especie de juramento de no traicionarse el uno al otro, ni casarse con otra persona, el incumplimiento de este palabreo o juramento puede acarrear la maldición de Dios y ser un infeliz en la vida. Por eso, mando han notado que ninguno de los dos va a poder cumplir el palabreo, él es quien pide, por lo general, la devolución de la palabra, ella no acepta tan fácilmente de devolverle la palabra que él empeñó o también cuando ella se lo pide a él, se malhaya el uno al otro y tarda bastante tiempo para que queden libres de sus compromisos.

Otras veces, el buscarse el uno al otro se lo hace cuando la joven está cuidando las ovejas, el muchacho, en este caso, se pone a cantar tonadas alusivas a su soledad y el amor que le tiene a la joven, esto día tras día él sabrá que ella lo acepta o no, en caso de negativa el insiste hasta lograr su cometido. Luego, como ya es norma en ellos viene el himeneo y luego el palabreo.

Si no hay la ruptura del compromiso, ella exige la petición de la mano ante sus padres, la que siempre tarda, pues hay las excusas de parte del joven. Pone como pretexto la falta de dinero o que todavía va ir a trabajar para tener un poco de plata, va ir a la Argentina y será a la vuelta, etc.

Una vez que entre ellos están de mutuo acuerdo, el muchacho, con sus papás o los que hacen las veces de ellos van a la casa de la joven llevando un poco de aguardiente y exponen el caso, el papá de la joven pregunta directamente, sin rodeos como lo hicieron los visitantes, al joven, si no lo va a engañar, si va a casarse con ella y cuando lo va a hacer, a lo que el muchacho contesta con firmeza que "prontito", tan pronto como haya platita. Luego se dirigen a los padres del joven a fin de comprometerlos en el casamiento, hay un largo diálogo entre ellos y la hija queda asegurada verbalmente. En este diálogo quedan el día en el que vendrán a llevar a la joven.

Concluida la fecha de la entrega, vuelven a la casa de la joven y se hace la ceremonia de entrega diciendo "Si te vas a casar llevátela po y que sega en buena hora y sean felices" él contesta: "De juro que me vía casar". Luego se dirigen a los padres del muchacho, los nuevos compadres: "ay cumpita yo le entrego en sus manos a la imilla, aura va ser su hija". La madre derrama unas cuantas lágrimas, se abrazan. La muchacha acomoda sus pocas pertenencias y se despide de los papás con abrazos y lloriqueos, no cesan las recomendaciones, los viejos se quedan mirando desde la puerta o los acompañan un trecho y se van en alegre parloteo.

Después de transcurrido algún tiempo y en vista de que el matrimonio no se realiza, el papá o la mamá de la joven le refresca la memoria al muchacho: "Cuandito ti vas a casar con la imilla? a lo que él contesta que todavía, que no ha llegado la hora y que no está amañado y que va a vivir un poco más. Los padres de la joven insisten vez por vez, al final aburrido con tanto reclamo o se calla con la cabeza baja o dice “prontito hay ser, Yastoy juntando la platita pa comprarle pollera y manta pa ella, osté sabe que también hay que envitar, siquiera un plato de cualquier cosa". El reclamador contesta: "ansina es po". Con lo que termina el diálogo.

En la comunidad empieza el murmullo, la habladuría, el chisme, con toda clase de comentarios nada agradables ni para los padres de la chica, ni para los ajuntados, ni siquiera se libran los suegros de ella, todos entran en la misma olla. Y si por desgracia los padres de uno de ellos no está casado, se dice: "cómo va a hacer casar si ellos viven así, de tal palo (al astilla". Y luego se les hecha la culpa por cualquier desastre que ocurra en la comunidad, dicen: "cómo no nos va a castigar Dios viviendo estos indios amancebados". Y nombran una lista de los que haya concubinados en la comunidad, mengano, sutano y fulano, "cómo no va a estar enojado Dios".

El corregidor hace una lista de los amancebados y lo presenta al Señor párroco para que él ponga remedio a esta anormalidad. Cuando graniza o cae una nevada temprana se la imputa a la mala vida o mejor al mal ejemplo de esta gente que no entra en la gracia de Dios, por eso ocurre estos castigos.

