Del libro:
“Costumbres y creencias del campo tarijeño” de 1993
Nuestra gente de campo tiene, entre otras tantas creencias.



Ananías Barreto
¿Qué son las tictinchas? Las tictinchas son un conjunto de actos rituales destinados a distraer la sierpe, para que Santiago gane la batalla entablada. Consiste, en primer lugar, en hacer cocer maíz en mazorca, cabezas de cerdo o de cordero, y luego se los come a una hora determinada del día veinticinco de julio, este acto distrae al monstruo, distracción que Santiago aprovecha para destruir al dragón.
Es claro que la leyenda que se cuenta de la lucha de San Jorge con el dragón, tiene gran semejanza con la que la gente tarijeña cuenta de las hazañas de Santiago, que nada tiene que ver con la realidad histórica de Santiago. Puede ser de que al ver las dos imágenes parecidas, ambas montando caballos blancos y luchando con un enemigo, moro o sierpe, hechos que el campesino tarijeño no sabe distinguir de moro o dragón a ambos le llama diablo, este hecho, tal vez haya contribuido a atribuirle a Santiago lo que es de San Jorge. La verdad es que esta confusión sólo hay entre los chapacos. Los campesinos del norte, quechuas y aimaras, no conocen a San Jorge y a Santiago lo creen dueño del trueno y de los rayos o mejor se lo ha identificado con el dios del rayo perteneciente al panteón andino y como a Dios se lo adora ofreciéndole sacrificios; sobre todo en la región aimara.
Hoy en día, en los campos de Tarija y sus alrededores, o por mejor decir, la parte chapaca, contando sus afines de Chuquisaca, Potosí, Salta y Jujuy y la parte chaqueña, a Santiago se lo venera como el santo patrono del ganado equino, por eso, en su honor el veinticinco de julio se organizan carreras de caballos, los juegos de la sortija y otros que se hacen montados a caballo, pero teniendo la imagen del santo presente en los juegos.
La víspera de la fiesta se pone la imagen del santo en andas adornándola con tules y flores, etc. bien entrada la tarde, pero sin que se haga la noche, se traslada la imagen a la casa del alférez, pasante en las comunidades no tarijeñas, allí se hace el velo consistente en las denominadas adoraciones, que no son sino bailes navideños ejecutados por niños (1). A los niños se les reparte algunas golosinas y a los grandes se los agasaja con tazas de café con aguardiente o canelao. En este trajín se está en la casa del alférez, hasta las diez u once de la noche, hora en que se despiden a los asistentes para que vuelvan al día siguiente a hora de la celebración litúrgica.
El día de la fiesta, al igual que en la de San Juan, la gente que tiene ovejas o cabras, se levanta bien temprano, cinco o seis de la mañana, a degollar cabritos y corderitos que tengan un año de edad. Al igual que en San Juan la ofrenda o dicen; mi opinión, según se ve, es que estas ofrendas son hechas en honor a San Santiago, con el objeto de que el Santo los bendiga y multiplique la especie preservándolos de rayos y pestes. Pues yo no veo otra razón ni relación con la fiesta y la de estos sacrificios.
De la misma manera que en San Juan, una vez despellejados los animalitos y divididos en dos partes se los lleva al templo y se los coloca en los varales de la imagen hasta después de la misa. En algunas comunidades las "cuartiadas" se hacen durante la procesión, en otras se efectúan en el lugar de los juegos. Como ya dijimos en la fiesta de San Juan, este juego consiste en que hombres y mujeres tiran a jalones los cuartos, dando fuertes sacudidas quitándose los unos a los otros hasta dividirlo en dos partes, este mismo juego se hace a caballo, pero casi al galope.
Concluida la procesión se traslada la imagen a un lugar ya establecida de ante mano para continuar los juegos de las cuartiadas o comenzarlas, si no se hizo durante la procesión y realizar los demás juegos programados para este evento. Entre juego y juego, entre carrera y carrera se va escaciando bebidas, especialmente chicha, esta bebida la compran los concurrentes o el alférez repartiéndola luego entre los jugadores. Si la compra el alférez lo hace con el dinero que los concurrentes colocan a los pies de la imagen del Santo.
