Contribución al estudio de la gesta Güemesiana: Idea y acción (Segunda parte)
GÜEMES Y LA CAUSA EMANCIPADORA Fray Benito Honorato Pistoia en su obra “El pensamiento político de Güemes” expresa en su tesis que llegaría a develar: “a un Güemes de insospechada interioridad. A un Güemes cuya responsabilidad no deja de ser la libertad de la Patria Chica y de la...



GÜEMES Y LA CAUSA EMANCIPADORA
Fray Benito Honorato Pistoia en su obra “El pensamiento político de Güemes” expresa en su tesis que llegaría a develar: “a un Güemes de insospechada interioridad. A un Güemes cuya responsabilidad no deja de ser la libertad de la Patria Chica y de la Patria Grande” pero que no deja de bregar por la felicidad de sus súbditos, respetando las leyes y las autoridades”. 11
Güemes escribe al Director Posadas de fecha 6 de diciembre de 1813, da cuenta de su disposición hacia la causa libertadora y refleja otra idea güemesiana: es su compromiso irrestricto frente a las campañas emancipadoras, ofreciendo él ponerse bajo las ordenes de José de San Martin. 12
Este patriota era consciente que sus acciones serían evaluadas no sólo por la autoridad superior, sino por todos los integrantes de la provincia. Al respeto tenía por la opinión de los vecinos, lo que configura un principio muy democrático sistema que no imperaba en aquellos tiempos. Un rasgo distintivo del estado de derecho, es el respeto que debe tener el gobernante por sus gobernados y la preocupación por la opinión pública. El 11 de octubre de 1815, en un oficio al Director él se expresa: “...desde el instante en que por la voluntad uniforme de este pueblo, se impuso sobre mis débiles fuerzas el grave peso de su gobierno, se aumentaron mis obligaciones y entre ellas la de dar satisfacción de mi conducta pública…”. 13
Una amenaza a la paz provinciana que se sumaba al inminente peligro de las invasiones realistas: fue la irrupción de José de Rondeau a Salta en marzo de 1816, colocando a los vecinos en zozobra ante la avanzada del ejército patrio. Esta acción implicaba un desvío del objetivo primigenio que era la lucha por la emancipación de toda la América.
Güemes no consentía la lucha fratricida, la presencia de Rondeau abriendo fuego sobre la ciudad de Salta, sus habitantes y los soldados de la patria cercenaban la idea grande de unidad americana. La lucha entre hermanos no estaba contemplada en el pensamiento güemesiano, antes bien, abogaba por la comprensión de los pueblos de las provincias y el buen entendimiento de los jefes que tenían a su cargo las expediciones sobre las tropas españolas. En un oficio al Director fechado en Cerrillos el 19 de marzo, manifiesta su asombro ante el vil atropello ejercido por Rondeau, llegó “… a mis manos una carta que avisa haber levantado el general Rondeau su campo del punto de Huacalera y que se dirigía al pueblo de Salta con miras hostiles, arrastrando tras sí la muerte y el espanto”. 14
Siguiendo el mismo pensamiento, con sabiduría, avizora la necesidad de apartar de la función pública a quienes no sean generosos de corazón. Para Güemes era importante la presencia de hombres desinteresados que laboraran en beneficio de la tierra, por ello sugiere la separación de quienes estuvieran imbuidos de mezquindades, porque ellos medrarían para sí y dividirían a la Nación. El ideario güemesiano contemplaba que el servicio del estado debía ser ejercido por hombres honestos. 15
Luego incide en la idea de la credibilidad en que se debe sostener un gobierno en relación con los gobernados, pero también transmite la necesidad de transparencia en los actos que realizan quienes conducen los destinos de los pueblos y que se materializan a través de su legislación.
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“…no puede haber cosa más delicada que el crédito de un gobierno, y de un gobierno naciente que se pone a la frente de los asaltos de innumerables enemigos. Tiene que hacer lucir y propagar delante de los hombres tan abundante luz que todos vean sus buenas obras sin ser suficiente la oculta o interior práctica de las virtudes”.16
Un oficio de Güemes a Belgrano, fechado el 27 de setiembre de 1817 hace presente los redoblados sacrificios en que se había empeñado al pueblo de Salta en aras de contribuir materialmente a la causa de la libertad. Señala la necesidad que todas las provincias hermanas colaboren con los subsidios necesarios, comprendiendo que los aportes solicitados eran por el bien de la república. Emerge el concepto de mutua cooperación en la construcción de la novel república, en la que necesariamente deben estar comprometidas todas las provincias que la integran. “La nación sabe cuántos y cuán grandes sacrificios tiene hechos la provincia de Salta en defensa de su idolatrada libertad, y debe saber que se halla siempre dispuesta a otros mayores…”.17
En carta de Güemes a Belgrano fechado en Jujuy el 24 de abril de 1819, renueva el compromiso no solo de luchar contra las fuerzas realistas, sino también contra quienes al interior de la novel república se avizoraban focos disidentes en orden al bienestar general. Los “…males que han ocasionado los partidarios del desorden…”. En el pensamiento de Guemes, no faltan hombres que ayuden y persigan la causa anárquica “ Yo me he propuesto con empeño castigar tanto a los perturbadores del sosiego público como a los enemigos de la libertad: para unos y otros he librado oportunas providencias y sobre cuyo particular velaré incesantemente”. 18
La Proclama que Güemes dirige a los habitantes de Jujuy el 21 de abril de 1819 es clara, muestra los disensos internos que se manifestaban en la escena nacional y que tenía su reproducción en el medio local. Ante ello decide adoptar medidas extremas en procura de solucionar tan complejo problema:
“Habitantes de Jujuy: una sana experiencia me ha convencido que son y han sido inútiles los desvelos, fatigas y esfuerzos, que ha emprendido el gobierno por la felicidad general y bien particular de los ciudadanos, a causa de que los enemigos que viven entre nosotros ponen en conflicto y aún en nulidad las medidas adoptadas contra los tiranos. Por todas partes está sembrado el germen de la discordia, de la seducción y de la desunión: no se ve más que ánimos dispuestos a acabar con nuestra existencia. La provincia de mi mando presenta mejores testimonios de esta verdad, porque mantienen en su seno una porción considerable de aquellos ciegos instrumentos de la tiranía. Ella es en el día el sostén de las demás del Estado: es una vanguardia del Ejército Auxiliar. Entre nosotros, por esto no debe haber sino una opinión: no debe haber un solo hombre que la turbe; y por cuyos principios, usando de consideración, he tenido a bien por virtud del presente ordenar y mandar lo siguiente:
Que todo hombre europeo o americano, vecino o residente, que no quiera dar bajo las armas de la nación, se presentará sin el menor recelo dentro de ocho días ante este gobierno a recibir francamente su pasaporte y marchar en el término que se le señalare a vivir con los vasallos del rey Fernando.
