San Lorenzo Fiesta de Las Violetas y de las buenas mozas
Llega el 10 de agosto fiesta de San Lorenzo, en la capital del alegre pueblo de ese nombre y cuna del Héroe de “La Tablada” Don José Eustaquio Méndez, llamado el “Moto Méndez”. Desde el día antes se movilizan los devotos desde Tarija que van algunos a cumplir su promesa y otros en...



Llega el 10 de agosto fiesta de San Lorenzo, en la capital del alegre pueblo de ese nombre y cuna del Héroe de “La Tablada” Don José Eustaquio Méndez, llamado el “Moto Méndez”.
Desde el día antes se movilizan los devotos desde Tarija que van algunos a cumplir su promesa y otros en busca de un reposo para las fatigas de esta vida.
Cuando no había camino carretero, la ruta Tarija - San Lorenzo, era un sólo cordón de gente, a pie, a caballo, en animal mular, hasta en burro, por San Mateo camino de herradura.
Desde el paso del río “Guadalquivir”, puente de “Tomatitas” hasta la altura de “El Rancho”, comenzaban a atender a la caravana de promesantes, las mujeres del campo, con pasteles fritos, empanadas de queso, canelado con singani, chicha, aloja, platos criollos, picante de gallina “ají chapaco”, chancao, tamales, etc. Eran columnas interminables de gente, formando una sola línea a la vera del camino, hasta la entrada del pueblo de San Lorenzo.
En el trayecto había canto, romance, pecado, lujuria. También devoción, rezo y arrepentimiento.
El pueblo ostentaba su estreno en homenaje de su Santo casi nadie se quedaba sin “estrenar”.
También presentaba un aspecto limpio, casitas pintadas de todos colores, banderitas de papel y flores colgaban en las calles, banderitas coloradas de trapo pendían de una caña bambú llamando a la chicha que había en abundancia.
Desde su ingreso, el visitante se predisponía al festejo, camaretas, cohetes, globos de colores en papel de seda lanzados al espacio; bombo, caña, camacheña, repique de campanas recibían al devoto.
Se llegaba al templo. En su plazuelita se veían bellas chapaquitas mimosas, mañaneras y secretonas, bellas señoritas del pueblo ostentando su tipo andaluz: ¡Dios y San Lorenzo..! amparen al mortal de todo pecado.
Se cantaba de puro amor ante tanta belleza...
Tus ojitos y los míos
se miran con afición,
y parece que dicen,
lo que siente el corazón.
Robada me la ’i llevar
De San Lorenzo al mollar...
Robada me la ’i llevar...
Pa’ que las malas lenguas,
no tengan pa’ quien hablar
Robada me la ’i llevar...
Eres muy linda vidita
muy buena de corazón
eres la bella florcita,
de este florido rincón.
Robada me la ’i llevar
De San Lorenzo al mollar...
En qué jardín te has criado
bella maceta de flores,
que no tienes quince años,
y cautivas a los hombres
¡Hay que evitar la tentación...!!
Se entra al templo. Allí está San Lorenzo, joven, bien vestido, lampiño, presidiendo al festejo. También está contento de ver sus devotas; recatadas y mimosas con la fragante violeta en la mano.
El Santo lleva en su diestra mano una larga parrilla donde los infieles lo chicharronearon.
Pasada la misa mayor el Santo está listo a salir en procesión. Repican las campanas y revientan camaretas, suena el bombo, cañeros, chunchos, tambor, quenilla; ¡Gran algaraza! la plaza llena de gente, calles repletas de gentío. La procesión solemne recorre las principales calles del pueblo, acompañada de sus devotos y bailarines chunchos, cohetes, globos, cañeros, y la banda de música traída de Tarija.
Pasada la procesión, regresa el Santo a su templo. Allí recibe la súplica, el llamado, el llanto del desamparado, del doliente, del arrepentido... “Patrón San Lorenzo, perdona mis pecados”... El escucha, es indulgente, perdona al renuente, al descreído. ¡También es severo!
Afuera, comienza la alegría, el piropo, el requiebro. Te quiero... no te quiero... La gente se dispersa por todo ello, algunos a visitar a la comadre, al compadre, parientes, etc.
Chicha, vino, taba, riña de gallos, pinta, crap, juego a la ruleta, etc. ¡Es la fiesta...! Para eso han venido los “cotos” tarijeños a gastar con los bolsillos repletos.
Se va a la banda del pueblo. Allí está la rica “agua ’i anchi”, “el chanchito al horno”, “el chancao”, los tamales, el “ají de conejos”, “el picante de gallina”, “la ranga ranga”, “las famosas empanadas y rosquetes blanqueados”, “las ricas masitas rellenas con dulce de lacayote”, preparadas por manos expertas de las Sanlorenceñas”.
Allí se juega la carrera de los “encostalados”, la “gallina ciega”, el “palo ensebado”, el “ancla y el borrachito”, etc. Lo más sobresaliente de todo esto, es la famosa toreada o corrida de toros que se la realizaba en la plazuelita adyacente a la Iglesia cercada por palos. Desde tribunas especiales se espectaba dando lugar a grandes carcajadas por lo que acontecía, con los toreros y toros; en algunos casos se tenía que lanzar cohetes al toro para enfurecerlo.