Terminando todo este programa de festejos y ya casi entrado el sol, los alféreces y la concurrencia devuelven la imagen al templo o a la casa de donde la sacaron para continuar consumiendo bebidas alcohólicas hasta la total embriaguez.
Ahora, naturalmente, se nos formula interrogante ¿qué significado tiene todo esto? Según el decir de nuestros campesinos, todos los animales tienen su santo: el perro tiene a San Roque, el ganado bovino a San Marcos, aunque en el norte es San Lucas, las ovejas a San Juan Bautista, y naturalmente los équidos a Santiago.
El campesino tarijeño no puede menos de hacer algo en su honor este día del veinticinco de julio pues de otro modo, Santiago no estaría contento y castigaría al pueblo o mejor todavía, a los alféreces, matando sus caballos o por lo menos, mandando enfermedades contra ellos, en el caso de Santiago, lo menos que se puede hacer es pagarle una misa y ofrecerle unos cabritos, así el Santo no se enojará y para el año habrán muchos animales (équidos). (2)
Estas fiestas religiosas en los campos tarijeños me dan a entender que tienen raíces muy lejanas como ya lo dijimos cuando hablamos de San Juan, quizá de antes del imperio kolla (Tiahuanacu), los cuales heredaron y transmitieron a los Inkas, quienes a la llegada de los españoles hicieron resistencia a la religión de un dios extranjero a quien no se podía comprender, los conquistadores españoles jamás la explicaron dándonos a conocer sus bondades y ventajas que al abrazarla nos daría; la única explicación que el nativo tuvo fue el terror del dogal y la espada. De esta manera se amalgamaron dos culturas, dos religiones añadiendo un dios más a los ya habidos, o mejor un semidiós. Este sincretismo, resulta, en la práctica, muy difícil de separar y hacer comprender a nuestra gente de campo, sobre todo hoy en día en que ellos dicen ser ya una costumbre inveterada, ya arraigada en el folklore regional.
2.- Ellos llaman animales sólo a los équidos.
SANTA ANA
Ananías Barreto
La fiesta de Santa Ana celebrada el veintiséis de julio, es una de las tantas que se celebran tradicionalmente en Bolivia. Por las características que encierra nos hace pensar en las fiestas aimaras de la abundancia, las "ALACITAS" aunque en diferente fecha, pero ¿cómo se confundió con la tiesta de la abuelita de jesús? es cosa no estudiada todavía, pero que merece ser estudiada con detención.
La primera semejanza de esta fiesta con alacitas es la pequeñez de las cosas que se muestran en este día. Hoy, estas miniaturas se compran con dinero, en otros tiempos se compraban con pedazos de porcelana o botones de camisa, llamados china los primeros y conchas los segundos.
La segunda similitud que tiene esta fiesta es la creencia de la gente que es muy parecida a la fiesta del dios Ekhekho, pues en ambas fiestas las personas que compran estas pequeñeces, tienen la oculta esperanza que las tendrá en su tamaño natural o en abundancia. Rigoberto Paredes habla, sólo, de los tamales de Sucre. Yo personalmente no he visto los tales tamales, ni siquiera en otras partes. En la ciudad misma de Sucre, en este día se venden estas pequeñeces como en otras partes.
En los campos tarijeños, los chapacos mismos no tienen estas costumbres. La costumbre tradicional es sólo en la ciudad y en los pueblos, es allí donde se ven estas pequeñeces y el comprar y vender. La gente campesina va al pueblo a distraerse, aunque algunas mujeres o niñas llevan estas miniaturas para venderlas en el pueblo. Ya es sabido que las diversiones llevan consigo las bebidas y mientras se curiosea las ventas de estas pequeñeces el campesino y los que no son ingieren unos mates de chicha.