Que todo hombre americano o europeo sin excepción que quiera vivir en el territorio de las provincias libres del Estado, defender los sacrosantos derechos de la patria con su vida e intereses y obedecer respetuosamente a sus leyes y magistrados, se presentará igualmente dentro del mismo término asignado (menos si está alistado en las divisiones de gauchos o tropas de línea) dispuestos a tomar las armas y marchar al frente de los enemigos en defensa de la nación a los destinos que se le señalare. Con prevención de que todo aquel que no se presentare, como llevo mandado, será tratado como reo y castigado por egoísta en el Fuerte del Río del Valle”.19
A tiempo que recrudecían las invasiones realistas, se hacía más oneroso sostener las tropas, Güemes encontraba también la incomprensión de una parte de la ciudadanía, quienes retaceaban la colaboración en una campaña que no era solamente un objetivo localista, sino que era la gran causa nacional, en la que el gobernador salteño tenía comprometida su palabra en el esquema del plan continental trazado por el General San Martín. Es comprensible el disgusto del caudillo frente a las mezquindades. Una carta de Güemes a Bernabé Aráoz, del 19 de agosto de 1820, evidencia este malestar, indicando que “… sus consejeros lo han hecho a Ud. perder a los santiagueños, a los catamarqueños y a un amigo como Heredia… También están empeñados en que Ud. me pierda a mí. Ya se habría salido Ud. con la suya si no fuese mi carácter y mi calma principalmente en el rompimiento de guerra que me ha hecho contra mis tropas al mando de Heredia…”.20
Pero también en otro párrafo surge un Güemes conciliador y dispuesto a restablecer los vínculos en pro de la patria. No lo anima el rencor, ante la postura reticente, ofrece su comprensión y buen consejo.
“No pierda Ud. un amigo como yo que lo he de acompañar en todo caso. No pierda Ud. a la patria que tiene muchos amigos; despreocúpese y crea firmemente que la patria y yo hemos de mirar por su felicidad y la de su provincia. Cuatro comerciantes y otros tantos doctores egoístas le muestran los dientes porque lo necesitan y porque les tiene cuenta por su interés particular, por esto es que llaman amigo. La patria ni yo no lo necesitamos a Ud. para nada, no le tememos como los otros, no tenemos qué esperar de Ud. Ud. tiene que esperar de la patria y de mí, y nos necesita, a pesar de esto nos llamamos amigos de Ud.” 21
GÜEMES Y EL CONGRESO
Martín Güemes tenía puestas sus expectativas en la labor de los diputados, cifraba en la convocatoria del Congreso, la posibilidad de solucionar las problemáticas de los territorios de las Provincias Unidas, especialmente Salta tan atenazada por las incursiones realistas que devastaron a su población. Pero también reflexiona y fundamenta que los pilares de la Patria en ciernes; están en sus leyes y en la probidad de sus hombres.
En los textos confrontados, surge el Güemes respetuoso por el orden institucional el respeto irrestricto por la ley, única forma posible de constituir una república donde el bienestar y felicidad de la ciudadanía fuera el primero objetivo.
El 11 de octubre de 1815, en oficio al Director Supremo requiere que, en tiempo perentorio se convoque el Congreso. Subyace en el texto una concepción humanista que se centra en el ejercicio de las virtudes, “Suplico a vuestra excelencia… [que] con necesidad extrema el estado de la patria para que haga se abrevie la celebración de este Congreso; pero como el coloso que deseamos levantar sobre las ruinas de los tiranos requiere un complejo o conjunto de virtudes militares, sociales, morales e intelectuales”.22
En la Proclama de Güemes a sus compañeros del Alto Perú, fechada en el Cuartel principal en Jujuy el 6 de agosto de 1816, anuncia con justificado alborozo la Declaración de la Independencia.