Entre el follaje florido de sus tapiales, se escuchaba el dulce concierto de la chulupía, y el tarajchi, conjunto de guitarras, la caña, la camacheña, canto, baile, multicolores ruedas de mozas alegres, el rumor del arroyo, y el verdor de su campo costero....!!!
Arde el pueblito. Al atardecer pasan parejas de sellistas, monteñas, canasmoreñas, rancheras, tarija- cancheñas, cantando coplas en tonadas de San Lorenzo, a pie, a caballo, mozas, solteras y casadas con el mancebo al lado.
La gente de abolengo en sus residencias, guardan recato, distinción, agazajando al visitante, pariente, amigo o compadre, con el asado de capón al horno, puchero de cordero o picante, rociado luego con el rico vino de Sella.
¡Que tiempos aquellos...! “le invito comadre”, “le pago compadre” y con el “agua’i anchi” subido a la cabeza, se recorre el verso cantando en tonada de San Lorenzo:
Casado soy pero quiero
volverme a casar de nuevo,
porque la mujer que tengo,
no sabe soplar el fuego.
Robada me la ’i llevar
de San Lorenzo al mollar,
en el rancho la ’i gozar,
y en Tarija la ’i botar.
Toda la vida soy verde
como la hoja de un nogal,
hecho estoy a ver desprecios
y también a pagar mal.
Vení vidita cantemos
vení sentate a mi lau,
haceme feliz un rato,
ya que soy tan desgraciau.
Para que amanece el diya
si luego ha de anochecer,
para que es querer a nadie,
si no ha de permanecer.
Todas las enfermedades
se me curan si me miras,
sin duda tus ojos son,
remedio pa’ mis heridas.
San Lorenzo está en el cielo
eso no lo ignoro yo
y también está en la tierra,
la Lorenza que adoro yo.
Si esta mujer no me quiere
qué hago yo con afligirme,
a mí no me ha de faltar
otra con quien divertirme.
Cuando dos se quieren bien
con los ojos se saludan,
que también los ojos hablan
cuando la lengua está muda.
Aquí dentro de mi pecho
tengo una fragua metida,
cuándo dormirá ese herrero
que trabaja noche y diya.
A las orillas de un río
me puse a considerar:
Así corren nuestras vidas,
como los riyos al mar.
Corazón qué vais hacer
enredado en un pesar,
con penas y tanto llanto
continuamente llorar.
Llega la octava. Allí acontece igual que el día de fiesta.
Así es el bello pueblo de San Lorenzo... Como bien cantaba su poeta “Oscar Alfaro”; “Soy de aquél valle de las flores” ... “Canto con el alma la cueca chapaca. ¡Viva San Lorenzo! ...
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Desde el día antes se movilizan los devotos desde Tarija que van algunos a cumplir su promesa y otros en busca de un reposo para las fatigas de esta vida.
Cuando no había camino carretero, la ruta Tarija - San Lorenzo, era un sólo cordón de gente, a pie, a caballo, en animal mular, hasta en burro, por San Mateo camino de herradura.
Desde el paso del río “Guadalquivir”, puente de “Tomatitas” hasta la altura de “El Rancho”, comenzaban a atender a la caravana de promesantes, las mujeres del campo, con pasteles fritos, empanadas de queso, canelado con singani, chicha, aloja, platos criollos, picante de gallina “ají chapaco”, chancao, tamales, etc. Eran columnas interminables de gente, formando una sola línea a la vera del camino, hasta la entrada del pueblo de San Lorenzo.
En el trayecto había canto, romance, pecado, lujuria. También devoción, rezo y arrepentimiento.
El pueblo ostentaba su estreno en homenaje de su Santo casi nadie se quedaba sin “estrenar”.
También presentaba un aspecto limpio, casitas pintadas de todos colores, banderitas de papel y flores colgaban en las calles, banderitas coloradas de trapo pendían de una caña bambú llamando a la chicha que había en abundancia.
Desde su ingreso, el visitante se predisponía al festejo, camaretas, cohetes, globos de colores en papel de seda lanzados al espacio; bombo, caña, camacheña, repique de campanas recibían al devoto.
Se llegaba al templo. En su plazuelita se veían bellas chapaquitas mimosas, mañaneras y secretonas, bellas señoritas del pueblo ostentando su tipo andaluz: ¡Dios y San Lorenzo..! amparen al mortal de todo pecado.
Se cantaba de puro amor ante tanta belleza...
Tus ojitos y los míos
se miran con afición,
y parece que dicen,
lo que siente el corazón.
Robada me la ’i llevar
De San Lorenzo al mollar...
Robada me la ’i llevar...
Pa’ que las malas lenguas,
no tengan pa’ quien hablar
Robada me la ’i llevar...
Eres muy linda vidita
muy buena de corazón
eres la bella florcita,
de este florido rincón.
Robada me la ’i llevar
De San Lorenzo al mollar...