Para nuestro campesino, la fiesta de Santa Ana es una prolongación de los festejos de Santiago, sin ninguna otra particularidad que la ya anotada anteriormente.
Decíamos, que en otros tiempos, estas miniaturas eran objeto de diversión, comprándose con chinas y conchas, hoy se los compra con dinero efectivo, corriente. Lo que en otrora constituía un pasa tiempo folklórico hoy es motivo de negocio y especulación, en los pueblos se ve a chicos pobres con sus mesitas llenas de baratijas con la única esperanza de poder venderlas con el fin de ganarse unas monedas con que subvenir el sustento diario de la casa.
Ananías Barreto
Otra de las vivencias religiosas de la gente chapaca de nuestros campos es la fiesta de todos los Santos. "Todosantos", como lo llaman ellos, se celebra los días uno y dos de noviembre.
Ocho días antes se fabrica la chicha y el treinta y uno de octubre se empiezan los amasijos y el horneado de los THUCUS (variedad de masas de harina de maíz y algunos de harina de trigo), con estos amasijos se hacen palomitas, muñecos, escaleras, tortas y pan dulce. En casi todas las comunidades, el primer día de noviembre, según tradición, cuyas raíces se pierden en el tiempo del pasado, preparan una mesa especialmente adornada, luego se van colocando, adecuadamente y con cierta estética, las diferentes masas dedicadas a las almas, o como, en algunas comunidades las llaman despachos, de las personas muertas que tienen cierta relación con los dueños de la casa: papá, mamá, marido, esposa, hermanos y demás parientes.
Luego se coloca lo que al difunto más le gustaba en este mundo, sobre todo, si es alma nueva, se llama alma nueva a la persona fallecida en el año en curso.
Claro está, que fuera de presentar refrescos, las bebidas alcohólicas forman parte de la porción de la ofrenda al igual que los cigarros y la coca que, ineludiblemente, deben presentarse a cada alma. Después se adornan estas ofrendas con flores naturales, estas flores yo no sé si son símbolo de esperanza o no lo son; pero las flores naturales se las ve con más profusión cuando se trata de niños difuntos. La coca, el alcohol y los cigarros nunca debe/faltar en todo acontecímiento campesino, sea de alegría o no sea y muy especialmente la chicha y sobre todo, en este acontecimiento.
Después de haber arreglado y adornado la mesa de las ofrendas se pasa al lugar donde tiene que realizarse el almuerzo; en la mesa hay una silla y un plato demás para el alma nueva; el almuerzo transcurre generalmente en silencio, y si hay alguna interrupción es para hacer algún comentario de laguna de las virtudes del o de los difuntos que tiene o tienen sus platos especiales en la mesa, este día de todosantos.
Terminando el almuerzo, todos son invitados a pasar hacia el altar de las ofrendas. Todos en actitud reverente esperan que un rezador empiece a rezar el rosario, hay rezadores que saben rezar, pero también hay personas que rezan como pueden, y este llamado rosario, que es todo menos rosario concluye cuando el rezador ya no sabe que más hacer. Terminadas las oraciones, el anfitrión invita a los asistentes, sin que se quede ninguno, cigarros, coca y se hace una corrida de bebidas, en algunas comunidades, en este momento, se pasa alrededor de la mesa altar donde están las ofrendas para consumirlas; luego empieza la velada. Olvidaba decir que estamos en el día primero de noviembre.
La velada consiste en estar despiertos toda la noche como si realmente se encontrar delante del difunto.
Durante la noche del día primero hasta el amanecer del día dos de noviembre se sirve canelao o café con aguardiente y se juegan a las cartas, la persona que pierde la partida es obligada a ir a rezar delante la mesa de las ofrendas.
El día dos, o como vulgarmente se lo llama, el día del despacho de las almas, la gente se dirige al cementerio, con el objeto de arreglar las tumbas y adornar las cruces, adornos que se hacen con guirnaldas de papel o de plástico.