Cuando se va a realizar el matrimonio religioso, por muy pobres que sean las parejas, ocho días antes se prepara la chicha, se compra vino y si no hay dinero para comprarlo se presta a fin de que nada falte en las bodas. El día del matrimonio se mata una o varias gallinas y si los que se van a casar tienen un poco más de bienes materiales, también matan un chanchito para el horno y todo esto se deja listo para el regreso del templo para que así no haya problemas y se pase vergüenza delante de los convidados. El pasar una damajuana de vino a los novios los hace sentirse de más categoría.

Casi en todos los casos, la decisión de casarse religiosamente, recibir el sacramento, es entrar en la gracia de Dios. Desde luego no está mala, es algo pero falta mucho para entender lo que es el sacramento. En todos los casos se busca como finalidad la ayuda de Dios para tener suerte en la vida, se entiende, buena fortuna, muchas vacas, animales en general, abundantes cosechas, etc., etc.

No tienen idea clara de lo que es el sacramento del matrimonio, piensan que casarse es para tener una compañera o mejor una sirvienta o, tal vez una esclava a quien hay que castigar por cualquier capricho del marido.

Otro móvil que los lleva hacia el matrimonio religioso es miedo de irse al infierno, no hay un sentimiento de amor ni a Dios que los creó hombre y mujer, siendo ésta su igual como persona y como madre de sus hijos, le merece una consideración especial, ni a las críticas de la sociedad. La resignación de ella da lugar al predominio del marido y al machismo de éste. Casi siempre se tiene el sacrificio y abnegación del uno por el otro, el egoísmo de él lo lleva a la borrachera desentendiéndose del hogar y a veces el egoísmo de entre ambos prevalece ante el bien común del hogar. Cuando el egoísmo se acentúa demasiado en el marido, éste es el hazlo todo en la casa, nada se hace sin que el marido lo disponga o lo mande.

En el caso del matrimonio civil o civiliamiento, como ellos lo llaman, son varios los móviles que los lleva al registro civil. Una de las razones que ellos aducen, es que si no se civilean no hay herencia, y como yo quiero dejar algo para mis hijos, forzosamente hay que civiliarse, porque el matrimonio civil da herencia. El matrimonio civil origina, también muchas dificultades en el hogar por ambas partes, pues, ninguno se siente dueño de los bienes que no trajo al matrimonio, y en las desavenencias se grita el uno o el otro "herenciero" cosa que no gusta a ninguno; en este caso el matrimonio religioso es menos importante que el civil. Frecuentemente se los oye decir, igual se duerme". Otras veces dicen ya estoy casado y no hace falta más, el matrimonio religioso no da nada, y así pueden vivir años enteros hasta morir sin sentir jamás el deseo de consagrar su vida y su hogar a Dios, porque Dios para ellos es un ser lejano, deletereo que poco o ningún interés tiene de la vida de los hombres y muchos menos de sus cosas y de la situación en que se encuentra.

¿Por qué hay el amañamiento en nuestra gente? No olvidemos que muchas costumbres ancestrales, ya del imperio incaico, como de otras culturas de antes de los incas y algunas similares traídas por los españoles echaron raíces en lo que hoy llamamos el valle tarijeño; todas o casi todas esas costumbres y leyes de esas culturas ancestrales heredó nuestra gente chapaca.

En tiempos prehispánicos algunas parcialidades tenían la costumbre de unirse para vivir maritalmente antes que la autoridad legal, el curaca, u otro los declarara unidos legalmente en matrimonio. Los casados se iban a sus casas a preparar las bodas y el mozo no llevaba a la novia a la casa, según sus leyes, hasta que no estuvieran preparados para asumir las responsabilidades del hogar. Se dice que en tiempos de la colonia, tanto los encomenderos como los curas y los frailes, al ver estas costumbres, hicieron una especie de conventillo, junto a las casas parroquiales y conventos, para recoger a las muchachas que enamoraban flirteando. A estas casas se las llamó la casa de las recogidas, en estas casas se guardaban a las muchachas por un tiempo determinado, generalmente, hasta que haya aprendido a manejar la casa; pero se permitía la visita periódica del enamorado, y hasta se lo alojaba en la casa, no sabemos si con la enamorada o en pieza aparte, que es lo más probable. Lo cierto es que las muchachas no salían de estas casas sin estar casadas.