El texto evidencia la esperanza en la conformación de la nación libre y soberana. Son palabras plenas de ilusión ante la concreción de un antiguo anhelo:
“El ciudadano Martín Güemes, coronel de caballería de los ejércitos del estado, comandante general de la campaña y gobernador intendente de la provincia de Salta, a sus compañeros de armas en el Interior les dice: Compatriotas y camaradas: llegó el momento feliz de ver decretada y sancionada nuestra suspirada independencia por un cuerpo soberano representativo de las Provincias de la Unión. Un horizonte claro, hermoso y sereno se ve aparecer disipando prestigios y anunciando risueño por todas las extremidades que toca su influjo, el precioso e inestimable don de la libertad. A los seis años de una lid tan injusta como temeraria por parte de nuestros implacables enemigos, y cuando éstos se juzgan superiores a nuestros esfuerzos por sus efímeros triunfos y precarias victorias, vemos que de nuestras mismas desgracias renace el orden, la unión y fraternidad.
Creedme compatriotas, que esa Soberana Corporación que nos preside, ha arrancado de raíz esa horrorosa anarquía que nos desolaba, y que ha sido el origen de nuestros infortunios, reinando en su lugar la concordia y la más inalterable armonía. El primordial objeto de sus penosas tareas y celosos cuidados es el de imponer al enemigo con una fuerza tan respetable como capaz de hacerle conocer hasta donde llegan los esfuerzos de unos hombres que pelean por su libertad, y que han jurado y sellado con su sangre sostener los sagrados derechos de independencia de los reyes de España y de su metrópoli; éste es el documento que han firmado a la faz del mundo todo; y manifestando el más extraordinario placer por medio de las lágrimas que humedecieron el pavimento quedó eternamente gravado en nuestros corazones este dilema. La independencia o la muerte en la causa del honor”.23
Güemes le explica a Belgrano,24 la oposición del traslado del Congreso a Buenos Aires. Esta decisión de parte de los diputados que integraban la corporación se había tomado porque la provincia de Salta había sido invadida por tropas realistas y se presumía que continuarían su marcha a Tucumán, circunstancia que obligaba a los señores congresales a poner a buen resguardo a esa corporación. Considera pertinente el funcionamiento en la ciudad de Tucumán y se interroga acerca de la dilación en la sanción de la Constitución.
Concluida la labor del Congreso con la sanción de la primera constitución Argentina en Salta se procede a su jura entre los días 24 y 25 de mayo de 1819. El acta recoge los sucesos de esta jornada:
“En esta sala Capitular de Salta, a veinticinco de mayo de mil ochocientos diecinueve años. Los señores del muy ilustre Cabildo, Justicia y Regimiento de esta capital, presididos del señor gobernador intendente comandante general de vanguardia don Martín Miguel Güemes, para prestar el debido obedecimiento bajo la religión del juramento a la Constitución del Soberano Congreso de Sud – América. Después de haberse esta mandado publicar por su señoría el señor gobernador intendente el día de ayer veinticuatro, con toda solemnidad, en el que cuerpo, tropa y ciudadanos manifestaron el más completo regocijo, y estando así reunidos, juntamente con todas las corporaciones y vecindario, la obedecieron y juraron en la forma y prevenida en sus respectivas fórmulas, principiando por dicho señor gobernador intendente y prometiendo unánimemente todos defender dicha constitución y la santa religión del Estado, en tales términos, que la Católica, Apostólica y Romana, será la única y exclusiva en el territorio de esta Provincia de Salta. Con lo cual, y manifestando generalmente las más vivas demostraciones de júbilo y complacencia, deliberaron se pasase a la santa Iglesia Catedral a enarbolar el pendón después de rendirlo en ella, a la del alférez nacional. Dando de antemano al Dios de los ejércitos en una misa solemne con Tedeum las demostraciones más altivas en acción de gracias, y lo firmaron, de que doy fe. Mariano Nicolás Valda. Escribano Público y Cabido”.25
El rechazo a la malograda constitución del año 19, trajo aparejada la lucha del litoral contra Buenos Aires y el correlato de la crisis del año 1820. La disolución nacional, desarticuló al Estado y las provincias se declararon autónomas. Desde el terreno político, dos ideas empezaron a delinearse en la escena nacional, federalismo y unitarismo, pero la concreción de la campaña emancipadora quedó restringida tan sólo al esfuerzo güemesiano.
Una idea para concluir la campaña libertadora y sostener desde tierra salteña el plan continental sanmartiniano, era la de organizar un congreso en Catamarca cuyo objetivo era sólo de carácter militar. En el prócer da cuenta de sus intentos por reunir el congreso en Catamarca para resolver el problema militar:
“La patria fluctúa en un mar borrascoso. Los apuntalamientos del acta que acompaño a V. S. son otros tantos escollos que le preparan su naufragio, si para salvarla no agolpamos nuestros últimos sacrificios. Ansiosa de hacerlos esta provincia, renunció al descanso que exigía el extremo de sus fatigas, se apresuró a discutir por el órgano de los que presiden a todas sus corporaciones el medio de disipar la amagada tormenta, y de llevar los ingresos de la causa de la libertad hasta un término inalterable. Una multitud de convencimientos los hizo fijarse unánimemente en la formación de un congreso limitado al ramo de guerra. Me remito a cuanto contiene el acta adjunta testimoniada para no cansar a V. S. con discursos inocultables a la altura de su celo; y pues un complejo de circunstancias impide la realización de este plan, espera este gobierno, que, el de esa virtuosa provincia tome al intento una parte activa, y que desplegados los resortes de amor patrio que los anima, encienda eficazmente el de sus dignos provincianos, para que reunidos con arreglo a estilo, procedan a nombrar un diputado tan breve como sea posible; sirviéndose V. S. tener entendido, que pues confío en que respecto a este grande objeto, sean sus sentimientos iguales a los míos, dispongo ya la salida del diputado de este pueblo doctor don Juan de la Cruz Monje y Ortega, quien habiendo regresado desde Tucumán por haberse frustrado la convocación al congreso en Santa Fe, ha sido reelecto para el que se intenta, y es de su dirección a Catamarca, como a un punto de reunión de los demás de su clase”.26
GÜEMES CONDUCTOR DE HOMBRES
Güemes organiza y comanda tropas procedentes de Salta, Jujuy, Quebrada de Humahuaca, Orán, Tarija y Valles Calchaquíes. Con ellas inaugura en estos territorios la “Guerra Gaucha”, “guerra de recursos”, “guerra de guerrillas”, o “guerra a la brusca”, según la expresión hispánica.