Terminado este acto se vuelve a la casa a consumir todo el amasijo y las bebidas que se habían preparado días antes para las almas. Consumir no es sólo comérselas, y más bien, repartiéndolas entre los presentes con el fin de que no quede nada de lo que ha sido preparado para las ofrendas de las almas. Si alguna cosa quedare sería motivo de que las almas anduvieran errantes alrededor de la casa molestando a sus moradores y el dueño de la casa las pasaría muy mal, pues le sucederían cosas, según, creencias, increíbles. Se les atribuirá a las almas cualquier enfermedad que le sobrevenga o la muerte de algún miembro de la familia, ya sea el menoscabo de sus bienes, vacas, chivos, caballos, etc., y muy especialmente en su cementera; en las próximas siembras las cosechas serán muy pobres y no alcanzará para abastecerse el año.
Todos estos ritos y ceremonias son de una liturgia necrológica de la religión del miedo y por eso son tomados muy en serio, pues hay un miedo grandísimo a los castigos de las almas, las que pueden infligir graves enfermedades a las personas que no cumplieron las leyes necrológicas relacionadas con los difuntos. En algunas comunidades las ofrendas despachos, se las lleva a enterrar a un determinado lugar, generalmente a la vera del camino, formando con estos despachos una verdadera tumba con su cruz plantada a los pies, con el objeto de que los transeúntes al pasar por allí le rindan homenaje arrojando sobre ella su mascajo de coca y el pucho de su cigarro.
Esta costumbre religiosa-necrológica ancestral, como muchas otras costumbres, se pierden en el tiempo del pasado y no sabemos, exactamente, cuando y que etnia la introdujo en el panteón andino, lo cierto es que el culto a los muertos lo encontramos en la cuna misma de la humanidad, pero en nuestra América la encontramos con peculiaridades propias.
El campesino andino y más todavía, el cholo tiene una veneración tan grande a los muertos que casi raya en idolatría, pues, ellos creen que los muertos son los guardianes de los bienes económicos de las familias, y no rendirles culto sería "inferirles una grave injuria" y por lo tanto es privarse, voluntariamente, de lo indispensable para el sustento diario, como ya lo indicamos más arriba, pues las cosechas y otros bienes se habrán terminado antes de tiempo o como ellos lo llaman habrá atraso.
Aunque habrá muchos campesinos que no creen en el infierno o en otra vida después de ésta, pero paradójicamente creen en la inmortalidad de las almas y de los castigos materiales infligidos a las personas que no celebraron el día de las almas. También se atribuye a las acciones de las almas cualquier acontecimiento desagradable, todo esto es pues, un castigo por no haber cumplido con las leyes que favorecen a las almas.
Como vemos es todo un ceremonial que los campesinos tarijeños hacen en este día de todosantos por miedo al castigo de las almas; prefieren no gastar nada por un enfermo y guardar ese dinero para el sepelio de un muerto como lo veremos en un aparte.
Ananías Barreto
Este acápite debería haberse escrito antes que todosantos para entenderlo mejor, pero para el caso no está tan fuera de lugar.
Cuando una persona está muy enferma, se diría con propiedad, está en sus últimos momentos de su vida, agónico o en estado de coma, se solicita la presencia del Señor Párroco, el que, en muchas ocasiones llega después del deceso del enfermo, la presencia del Señor Párroco es requerida con el fin de que confiese y "olee" al enfermo, creyendo que estos sacramentos pueden sanar al enfermo, como un remedio eficaz, o en su defecto acelere la salida del espíritu en su marcha al más allá, dejando las prisiones del cuerpo que lo tienen encadenado, no se espera un fortalecimiento espiritual que lo disponga al encuentro de la persona con su creador.
Una vez acaecido el deceso, inmediatamente, la cama y la ropa del difunto se lo arroja al techo de la casa para que el alma del difunto no moleste ese día y esa noche y deje de penar andando y haciendo ruidos extraños pidiendo sus enseres durante las veinticuatro horas antes del sepelio, así ese día y esa noche los asistentes al velatorio no sean perturbados y asustados.