Hoy como ayer se toma como una vergüenza el enamorar públicamente y se sigue con el flirteo. También se cree que es una grave falta de respeto el decirlo a papá o a mamá. Los mismos padres censuran las manifestaciones amorosas de los hijos o sus confidencias diciendo: "Imilla malcriada, no te da vergüenza decir estas cosas?" y si es el muchacho el reproche es el mismo. Los enamoramientos ocultos son frecuentes y por consiguiente con consecuencias graves, pues, generalmente hay engendro de hijos, que posteriormente son negados por los padres, perjudicando a la madre soltera. Los abuelos del niño que va nacer, buscan el reconocimiento del niño, pero casi siempre el joven negará el hecho y los familiares del muchacho harán lo mismo. Luego vienen las demandas, los enojos y enemistades, a veces por años o por toda la vida. Estos casos se dan por no haber comprensión entre padres e hijos.

LOS SACRAMENTOS Y LOS ENFERMOS

Ananías Barreto

En todas las religiones hay dioses protectores de la .alud. También en la religión católica tenemos a los santos, como San Gil, Santa Lucía, etc. En tiempos de la colonia estos santos se multiplicaron hasta lo indecible, de tal manera que cada enfermedad tenía un Santo para encomendarse y recobrar la salud sin necesidad de recurrir al galeno.

Los doctores en medicina eran pocos o, simplemente no los había, y las condiciones higiénicas eran negativas, tanto de parte de los españoles como de los nativos. En estas condiciones de higiene las enfermedades se proliferaron a su gusto. Muchas enfermedades fueron encontradas en tierras americanas y muchas traídas del viejo mundo.

Lo que más llama la atención, en el tema de las enfermedades es la invocación a divinidades o a santos en lugar de acudir a un facultativo.

Las similitudes se amalgaman y forman nuevos criterios y nuevas formas de vida. Así sucedió con la religión andina y la religión católica. Los habitantes de los andes ofrecían despachos a sus apus para librarse de sus enfermedades, pensando que quizá un olvido de rendirles culto causó el enojo de ellos y son castigados por eso con esta o aquella enfermedad. Y como indicábamos más arriba, los españoles, faltos del hábito de la higiene, acudían a un santo ofreciéndole misas o velas para verse libre de sus dolencias, estas dos semejanzas se fundieron en uno para formar una nueva cultura. Los andinos sin dejar sus creencias se apegaron a los santos católicos para que en el caso de que los despachos y sacrificios en los lomeríos no surtieran los efectos deseados, los santos los sanaran de sus achaques.

Naturalmente, los españoles copiaron en parte las creencias de los andinos y a su vez les inculcaron y enseñaron lo que ellos tenían como católicos.

La expansión de los imperios kolla-q’eshua que al llegar a estas tierras tarijeñas los hicieron en franca acción de conquista sometiendo a las etnias existentes en estos territorios y luego imponiéndoles su lengua y sus costumbres formaron una nueva cultura, que, al contacto con los españoles se volvió a refundir en la cultura que hoy llamamos cultura chapaca.

La expansión cultural de los imperios kolla q’eshua ofreciendo despachos y sacrificios a los apus y dioses secundarios persistió durante la colonia, la similitud de actos religiosos se vino asociando con la misa de sufragio de las almas de la religión católica. En cierto modo, se dejó de ofrecer despachos a las almas y se ofreció misa a todo el panteón andino con la careta de cristiano. Así nació el ofrecer misas al señor del cielo, a Jesucristo, al Señor de mayo, Señor del X santuario para aplacar su ira y conseguir un favor o por lo menos la salud. "No hay más que acudir a los santos" dicen los que han sido visitados por el galeno y declarado enfermedad incurable o hay que acudir al curanderismo, el curandero declara: "Es mal hecho” o dicho de otro modo, es brujazo, y por tanto hay que ofrecer una misa al santo de tal o cual santuario para que lo libre de esta enfermedad. Esto es lo más corriente.

Pero, hemos de saber, que hay casos curiosos: como en el caso de los lunáticos o enfermos psicosomáticos o enfermedades nerviosas, en estos casos los enfermos, dicen: haber sido poseídos del demonio o mandingas o mejor todavía "tentados por cosa mala, y ningún curandero es capaz de curar estas endiabladuras por lo que hay que acudir a los santos, o a la Mamita tal o cual pagándole una misa para que el diablo lo deje y recupere la salud.

La cosa no termina sólo con la misa, hay que recurrir, también, a objetos sagrados o a los sacramentos, especialmente al de la reconciliación para que la medicina le pegue, a los exorcismos, bendiciones, mirada y tocada del cáliz o patena o agarrar la hostia (la comunión), etc., etc.