En qué jardín te has criado
bella maceta de flores,
que no tienes quince años,
y cautivas a los hombres
¡Hay que evitar la tentación...!!
Se entra al templo. Allí está San Lorenzo, joven, bien vestido, lampiño, presidiendo al festejo. También está contento de ver sus devotas; recatadas y mimosas con la fragante violeta en la mano.
El Santo lleva en su diestra mano una larga parrilla donde los infieles lo chicharronearon.
Pasada la misa mayor el Santo está listo a salir en procesión. Repican las campanas y revientan camaretas, suena el bombo, cañeros, chunchos, tambor, quenilla; ¡Gran algaraza! la plaza llena de gente, calles repletas de gentío. La procesión solemne recorre las principales calles del pueblo, acompañada de sus devotos y bailarines chunchos, cohetes, globos, cañeros, y la banda de música traída de Tarija.
Pasada la procesión, regresa el Santo a su templo. Allí recibe la súplica, el llamado, el llanto del desamparado, del doliente, del arrepentido... “Patrón San Lorenzo, perdona mis pecados”... El escucha, es indulgente, perdona al renuente, al descreído. ¡También es severo!
Afuera, comienza la alegría, el piropo, el requiebro. Te quiero... no te quiero... La gente se dispersa por todo ello, algunos a visitar a la comadre, al compadre, parientes, etc.
Chicha, vino, taba, riña de gallos, pinta, crap, juego a la ruleta, etc. ¡Es la fiesta...! Para eso han venido los “cotos” tarijeños a gastar con los bolsillos repletos.
Se va a la banda del pueblo. Allí está la rica “agua ’i anchi”, “el chanchito al horno”, “el chancao”, los tamales, el “ají de conejos”, “el picante de gallina”, “la ranga ranga”, “las famosas empanadas y rosquetes blanqueados”, “las ricas masitas rellenas con dulce de lacayote”, preparadas por manos expertas de las Sanlorenceñas”.
Allí se juega la carrera de los “encostalados”, la “gallina ciega”, el “palo ensebado”, el “ancla y el borrachito”, etc. Lo más sobresaliente de todo esto, es la famosa toreada o corrida de toros que se la realizaba en la plazuelita adyacente a la Iglesia cercada por palos. Desde tribunas especiales se espectaba dando lugar a grandes carcajadas por lo que acontecía, con los toreros y toros; en algunos casos se tenía que lanzar cohetes al toro para enfurecerlo.
Entre el follaje florido de sus tapiales, se escuchaba el dulce concierto de la chulupía, y el tarajchi, conjunto de guitarras, la caña, la camacheña, canto, baile, multicolores ruedas de mozas alegres, el rumor del arroyo, y el verdor de su campo costero....!!!
Arde el pueblito. Al atardecer pasan parejas de sellistas, monteñas, canasmoreñas, rancheras, tarija- cancheñas, cantando coplas en tonadas de San Lorenzo, a pie, a caballo, mozas, solteras y casadas con el mancebo al lado.
La gente de abolengo en sus residencias, guardan recato, distinción, agazajando al visitante, pariente, amigo o compadre, con el asado de capón al horno, puchero de cordero o picante, rociado luego con el rico vino de Sella.
¡Que tiempos aquellos...! “le invito comadre”, “le pago compadre” y con el “agua’i anchi” subido a la cabeza, se recorre el verso cantando en tonada de San Lorenzo:
Casado soy pero quiero
volverme a casar de nuevo,
porque la mujer que tengo,
no sabe soplar el fuego.
Robada me la ’i llevar
de San Lorenzo al mollar,
en el rancho la ’i gozar,
y en Tarija la ’i botar.
Toda la vida soy verde
como la hoja de un nogal,
hecho estoy a ver desprecios
y también a pagar mal.
Vení vidita cantemos
vení sentate a mi lau,
haceme feliz un rato,
ya que soy tan desgraciau.
Para que amanece el diya
si luego ha de anochecer,
para que es querer a nadie,
si no ha de permanecer.
Todas las enfermedades
se me curan si me miras,
sin duda tus ojos son,
remedio pa’ mis heridas.
San Lorenzo está en el cielo
eso no lo ignoro yo
y también está en la tierra,
la Lorenza que adoro yo.
Si esta mujer no me quiere
qué hago yo con afligirme,
a mí no me ha de faltar
otra con quien divertirme.
Cuando dos se quieren bien
con los ojos se saludan,
que también los ojos hablan
cuando la lengua está muda.
Aquí dentro de mi pecho
tengo una fragua metida,
cuándo dormirá ese herrero
que trabaja noche y diya.
A las orillas de un río
me puse a considerar:
Así corren nuestras vidas,
como los riyos al mar.
Corazón qué vais hacer
enredado en un pesar,
con penas y tanto llanto
continuamente llorar.
Llega la octava. Allí acontece igual que el día de fiesta.
Así es el bello pueblo de San Lorenzo... Como bien cantaba su poeta “Oscar Alfaro”; “Soy de aquél valle de las flores” ... “Canto con el alma la cueca chapaca. ¡Viva San Lorenzo! ...
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