La organización de las operaciones en un territorio tan extenso que abarcaba dos provincias y con una geografía tan disímil, pudo haber sido un fuerte obstáculo para cualquier guerrero, pero Martín Miguel de Güemes era un hombre que había recorrido la geografía de palmo a palmo, tomado contacto con los caudillos locales y con el paisanaje. Estas acciones le permitieron organizar las partidas de gauchos, otorgarles instrucción, disciplina militar y organización. También insufló los espíritus de amor a la Patria, el rasgo de su ideario que sobresale plenamente en cada acción. Con este aliento, las huestes se lanzarían al combate con bravura y heroísmo.
Güemes contaba con el aprecio de hombres sencillos, que lo abandonaban todo para seguir sin preguntar adónde, sin pedir nada, ofreciendo sus recursos y hasta su vida. Por eso no titubea en llamarlos “mis gauchos” como parte de su vida misma. Un rasgo es su acendrado amor al terruño que lo vio nacer y en el que trabaja, forjan y cimentan el concepto de Patria y de allí el anhelo de defender ese territorio que lo asume como suyo. En respuesta a ese propósito se ofrece como guerrero voluntario.
Devela al líder, al conductor de hombres que reconoce la labor que desempeñan los paisanos que integran sus escuadrones gauchos. En este documento reivindica a sus gauchos valerosos e indómitos; y manifiesta la confianza que ellos serán sólidos artífices de la libertad de América.27
Destaca la generosidad de los hombres de la tierra que ofrecían los pocos recursos que tenían en beneficio de la causa emancipadora. Esta ofrenda desinteresada abarcaba tanto lo material como el servicio dentro de las tropas que participaban en las acciones de hostigamiento al ejército español. 28 Otro rasgo de los escuadrones gauchos que era la bravura, valentía y arrojo, que lograba poner en fuga a las fuerzas enemigas.29
Una orden que ofrece la medida de los kilates del jefe que lidera a un vasto conjunto de escuadrones gauchos, distribuidos en un extenso territorio y que actuaban con denuedo; es el reconocimiento de sus hombres a través de la sanción del llamado “Fuero Gaucho”.
Precede a la sanción del Fuero Gaucho en 1818, el reglamento del 14 de enero de 1801, que contiene disposiciones precisas sobre el fuero militar de las milicias. Güemes en oficio enviado al Director Supremo Pueyrredón dictó el bando sobre la perpetuidad del fuero militar correspondiente a sus escuadrones de gauchos, bando que fue plenamente aprobado sin objeción alguna por Pueyrredón, confirmando en toda su amplitud el fuero que hasta entonces venían gozando las dichas milicias gauchas por imperio del Reglamento de 1801. El Fuero consolidaba los privilegios que ya gozaban las milicias desde tiempos pretéritos sin perjuicio y en momentos en que se necesitaba de las tropas criollas. 30
1 María Irene Romero, es profesora de Historia en la Universidad Católica de Salta, miembro del Instituto San Felipe y Santiago de Estudios Históricos de Salta, Socia activa del Instituto Güemesiano de Salta; miembro de la Mesa Panamericana de Mujeres- Salta.
11 Benito Honorato Pistoia, El Pensamiento Político de Güemes, Salta, Artes Gráficas, 1978, p. 18.
12 Güemes, Luis, Ob. Cit. t. 2, p. 25.
13 Güemes, Luis, Ob. Cit. t. 3, p. 43-44.
14 Ídem., p. 308-310.
15 Ídem., p. 48.
16 Ídem., p. 47.
17 Güemes, Luis, Ob. Cit. t.5, p. 71-73.
18 Güemes, Luis, Ob. Cit. t. 6, p. 384-385.
19 Ídem., p. 390-391.
20 Ídem., p. 439.
21 Ídem., p. 439-441.
22 Güemes, Luis, Ob. Cit., t. 3, p. 48.
23 Ídem., p. 472-474.
24 Güemes, Luis, Ob. Cit., t. 6, p. 155-159. Carta de Güemes a Belgrano, en el cuartel de Huacalera el 6 de noviembre de 1816.
25 Güemes, Luis, Ob. Cit., t. 8, p. 429-431.
26 Güemes, Luis, Ob. Cit., t. 9 p. 330-331. Oficio de Güemes al Gobernador de Buenos Aires, fechado el 11 de julio de 1820.
27 Güemes, Luis, Ob. Cit., t. 2, p. 301-303. Una Proclama de 23 de febrero de 1815.
28 Güemes, Luis, Ob. Cit., t. 4, p. 69-70. Oficio de Güemes al director Juan Martín de Pueyrredón, fechado el 17 de octubre de 1816.