Al practicar estos actos religiosos el dios o el santo se ve obligado a pelear y derrotar al espíritu del mal para que deje su presa y el enfermo puede sanarse de su enfermedad.

Esta práctica religiosa está tan arraigada que en algunos casos nunca se les ha ocurrido acudir al galeno para su diagnosis y su correspondiente tratamiento, tan pronto se presentó el cuadro.

Al practicar estas cosas poco a poco fueron perdiendo el sentido de lo que es la misa, lo que son los sacramentos y así se los utilizó como medio curativo, reemplazando a los antibióticos o cualquier otro fármaco.

Esta manera de pensar de los campesinos sobre la esencia misma de los sacramentos se debió y se debe a la falta de una catequesis adecuada, un conocimiento de lo que es la misa. La misa, bautismo, confesión, óleos, etc. son, para el campesino, cosas mágicas que hay que usar con fe y con respeto so pena de enojar al dios X o sea, a un dios desconocido, pero que está vigilando, como un policía, a cada persona para castigar sus errores con alguna enfermedad que lo haga sufrir y padecer angustia hasta que se acuerde de hacer alguna promesa, especialmente la misa.

Para que la misa surta los efectos deseados tiene que ser pagada, pues si el sacerdote no quisiera recibir ese dinero por parecerle una especulación con el Santo Sacrificio, el campesino busca otro sacerdote que le reciba su dinero, porque él cree que si la misa no es pagada el enfermo no se sanará.

El campesino no sabe que la misa, como Eucaristía, es presentarse delante de Dios para adorarlo, bendecirlo, glorificarlo, darle gracias por nuestra redención, por la vida y por cuantos bienes hemos recibido de su mano bondadosa y también para impetrar perdón por los errores y pecados cometidos.

La actitud de un corazón agradecido hacia Dios es totalmente desconocida por nuestra gente de campo.

El sacramento de la confesión (reconciliación) para el campesino no es el sacramento de la misericordia de Dios, sino es un acto por el cual los medicamentos, de cualquier clase que sean, puedan de verdad curar al enfermo, es decir. El sacramento es una cosa mágica que ahuyenta o preserva las acciones de los malos espíritus; por lo tanto este sacramento no sirve para enmendar la vida, para arrepentirse y ser un verdadero cristiano.

Los vasos sagrados: patena, cáliz y copunes son buscados y requeridos por los enfermos y sus familiares para poderlos tocar o por lo menos mirar el fondo con la ilusión de que tal acto le devolverá la salud, de igual manera quieren llevarse el Santísimo no para comulgar sino para mirarlo o tocarlo con el fin de librarse de tal o cual enfermedad.

Con todos estos hechos el campesino manifiesta el arraigo que tiene a la religión telúrica andina, a la astrología cuando busca los días martes y viernes para realizar ciertas ceremonias y liturgias o evitar estos días para el matrimonio, por ejemplo, o para vender ciertos productos de su propiedad.

Hoy en el presente como antaño se cree que nuestra gente está evangelizada por sólo verlos ir a misa, rezar o confesar, y se piensa que se está evangelizando tan sólo por rezar la misa en lengua vernácula, sin haberse inculturado y pensado en su modo de ser y actuar. Muchas veces hemos tomado una actitud negativa creyendo que los campesinos son incapaces de entender la explicación teológica de los sacramentos.

Muchos sacerdotes, religiosas y catequistas, sobre todo estos últimos, se conforman con las lecturas bíblicas de las celebraciones o con un sermón moralizador sin hacerles ver la realidad de la vida, la lucha que hay que tener por la consecución del reino de Dios por lo tanto que vean la bondad y generosidad de Dios con sus criaturas.

EL CARNAVAL

Ananías Barreto

El vocablo carnaval es un vocablo compuesto de dos palabras latinas: caro nominativo, caronis genitivo o ablativo que significa carne y la palabra vale que se traduce adiós, o sea adiós a la carne.

En el imperio romano por estas épocas se festejaban las fiestas bacanales en las que la gente disfrazadas de figuras grotescas (los momos) rendían culto al dios baco (dios del vino). Estas fiestas se la celebraba con mucho desenfreno, sobre todo en Roma, donde se comía y se bebía con exceso; pero la principal comida era la carne asada.