Durante el velatorio se pone en la cabecera del difunto un vaso o cualquier vasija con agua bendita para que el que llegue al acompañamiento y entre a rezar a donde está el cuerpo yaciente rocíe el cuerpo o el féretro del difunto. Cuando no se ha puesto el cuerpo en el cajón, el cajón está abierto y a un lado. Muchas veces y en el campo, no hay cajón, lo fabrican los del lugar durante el día y a veces parte de la noche.
Los amigos y los vecinos de la familia del difunto que vienen a acompañar al doliente o dolientes, primero se acerca al principal de ellos lo abraza diciendo "siento mucho sus trabajos" luego pasa a los demás por orden de importancia repitiendo los abrazos y palabras; después de estos cumplidos, se dirige a donde está la capilla ardiente donde se está velando el cuerpo; de pie reza un padrenuestro si sabe, y si no se queda de pie un momento luego con mucha devoción se acerca torna agua bendita y rocía el cuerpo, luego vuelve donde están los demás acompañantes, a veces en el mismo recinto donde se está velando el cuerpo y otras veces tienen un lugar aparte preparado especialmente para los acompañantes.
La noche del velatorio, en algunas partes se juega a las cartas para no dormirse, este juego tiene como objeto muy particular de obligar al perdedor ir a rezar delante del muerto, los rezos estipulados anteriormente. Durante la noche del velatorio de rato en rato se sirve una taza de café caliente con aguardiente, dicen para calentar los cuerpos de los acompañantes al velatorio, sobre todo cuando la noche es fría, en ningún momento deben faltar los cigarrillos y la coca, pues estos elementos son considerados como hojas de plantas sagradas y el no consumirlos en estas ocasiones provoca el enojo del alma de aquel que se está velando, la que está en ronda quedamente la casa para vigilar si se cumplen las leyes relativas a los muertos o por el contrario, son omitidas y entonces vengarse de los deudos por haber infringido dichas leyes.
Si el difunto era una persona de muchos bienes, especialmente si tenía ganado vacuno o caprino o cualquier otra especie, es obligatorio que los deudos faenen una vaca o un novillo o, por lo menos, chivo capón de los más grandes para invitar a los asistentes al velatorio. Gran parte de la carne se asa y de las menudencias se hace el "ucho", que es una comida hecha con los intestinos y demás menudencias del animal, con maíz pelado en ceniza o cal. Esta comida se sirve momentos antes de trasladar el cuerpo del difunto al cementerio. No debe quedarse nadie sin comer esta comida por muy desagradable que parezca y sea.
Yo no tengo averiguado la razón de esta comida, antes y sólo antes del traslado del cuerpo, cual sea su significado, todos dicen ser una costumbre, pero me parece que algo se esconde, y no se quiere decir, tal vez por temor al muerto.
A la hora de la procesión al cementerio, las personas que tienen que quedarse en casa por X causa "deben perdonarse del difunto", son palabras textuales de los campesinos, lo que en castellano diríamos pedir perdón mutuo el vivo del muerto y el muerto del vivo; el no hacer este gesto sería condenarse a ser perturbado constantemente por el alma del finado. Para la despedida, de los que se quedan en casa, el cuerpo debe estar en el féretro y a la salida de la casa. Las personas que tienen que despedirse se acercan al féretro para formular una oración y luego con un abrazo en cruz o haciendo la cruz sobre el cajón, pero en silencio, se rocía con agua bendita, después se retira para dar sitio a otro y así sucesivamente hasta la última persona que se quedará en casa.