29 Ídem., p. 42-43. Proclama de Güemes a los salteños del 27 de setiembre de 1816.
30 Güemes, Luis., Ob. Cit., t 7. p. 441.
Fray Benito Honorato Pistoia en su obra “El pensamiento político de Güemes” expresa en su tesis que llegaría a develar: “a un Güemes de insospechada interioridad. A un Güemes cuya responsabilidad no deja de ser la libertad de la Patria Chica y de la Patria Grande” pero que no deja de bregar por la felicidad de sus súbditos, respetando las leyes y las autoridades”. 11
Güemes escribe al Director Posadas de fecha 6 de diciembre de 1813, da cuenta de su disposición hacia la causa libertadora y refleja otra idea güemesiana: es su compromiso irrestricto frente a las campañas emancipadoras, ofreciendo él ponerse bajo las ordenes de José de San Martin. 12
Este patriota era consciente que sus acciones serían evaluadas no sólo por la autoridad superior, sino por todos los integrantes de la provincia. Al respeto tenía por la opinión de los vecinos, lo que configura un principio muy democrático sistema que no imperaba en aquellos tiempos. Un rasgo distintivo del estado de derecho, es el respeto que debe tener el gobernante por sus gobernados y la preocupación por la opinión pública. El 11 de octubre de 1815, en un oficio al Director él se expresa: “...desde el instante en que por la voluntad uniforme de este pueblo, se impuso sobre mis débiles fuerzas el grave peso de su gobierno, se aumentaron mis obligaciones y entre ellas la de dar satisfacción de mi conducta pública…”. 13
Una amenaza a la paz provinciana que se sumaba al inminente peligro de las invasiones realistas: fue la irrupción de José de Rondeau a Salta en marzo de 1816, colocando a los vecinos en zozobra ante la avanzada del ejército patrio. Esta acción implicaba un desvío del objetivo primigenio que era la lucha por la emancipación de toda la América.
Güemes no consentía la lucha fratricida, la presencia de Rondeau abriendo fuego sobre la ciudad de Salta, sus habitantes y los soldados de la patria cercenaban la idea grande de unidad americana. La lucha entre hermanos no estaba contemplada en el pensamiento güemesiano, antes bien, abogaba por la comprensión de los pueblos de las provincias y el buen entendimiento de los jefes que tenían a su cargo las expediciones sobre las tropas españolas. En un oficio al Director fechado en Cerrillos el 19 de marzo, manifiesta su asombro ante el vil atropello ejercido por Rondeau, llegó “… a mis manos una carta que avisa haber levantado el general Rondeau su campo del punto de Huacalera y que se dirigía al pueblo de Salta con miras hostiles, arrastrando tras sí la muerte y el espanto”. 14
Siguiendo el mismo pensamiento, con sabiduría, avizora la necesidad de apartar de la función pública a quienes no sean generosos de corazón. Para Güemes era importante la presencia de hombres desinteresados que laboraran en beneficio de la tierra, por ello sugiere la separación de quienes estuvieran imbuidos de mezquindades, porque ellos medrarían para sí y dividirían a la Nación. El ideario güemesiano contemplaba que el servicio del estado debía ser ejercido por hombres honestos. 15
Luego incide en la idea de la credibilidad en que se debe sostener un gobierno en relación con los gobernados, pero también transmite la necesidad de transparencia en los actos que realizan quienes conducen los destinos de los pueblos y que se materializan a través de su legislación.
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“…no puede haber cosa más delicada que el crédito de un gobierno, y de un gobierno naciente que se pone a la frente de los asaltos de innumerables enemigos. Tiene que hacer lucir y propagar delante de los hombres tan abundante luz que todos vean sus buenas obras sin ser suficiente la oculta o interior práctica de las virtudes”.16
Un oficio de Güemes a Belgrano, fechado el 27 de setiembre de 1817 hace presente los redoblados sacrificios en que se había empeñado al pueblo de Salta en aras de contribuir materialmente a la causa de la libertad. Señala la necesidad que todas las provincias hermanas colaboren con los subsidios necesarios, comprendiendo que los aportes solicitados eran por el bien de la república. Emerge el concepto de mutua cooperación en la construcción de la novel república, en la que necesariamente deben estar comprometidas todas las provincias que la integran. “La nación sabe cuántos y cuán grandes sacrificios tiene hechos la provincia de Salta en defensa de su idolatrada libertad, y debe saber que se halla siempre dispuesta a otros mayores…”.17
En carta de Güemes a Belgrano fechado en Jujuy el 24 de abril de 1819, renueva el compromiso no solo de luchar contra las fuerzas realistas, sino también contra quienes al interior de la novel república se avizoraban focos disidentes en orden al bienestar general. Los “…males que han ocasionado los partidarios del desorden…”. En el pensamiento de Guemes, no faltan hombres que ayuden y persigan la causa anárquica “ Yo me he propuesto con empeño castigar tanto a los perturbadores del sosiego público como a los enemigos de la libertad: para unos y otros he librado oportunas providencias y sobre cuyo particular velaré incesantemente”. 18
La Proclama que Güemes dirige a los habitantes de Jujuy el 21 de abril de 1819 es clara, muestra los disensos internos que se manifestaban en la escena nacional y que tenía su reproducción en el medio local. Ante ello decide adoptar medidas extremas en procura de solucionar tan complejo problema:
“Habitantes de Jujuy: una sana experiencia me ha convencido que son y han sido inútiles los desvelos, fatigas y esfuerzos, que ha emprendido el gobierno por la felicidad general y bien particular de los ciudadanos, a causa de que los enemigos que viven entre nosotros ponen en conflicto y aún en nulidad las medidas adoptadas contra los tiranos. Por todas partes está sembrado el germen de la discordia, de la seducción y de la desunión: no se ve más que ánimos dispuestos a acabar con nuestra existencia. La provincia de mi mando presenta mejores testimonios de esta verdad, porque mantienen en su seno una porción considerable de aquellos ciegos instrumentos de la tiranía. Ella es en el día el sostén de las demás del Estado: es una vanguardia del Ejército Auxiliar. Entre nosotros, por esto no debe haber sino una opinión: no debe haber un solo hombre que la turbe; y por cuyos principios, usando de consideración, he tenido a bien por virtud del presente ordenar y mandar lo siguiente:
Que todo hombre europeo o americano, vecino o residente, que no quiera dar bajo las armas de la nación, se presentará sin el menor recelo dentro de ocho días ante este gobierno a recibir francamente su pasaporte y marchar en el término que se le señalare a vivir con los vasallos del rey Fernando.