Estas bacanales duraban de 8 a 15 días consecutivos y se las hacía en tiempos de la cosecha de uva; al llegar el cristianismo se quiso, no sólo modificar esta fiesta de desenfreno, sino cambiarla dándole un sentido cristiano. Se dispuso que estas fiestas durarán el menor tiempo posible, estableciéndose sólo tres días de jolgorio, al término de cuales se impuso a los cristianos la ley rigurosa del ayuno por espacio de cuarenta días en conmemoración de los 40 días de ayuno del Señor en el desierto.

A estos días, de penitencia y austeridad los cristianos le llamamos cuaresma en este tiempo los cristianos estaban prohibidos, bajo severas sanciones de comer carne; como los cristianos, en su mayoría, eran venidos del paganismo, había añoranza de las bacanales y entre paganos y cristianos se hizo la despedida a la carne, como dijimos antes, Carne-vale que duró hasta nuestros días, domingo, lunes y martes; silenciándose totalmente el miércoles, que se lo dedicó a reparar los desatinos de los tres días anteriores y reflexionar lo vano que eran ese modo de vivir, y para demostrar la nada de nuestra existencia se puso la ceniza en la frente de todos los cristianos con acompañamiento de ayuno y abstinencia.

Cuando los españoles llegaron a la América trajeron consigo el carnaval y la bulas de privilegios papales, este privilegio consistía en la facultad que se les concedían a los españoles de poder comer carne en España y sus colonias los días de cuaresma, con excepción los miércoles y viernes en los que había que observar la ley de los ayunos y vigilias cuaresmales.

No he encontrado nada que hable de alguna fiesta parecida a las bacanales romanas en los americanos antes de la conquista española. Habían fiestas a los diferentes dioses, pero, totalmente distintas a los carnavales romanos. Lo cierto es que, los nativos al ver a los conquistadores, hacer orgías ellos lo asimilaron muy bien, quizá, por una parte, para mitigar un poco las penas y oprobios que los conquistadores les inferían, o tal vez, porque creían que el supay (diablo) se había desencadenado por ver los desmanes que los invasores europeos cometían. Luego crearon nuevos ritos, mezclándolos con los de los conquistadores y dándoles un nuevo sentido, así supusieron que el supay (diablo) estaba enterrado en la cima de una colina en una cueva, como los machulas, esperando a alguien que lo desentierre. Salido de su entierro el diablo carnaval quiere colmar de gozo a quien o quienes lo sacaron de su letargo durante un año en estos tres días carnavalescos. Este supay se convirtió en el patrón del carnaval o simplemente, en un personaje llamado "carnaval". Poco a poco se tejió la leyenda de que este personaje (el carnaval) estaba enterrado y luego, llegado su tiempo había que subir a la loma a desenterrarlo. Así se lo hace todos los años con un ceremonial muy especial bajando de la colina donde tiene su representación de muñecos y desde donde se viene gritando y bailando con gran algazara.

Como en estos días se pasa de lo cristiano a lo pagano, cometiendo toda clase de excesos, la gente dice que en estos 3 días Dios dio soltura al diablo para que al hombre le haga hacer todos estos desmanes.

Nuestros campesinos, pasados estos 3 días, y como para tomar nuevas fuerzas en las bacanales, y olvidando la ceniza, vino la costumbre del entierro del carnaval, que, justamente se lo hace, el miércoles de ceniza a hora convenida por los carnavaleros, para este fin se escoge un sitio de antemano donde enterrarlo, se hace un camaretazo y en ese preciso momento, de la casa de la comparsa o comparsas sale un muñeco de figura grotesca, semejando al diablo de las múltiples caricaturas que el hombre tiene en estos días va en una especie de camastro, lo acompañan, naturalmente, un carnavalero disfrazado de cura, otro de sacristán y los demás hacen de lloronas caminando por atrás y lamentándose de tan grande desgracia; llegado al sitio previsto de antemano para el entierro, se procede a la sepultura con todas las ceremonias correspondientes más los gritos, lamentos y carcajadas de los asistentes, terminado el acto, con bailes y música vuelven a comer el asado que quedó cociendo en la parrilla o el horno, la algarabía es grande. Comienza el festejo del entierro del carnaval. Este festejo se prolonga hasta después del domingo de tentación, teniendo su mayor auge en este domingo denominado carnaval chico.

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