Si el cementerio es distante de la casa del difunto, para la procesión se preparan dos palos llamados yugos para amarrar el féretro y así poderlo trasladar con facilidad hasta el cementerio; si no es tan distante se lo traslada con dos sábanas. El féretro va a medio cerrar, es decir, los clavos o tornillos están casi sin clavar o atornillar, con el objeto de averiguar, a la llegada al cementerio, si el cuerpo está en posición correcta o por el movimiento del traslado ha quedado en mala posición para ponerlo en la posición correcta o para ponerle una ramita de molle, planta sagrada que simboliza la inmortalidad. Llegado al cementerio se empieza a cavar la sepultura, si no hay nicho y si la tierra es dura de cavar, se comienza horas antes de salir al lugar del sepelio; nunca se cava el sepulcro en el día del deceso de la persona, porque ese hecho sería como abrir una boca hambrienta que se comería a alguno de la familia. Ese es el motivo por el que la fosa debe ser cavada en el mismo día de la inhumación de los muertos.
En los actos de los sepelios chapacos, se puede notar claramente, la creencia religiosa en los dioses andinos basado en el temor, religión de miedo, dioses terribles, que están a la espera de alguna infracción necrológica para castigar despiadadamente al infractor; es sin duda alguna influencia de los imperios aimara-quechua, cuyos rastros quedaron de sus asentamientos en tierras tarijeñas.
LA PROMESA
Ananías Barreto
Es sorprendente ver a nuestra gente chapaca andar con los pies descalzos por los caminos de arena caliente y pedregosos, dirigiéndose los martes y los viernes, hacia determinados santuarios, templos y capillas llevando en sus manos haces de velas como ofrenda a las distintas imágenes de su devoción.
Se ve, a veces, a gente que nunca practica la religión, a gente que protesta contra sacerdotes y religiosas, llamado curas despectivamente e indiscriminadamente a sacerdotes y religiosos (hermanos); pero con la absoluta creencia que con estos actos están cumpliendo con su oscuro y dudoso cristianismo, pues yendo de esta manera piensan que están satisfaciendo "a la imagen de Jesús o de la Virgen o de cualquier santo" y así llevando estas ofrendas poder conseguir el milagro deseado. Con esta actitud, creen ellos, que la imagen está obligada a concederlo, si no es por las velas por lo menos por ir mortificándose con los pies descalzos.
Ya lo dijimos en otro aparte, nuestra gente ignora totalmente cual sea la personalidad de los santos cuyas imágenes invocan pidiendo milagros, pues, nuestra gente cree, ingenuamente, que son las imágenes las que les hacen estos favores concediéndoles los milagros que con estas ofrendas ellos piden; nuestra gente confunde la persona invisible con la materia visible, la imagen. Esta es una de las razones por las que nuestra gente llegue a los santuarios u otro lugar especial con ofrendas y regalos a las imágenes.
La promesa es una especie de ofrenda que se le hace a la imagen, de llegar a su santuario o templo con los pies descalzos desde una distancia determinada; por lo general de cinco kilómetros antes de llegar al sitio de la peregrinación. Cuando la promesa se hace con motivos de salud va acompañada con velas y limosnas y debe hacérselo los días viernes y martes, pues estos son los días en que los santos están dispuestos a atender a sus devotos mientras que los demás días, no siendo sagrados, los seres incorpóreos están ocupados en otras cosas.
¿Cuál es el origen de la promesa? Antes de contestar a esta pregunta hay que remontarse a los tiempos del imperio de los incas, cuando las fiestas del "Raimi Inti, el inca mandaba que todos los habitantes del imperio, sin quedarse uno solo, debían ir al cuzco para presentar sus ofrendas al padre sol y también al inca hijo del sol. Antes de llegar a la ciudad del Cuzco a una distancia, más o menos, de cinco o seis kilómetros, tenían, obligatoriamente, que quitarse las ojotas para preparar esas ofrendas, a nadie se lo exceptuaba de llevar sus ofrendas, ni siquiera el más paupérrimo, éste debía despiojarse llenando de estos insectos el caño de la pluma de cóndor, que luego debía depositar en manos del inca y los demás, además de las ofrendas corrientes debía llevar tustuca (sebo de llama) para presentar a la imagen del sol, la cual consistía en un enorme disco de oro.