Que todo hombre americano o europeo sin excepción que quiera vivir en el territorio de las provincias libres del Estado, defender los sacrosantos derechos de la patria con su vida e intereses y obedecer respetuosamente a sus leyes y magistrados, se presentará igualmente dentro del mismo término asignado (menos si está alistado en las divisiones de gauchos o tropas de línea) dispuestos a tomar las armas y marchar al frente de los enemigos en defensa de la nación a los destinos que se le señalare. Con prevención de que todo aquel que no se presentare, como llevo mandado, será tratado como reo y castigado por egoísta en el Fuerte del Río del Valle”.19
A tiempo que recrudecían las invasiones realistas, se hacía más oneroso sostener las tropas, Güemes encontraba también la incomprensión de una parte de la ciudadanía, quienes retaceaban la colaboración en una campaña que no era solamente un objetivo localista, sino que era la gran causa nacional, en la que el gobernador salteño tenía comprometida su palabra en el esquema del plan continental trazado por el General San Martín. Es comprensible el disgusto del caudillo frente a las mezquindades. Una carta de Güemes a Bernabé Aráoz, del 19 de agosto de 1820, evidencia este malestar, indicando que “… sus consejeros lo han hecho a Ud. perder a los santiagueños, a los catamarqueños y a un amigo como Heredia… También están empeñados en que Ud. me pierda a mí. Ya se habría salido Ud. con la suya si no fuese mi carácter y mi calma principalmente en el rompimiento de guerra que me ha hecho contra mis tropas al mando de Heredia…”.20
Pero también en otro párrafo surge un Güemes conciliador y dispuesto a restablecer los vínculos en pro de la patria. No lo anima el rencor, ante la postura reticente, ofrece su comprensión y buen consejo.
“No pierda Ud. un amigo como yo que lo he de acompañar en todo caso. No pierda Ud. a la patria que tiene muchos amigos; despreocúpese y crea firmemente que la patria y yo hemos de mirar por su felicidad y la de su provincia. Cuatro comerciantes y otros tantos doctores egoístas le muestran los dientes porque lo necesitan y porque les tiene cuenta por su interés particular, por esto es que llaman amigo. La patria ni yo no lo necesitamos a Ud. para nada, no le tememos como los otros, no tenemos qué esperar de Ud. Ud. tiene que esperar de la patria y de mí, y nos necesita, a pesar de esto nos llamamos amigos de Ud.” 21
GÜEMES Y EL CONGRESO
Martín Güemes tenía puestas sus expectativas en la labor de los diputados, cifraba en la convocatoria del Congreso, la posibilidad de solucionar las problemáticas de los territorios de las Provincias Unidas, especialmente Salta tan atenazada por las incursiones realistas que devastaron a su población. Pero también reflexiona y fundamenta que los pilares de la Patria en ciernes; están en sus leyes y en la probidad de sus hombres.
En los textos confrontados, surge el Güemes respetuoso por el orden institucional el respeto irrestricto por la ley, única forma posible de constituir una república donde el bienestar y felicidad de la ciudadanía fuera el primero objetivo.
El 11 de octubre de 1815, en oficio al Director Supremo requiere que, en tiempo perentorio se convoque el Congreso. Subyace en el texto una concepción humanista que se centra en el ejercicio de las virtudes, “Suplico a vuestra excelencia… [que] con necesidad extrema el estado de la patria para que haga se abrevie la celebración de este Congreso; pero como el coloso que deseamos levantar sobre las ruinas de los tiranos requiere un complejo o conjunto de virtudes militares, sociales, morales e intelectuales”.22
En la Proclama de Güemes a sus compañeros del Alto Perú, fechada en el Cuartel principal en Jujuy el 6 de agosto de 1816, anuncia con justificado alborozo la Declaración de la Independencia.
El texto evidencia la esperanza en la conformación de la nación libre y soberana. Son palabras plenas de ilusión ante la concreción de un antiguo anhelo:
“El ciudadano Martín Güemes, coronel de caballería de los ejércitos del estado, comandante general de la campaña y gobernador intendente de la provincia de Salta, a sus compañeros de armas en el Interior les dice: Compatriotas y camaradas: llegó el momento feliz de ver decretada y sancionada nuestra suspirada independencia por un cuerpo soberano representativo de las Provincias de la Unión. Un horizonte claro, hermoso y sereno se ve aparecer disipando prestigios y anunciando risueño por todas las extremidades que toca su influjo, el precioso e inestimable don de la libertad. A los seis años de una lid tan injusta como temeraria por parte de nuestros implacables enemigos, y cuando éstos se juzgan superiores a nuestros esfuerzos por sus efímeros triunfos y precarias victorias, vemos que de nuestras mismas desgracias renace el orden, la unión y fraternidad.
