Los Silencios de Carlos Medinaceli Quintana -II- (*)
El silencio de la entrega y la caballerosidad Hacia 1923 –con un esfuerzo mayúsculo y sin pedir nada a cambio- funda la “Biblioteca del Centenario”, publica variados textos que incluyen la poesía, novela y ensayo de sus compañeros de Gesta Bárbara, pero no edita ninguno de su...



El silencio de la entrega y la caballerosidad
Hacia 1923 –con un esfuerzo mayúsculo y sin pedir nada a cambio- funda la “Biblioteca del Centenario”, publica variados textos que incluyen la poesía, novela y ensayo de sus compañeros de Gesta Bárbara, pero no edita ninguno de su autoría.
Quedarán en las lagunas del secreto, las razones por las que Carlos Medinaceli, escribió en 1937, un artículo referido a la “Miss Tarija” en el periódico “La Calle” de La Paz. Trabajo que originó una verdadera revolución de parte de los residentes tarijeños, tanto, que el gobierno de turno emitió un decreto de clausura de tal entidad periodística.
Era tan grave la situación, que el autor de tales conceptos, tuvo que refugiarse en la Embajada de México y luego, en la clandestinidad mayor, en las cercanías de Cotagaita.
Algunos años después –también en silencio- dispuso que su biblioteca fuera donada a la ciudad de Tarija.
Quién sabe, su mutis total, para explicar las razones de su accionar cotidiano para quebrar los cánones de la sociedad mojigata de su época, estén explicados en este párrafo escrito por el grande Medinaceli:
“La chola es matriz donde el indio ancestral refunda su milenario estatismo para cobrar un impulso energético de las razas en trance ascensional…”
Quedaran en interrogante eterno hasta su fallecimiento: la una, o varias Chascañawis, las variadas compañeras de pollera de su bohemia potosina o cotagaiteña y la identidad de aquella dama de pollera que lo acompañaba en las postrimerías de su vida, a las conferencias o charlas que dictaba, se sentaba discretamente para esperar el final del evento con el abrigo del disertante en su regazo, y luego salía del brazo con él, provocando uno que otro murmullo circundante.
Escribió Saturnino Rodrigo, en marzo de 1923:
“Pasaron los años y Carlos Medinaceli apareció en Potosí. Allá encontró el clima propicio a sus inquietudes y tendencias: Reconcentrado y huraño como el ambiente, la introspección operó milagros, pues Medinaceli logró vivir una activa y magnífica vida interior…”
Yo escribí alguna vez:
Busco a veces
silencios
para explicarte
mis rutas.
La razón de ese mundo
que crearon mis alas.
Busco,
a veces
silencios
para explicarte
mi esencia.
Mi homenaje mayor, para Dn. Carlos Medinaceli Quintana, maestro de maestros, uno de los magníficos hombres que ha tenido la fortuna de poseer la patria.
Xanadú de San Isidro, otoño de 2019
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(*) Para el homenaje rendido al escritor Carlos Medinaceli, con motivo de la recuperación de sus restos por la ciudad de Potosí.
Hacia 1923 –con un esfuerzo mayúsculo y sin pedir nada a cambio- funda la “Biblioteca del Centenario”, publica variados textos que incluyen la poesía, novela y ensayo de sus compañeros de Gesta Bárbara, pero no edita ninguno de su autoría.
Quedarán en las lagunas del secreto, las razones por las que Carlos Medinaceli, escribió en 1937, un artículo referido a la “Miss Tarija” en el periódico “La Calle” de La Paz. Trabajo que originó una verdadera revolución de parte de los residentes tarijeños, tanto, que el gobierno de turno emitió un decreto de clausura de tal entidad periodística.
Era tan grave la situación, que el autor de tales conceptos, tuvo que refugiarse en la Embajada de México y luego, en la clandestinidad mayor, en las cercanías de Cotagaita.
Algunos años después –también en silencio- dispuso que su biblioteca fuera donada a la ciudad de Tarija.
Quién sabe, su mutis total, para explicar las razones de su accionar cotidiano para quebrar los cánones de la sociedad mojigata de su época, estén explicados en este párrafo escrito por el grande Medinaceli:
“La chola es matriz donde el indio ancestral refunda su milenario estatismo para cobrar un impulso energético de las razas en trance ascensional…”
Quedaran en interrogante eterno hasta su fallecimiento: la una, o varias Chascañawis, las variadas compañeras de pollera de su bohemia potosina o cotagaiteña y la identidad de aquella dama de pollera que lo acompañaba en las postrimerías de su vida, a las conferencias o charlas que dictaba, se sentaba discretamente para esperar el final del evento con el abrigo del disertante en su regazo, y luego salía del brazo con él, provocando uno que otro murmullo circundante.
Escribió Saturnino Rodrigo, en marzo de 1923:
“Pasaron los años y Carlos Medinaceli apareció en Potosí. Allá encontró el clima propicio a sus inquietudes y tendencias: Reconcentrado y huraño como el ambiente, la introspección operó milagros, pues Medinaceli logró vivir una activa y magnífica vida interior…”
Yo escribí alguna vez:
Busco a veces
silencios
para explicarte
mis rutas.
La razón de ese mundo
que crearon mis alas.
Busco,
a veces
silencios
para explicarte
mi esencia.
Mi homenaje mayor, para Dn. Carlos Medinaceli Quintana, maestro de maestros, uno de los magníficos hombres que ha tenido la fortuna de poseer la patria.
Xanadú de San Isidro, otoño de 2019
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(*) Para el homenaje rendido al escritor Carlos Medinaceli, con motivo de la recuperación de sus restos por la ciudad de Potosí.