Esta devoción al dios sol y a los dioses andinos nunca pudieron quitarla los conquistadores, pero, los nativos bajo las apariencias de una voluntad sumisa la conservaron a través de los siglos hasta nuestros días, porque los españoles, durante la conquista no supieron valorar lo bueno que tenían los súbditos del imperio incaico y todo lo miraban con lentes negros, obligando a los nativos a invocar a un dios desconocido, el Dios de los cristianos y a sus servidores los santos, pero sin ninguna explicación para ser aceptada.
De aquí se siguió, ya desde los tiempos de la conquista, que los amedrentados indígenas fueran a los santuarios o templos con los pies descalzos.
Explicado el por qué el ir de los romeros a templos y santuarios con los pies descalzos, nos queda otras costumbres que están adheridas a esta clase de caminatas como velas y el algodón. Las velas tienen su origen en la tustuca, sebo de llama que ofrecían los nativos a las distintas divinidades andinas, especialmente a los apus habitantes de las montañas y colinas guardianes de las siembras y animales y el algodón en el recoger el polvo de las imágenes de los diferentes dioses con fines curativos.
Los nativos al ser obligados a adorar a un Dios extranjero y a rendir culto a seres, al parecer, con poderes divinos, prontamente, los súbditos nuevos de la corona española, los identificaron con sus divinidades poniéndoles nombres que los dominadores quisieron que se les ponga y todo quedó tranquilo, contentos los unos y los otros con sus costumbres y sus ofrendas.
¿Cómo los mestizos y criollos adquirieron esta costumbre? Hemos de tener en cuenta que no todos los españoles tenían una idea clara de Dios como de la persona de Jesús; y entonces los hijos y los hijos de los hijos al encontrarse en un anchuroso mundo como el americano, se preocuparon menos de Dios o del Salvador y menos todavía de la personalidad de los santos, por lo que no sabían qué iban a hacer en materia religiosa como bautizados que eran, algunos actos biológicos que reaccionó en el organismo de algún enfermo produciendo la curación, los criollos o los mestizos, lo atribuyeron a un milagro, por haber encendido una vela a tal o cual imagen o también le fue bien en un negocio por haber practicado la misma ceremonia y luego dijeron ser un milagro señalado. Así fueron, poco a poco fusionándose lo cristiano con lo no cristiano y al final nativos, mestizos, criollos y todos los habitantes de la América tuvieron una sola creencia, es decir, creer que con clamar a una imagen prometiéndole encender velas o pagarle una misa iban a conseguir un beneficio material, aunque la vida de unos y de otros sea desastrosa, o mejor, los promesantes no tengan nada de cristiano. Para que la promesa sea más eficaz el promesante debe llevarse un pedazo de algodón tocado a la imagen, los tales promesantes dicen llevarse una reliquia de un santo tan milagroso como al que se están apromesando.
¿Qué tiene que ver el algodón con la promesa? El algodón que se lleva el promesante, fuera de la explicación dada, tiene, además, su origen en los lugares incaicos. Antes de la llegada de los españoles los quechuas tenían santuarios a lo largo y a lo ancho del territorio del imperio incaico y en determinadas épocas del año, llegaban muchos peregrinos con sus ofrendas, y un día, tal vez viernes o martes, salían, alrededor del santuario, a buscar unas piedras con ciertas características, las que tocadas al altar del dios o diosa, si no era a la propia diosa se lo llevaban a casa con el fin de ser ayudados por tales divinidades en la crianza de sus llamas o para tener suerte en sus negocios de intercambio.
Desde los tiempos de la colonia española, la vida del campesino y la vida del pobre ha sido siempre muy precaria y restringida, hecho que duró hasta nuestros tiempos, por lo que, los unos, los nativos y los otros la clase pobre descendientes de españoles, tuvieron que acudir en demanda de socorro a los santos (imágenes) y para poder conseguir este socorro lo mejor era hacer una promesa.
A través del tiempo fueron aunándose las costumbres de conquistadores y conquistados en un solo haz hasta nuestros días.
Así se originaron las promesas que nuestros campesinos, pueblerinos y citadinos de la clase media baja y barrios marginales practiquen hoy en la actualidad