Creedme compatriotas, que esa Soberana Corporación que nos preside, ha arrancado de raíz esa horrorosa anarquía que nos desolaba, y que ha sido el origen de nuestros infortunios, reinando en su lugar la concordia y la más inalterable armonía. El primordial objeto de sus penosas tareas y celosos cuidados es el de imponer al enemigo con una fuerza tan respetable como capaz de hacerle conocer hasta donde llegan los esfuerzos de unos hombres que pelean por su libertad, y que han jurado y sellado con su sangre sostener los sagrados derechos de independencia de los reyes de España y de su metrópoli; éste es el documento que han firmado a la faz del mundo todo; y manifestando el más extraordinario placer por medio de las lágrimas que humedecieron el pavimento quedó eternamente gravado en nuestros corazones este dilema. La independencia o la muerte en la causa del honor”.23
Güemes le explica a Belgrano,24 la oposición del traslado del Congreso a Buenos Aires. Esta decisión de parte de los diputados que integraban la corporación se había tomado porque la provincia de Salta había sido invadida por tropas realistas y se presumía que continuarían su marcha a Tucumán, circunstancia que obligaba a los señores congresales a poner a buen resguardo a esa corporación. Considera pertinente el funcionamiento en la ciudad de Tucumán y se interroga acerca de la dilación en la sanción de la Constitución.
Concluida la labor del Congreso con la sanción de la primera constitución Argentina en Salta se procede a su jura entre los días 24 y 25 de mayo de 1819. El acta recoge los sucesos de esta jornada:
“En esta sala Capitular de Salta, a veinticinco de mayo de mil ochocientos diecinueve años. Los señores del muy ilustre Cabildo, Justicia y Regimiento de esta capital, presididos del señor gobernador intendente comandante general de vanguardia don Martín Miguel Güemes, para prestar el debido obedecimiento bajo la religión del juramento a la Constitución del Soberano Congreso de Sud – América. Después de haberse esta mandado publicar por su señoría el señor gobernador intendente el día de ayer veinticuatro, con toda solemnidad, en el que cuerpo, tropa y ciudadanos manifestaron el más completo regocijo, y estando así reunidos, juntamente con todas las corporaciones y vecindario, la obedecieron y juraron en la forma y prevenida en sus respectivas fórmulas, principiando por dicho señor gobernador intendente y prometiendo unánimemente todos defender dicha constitución y la santa religión del Estado, en tales términos, que la Católica, Apostólica y Romana, será la única y exclusiva en el territorio de esta Provincia de Salta. Con lo cual, y manifestando generalmente las más vivas demostraciones de júbilo y complacencia, deliberaron se pasase a la santa Iglesia Catedral a enarbolar el pendón después de rendirlo en ella, a la del alférez nacional. Dando de antemano al Dios de los ejércitos en una misa solemne con Tedeum las demostraciones más altivas en acción de gracias, y lo firmaron, de que doy fe. Mariano Nicolás Valda. Escribano Público y Cabido”.25
El rechazo a la malograda constitución del año 19, trajo aparejada la lucha del litoral contra Buenos Aires y el correlato de la crisis del año 1820. La disolución nacional, desarticuló al Estado y las provincias se declararon autónomas. Desde el terreno político, dos ideas empezaron a delinearse en la escena nacional, federalismo y unitarismo, pero la concreción de la campaña emancipadora quedó restringida tan sólo al esfuerzo güemesiano.
Una idea para concluir la campaña libertadora y sostener desde tierra salteña el plan continental sanmartiniano, era la de organizar un congreso en Catamarca cuyo objetivo era sólo de carácter militar. En el prócer da cuenta de sus intentos por reunir el congreso en Catamarca para resolver el problema militar:
“La patria fluctúa en un mar borrascoso. Los apuntalamientos del acta que acompaño a V. S. son otros tantos escollos que le preparan su naufragio, si para salvarla no agolpamos nuestros últimos sacrificios. Ansiosa de hacerlos esta provincia, renunció al descanso que exigía el extremo de sus fatigas, se apresuró a discutir por el órgano de los que presiden a todas sus corporaciones el medio de disipar la amagada tormenta, y de llevar los ingresos de la causa de la libertad hasta un término inalterable. Una multitud de convencimientos los hizo fijarse unánimemente en la formación de un congreso limitado al ramo de guerra. Me remito a cuanto contiene el acta adjunta testimoniada para no cansar a V. S. con discursos inocultables a la altura de su celo; y pues un complejo de circunstancias impide la realización de este plan, espera este gobierno, que, el de esa virtuosa provincia tome al intento una parte activa, y que desplegados los resortes de amor patrio que los anima, encienda eficazmente el de sus dignos provincianos, para que reunidos con arreglo a estilo, procedan a nombrar un diputado tan breve como sea posible; sirviéndose V. S. tener entendido, que pues confío en que respecto a este grande objeto, sean sus sentimientos iguales a los míos, dispongo ya la salida del diputado de este pueblo doctor don Juan de la Cruz Monje y Ortega, quien habiendo regresado desde Tucumán por haberse frustrado la convocación al congreso en Santa Fe, ha sido reelecto para el que se intenta, y es de su dirección a Catamarca, como a un punto de reunión de los demás de su clase”.26
GÜEMES CONDUCTOR DE HOMBRES
Güemes organiza y comanda tropas procedentes de Salta, Jujuy, Quebrada de Humahuaca, Orán, Tarija y Valles Calchaquíes. Con ellas inaugura en estos territorios la “Guerra Gaucha”, “guerra de recursos”, “guerra de guerrillas”, o “guerra a la brusca”, según la expresión hispánica.
La organización de las operaciones en un territorio tan extenso que abarcaba dos provincias y con una geografía tan disímil, pudo haber sido un fuerte obstáculo para cualquier guerrero, pero Martín Miguel de Güemes era un hombre que había recorrido la geografía de palmo a palmo, tomado contacto con los caudillos locales y con el paisanaje. Estas acciones le permitieron organizar las partidas de gauchos, otorgarles instrucción, disciplina militar y organización. También insufló los espíritus de amor a la Patria, el rasgo de su ideario que sobresale plenamente en cada acción. Con este aliento, las huestes se lanzarían al combate con bravura y heroísmo.
Güemes contaba con el aprecio de hombres sencillos, que lo abandonaban todo para seguir sin preguntar adónde, sin pedir nada, ofreciendo sus recursos y hasta su vida. Por eso no titubea en llamarlos “mis gauchos” como parte de su vida misma. Un rasgo es su acendrado amor al terruño que lo vio nacer y en el que trabaja, forjan y cimentan el concepto de Patria y de allí el anhelo de defender ese territorio que lo asume como suyo. En respuesta a ese propósito se ofrece como guerrero voluntario.
Devela al líder, al conductor de hombres que reconoce la labor que desempeñan los paisanos que integran sus escuadrones gauchos. En este documento reivindica a sus gauchos valerosos e indómitos; y manifiesta la confianza que ellos serán sólidos artífices de la libertad de América.27
Destaca la generosidad de los hombres de la tierra que ofrecían los pocos recursos que tenían en beneficio de la causa emancipadora. Esta ofrenda desinteresada abarcaba tanto lo material como el servicio dentro de las tropas que participaban en las acciones de hostigamiento al ejército español. 28 Otro rasgo de los escuadrones gauchos que era la bravura, valentía y arrojo, que lograba poner en fuga a las fuerzas enemigas.29
Una orden que ofrece la medida de los kilates del jefe que lidera a un vasto conjunto de escuadrones gauchos, distribuidos en un extenso territorio y que actuaban con denuedo; es el reconocimiento de sus hombres a través de la sanción del llamado “Fuero Gaucho”.
Precede a la sanción del Fuero Gaucho en 1818, el reglamento del 14 de enero de 1801, que contiene disposiciones precisas sobre el fuero militar de las milicias. Güemes en oficio enviado al Director Supremo Pueyrredón dictó el bando sobre la perpetuidad del fuero militar correspondiente a sus escuadrones de gauchos, bando que fue plenamente aprobado sin objeción alguna por Pueyrredón, confirmando en toda su amplitud el fuero que hasta entonces venían gozando las dichas milicias gauchas por imperio del Reglamento de 1801. El Fuero consolidaba los privilegios que ya gozaban las milicias desde tiempos pretéritos sin perjuicio y en momentos en que se necesitaba de las tropas criollas. 30
1 María Irene Romero, es profesora de Historia en la Universidad Católica de Salta, miembro del Instituto San Felipe y Santiago de Estudios Históricos de Salta, Socia activa del Instituto Güemesiano de Salta; miembro de la Mesa Panamericana de Mujeres- Salta.
11 Benito Honorato Pistoia, El Pensamiento Político de Güemes, Salta, Artes Gráficas, 1978, p. 18.
12 Güemes, Luis, Ob. Cit. t. 2, p. 25.
13 Güemes, Luis, Ob. Cit. t. 3, p. 43-44.
14 Ídem., p. 308-310.
15 Ídem., p. 48.
16 Ídem., p. 47.
17 Güemes, Luis, Ob. Cit. t.5, p. 71-73.
18 Güemes, Luis, Ob. Cit. t. 6, p. 384-385.
19 Ídem., p. 390-391.
20 Ídem., p. 439.
21 Ídem., p. 439-441.
22 Güemes, Luis, Ob. Cit., t. 3, p. 48.
23 Ídem., p. 472-474.
24 Güemes, Luis, Ob. Cit., t. 6, p. 155-159. Carta de Güemes a Belgrano, en el cuartel de Huacalera el 6 de noviembre de 1816.
25 Güemes, Luis, Ob. Cit., t. 8, p. 429-431.
26 Güemes, Luis, Ob. Cit., t. 9 p. 330-331. Oficio de Güemes al Gobernador de Buenos Aires, fechado el 11 de julio de 1820.
27 Güemes, Luis, Ob. Cit., t. 2, p. 301-303. Una Proclama de 23 de febrero de 1815.
28 Güemes, Luis, Ob. Cit., t. 4, p. 69-70. Oficio de Güemes al director Juan Martín de Pueyrredón, fechado el 17 de octubre de 1816.
29 Ídem., p. 42-43. Proclama de Güemes a los salteños del 27 de setiembre de 1816.
30 Güemes, Luis., Ob. Cit., t 7. p. 441.