Libros de la Biblia Jonás
Autor: Jonás Tema: Rebelión Fecha: Durante el reinado de Jeroboam II (793-753 a.C.) Lugar: Reino del Norte En el capítulo 1, Jonás es llamado por Jehová a cumplir una gran comisión: que vaya a Nínive y advierta a sus ciudadanos que Dios destruirá su ciudad en 40 días. Pero Jonás...



Autor: Jonás
Tema: Rebelión
Fecha: Durante el reinado de Jeroboam II (793-753 a.C.)
Lugar: Reino del Norte
En el capítulo 1, Jonás es llamado por Jehová a cumplir una gran comisión: que vaya a Nínive y advierta a sus ciudadanos que Dios destruirá su ciudad en 40 días. Pero Jonás aborda un barco que se dirige en dirección opuesta, a Tarsis, que estaba al Sur (v.3). La ciudad de Nínive era la capital del imperio Asirio y, hasta su caída en 612 a.C. fue la ciudad más grande de aquel tiempo y cruel en extremo. Se encontraba sobre el río Tigris y estaba al oriente.
La rebelión de Jonás hacia Jehová fue tramada con su huida a Tarsis, “Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave” (v.4), y los marineros reprendieron a Jonás, que dormía en plena tempestad sin importarle el peligro, y dijeron cada uno a su compañero: Venid y echemos suertes para que sepamos por causa de quién nos ha venido este mal. Y echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás (v.7).
Jonás les contó que huía de Dios, y los hombres temieron. Jonás les pidió que lo echaran al mar para que éste se calmara (v.12), pero ellos trataron de volver la nave a tierra, y al no lograrlo, decidieron sacrificar a Jonás. “Entonces clamaron a Jehová y dijeron: Te rogamos ahora, Jehová, que no perezcamos nosotros por la vida de este hombre, ni pongas sobre nosotros la sangre inocente; porque tú, Jehová, has hecho como has querido” (v.14). Echaron a Jonás al mar y éste se aquietó (v.15). “Pero Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás; y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches” (v.17), y desde allí oró a Jehová reconociendo el juicio de Dios en su vida, “Y mandó Jehová al pez, y vomitó a Jonás en tierra” (2:10).
En el capítulo 3, Jehová habla a Jonás por segunda vez para que vaya a Nínive: “Y se levantó Jonás, y fue a Nínive conforme a la palabra de Jehová. Y era Nínive ciudad grande en extremo, de tres días de camino” (v.3).
Predicó Jonás diciendo que Nínive sería destruida en 40 días “Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos” (v.5). Al convertirse cada uno de su mal camino, Dios los perdonó.
“Pero Jonás se apesadumbró en extremo, y se enojó” (4:1) porque sabía que Dios perdonaría a los de Nínive.
Nuestros pecados siempre nos van a alcanzar, pues Dios conoce la terquedad del corazón, y tiene paciencia con sus hijos, pero llega el tiempo que tiene que corregirnos y nos envía su juicio y levanta una tormenta en nuestras vidas, al igual que en la de Jonás.
“Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos. No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y con freno, porque si no, no se acercan a ti” (Sal 32:8-9).
Huir de Dios quiere decir: estar alejados de la voluntad de Él. Un hijo de Dios que huye de su presencia nunca podrá alcanzar sus metas y sus objetivos, y siempre vivirá una vida de frustración. Hebreos 12:5-6 dice: “y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por Él; porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo”.
Tema: Rebelión
Fecha: Durante el reinado de Jeroboam II (793-753 a.C.)
Lugar: Reino del Norte
En el capítulo 1, Jonás es llamado por Jehová a cumplir una gran comisión: que vaya a Nínive y advierta a sus ciudadanos que Dios destruirá su ciudad en 40 días. Pero Jonás aborda un barco que se dirige en dirección opuesta, a Tarsis, que estaba al Sur (v.3). La ciudad de Nínive era la capital del imperio Asirio y, hasta su caída en 612 a.C. fue la ciudad más grande de aquel tiempo y cruel en extremo. Se encontraba sobre el río Tigris y estaba al oriente.
La rebelión de Jonás hacia Jehová fue tramada con su huida a Tarsis, “Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave” (v.4), y los marineros reprendieron a Jonás, que dormía en plena tempestad sin importarle el peligro, y dijeron cada uno a su compañero: Venid y echemos suertes para que sepamos por causa de quién nos ha venido este mal. Y echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás (v.7).
Jonás les contó que huía de Dios, y los hombres temieron. Jonás les pidió que lo echaran al mar para que éste se calmara (v.12), pero ellos trataron de volver la nave a tierra, y al no lograrlo, decidieron sacrificar a Jonás. “Entonces clamaron a Jehová y dijeron: Te rogamos ahora, Jehová, que no perezcamos nosotros por la vida de este hombre, ni pongas sobre nosotros la sangre inocente; porque tú, Jehová, has hecho como has querido” (v.14). Echaron a Jonás al mar y éste se aquietó (v.15). “Pero Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás; y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches” (v.17), y desde allí oró a Jehová reconociendo el juicio de Dios en su vida, “Y mandó Jehová al pez, y vomitó a Jonás en tierra” (2:10).
En el capítulo 3, Jehová habla a Jonás por segunda vez para que vaya a Nínive: “Y se levantó Jonás, y fue a Nínive conforme a la palabra de Jehová. Y era Nínive ciudad grande en extremo, de tres días de camino” (v.3).
Predicó Jonás diciendo que Nínive sería destruida en 40 días “Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos” (v.5). Al convertirse cada uno de su mal camino, Dios los perdonó.
“Pero Jonás se apesadumbró en extremo, y se enojó” (4:1) porque sabía que Dios perdonaría a los de Nínive.
Nuestros pecados siempre nos van a alcanzar, pues Dios conoce la terquedad del corazón, y tiene paciencia con sus hijos, pero llega el tiempo que tiene que corregirnos y nos envía su juicio y levanta una tormenta en nuestras vidas, al igual que en la de Jonás.
“Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos. No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y con freno, porque si no, no se acercan a ti” (Sal 32:8-9).
Huir de Dios quiere decir: estar alejados de la voluntad de Él. Un hijo de Dios que huye de su presencia nunca podrá alcanzar sus metas y sus objetivos, y siempre vivirá una vida de frustración. Hebreos 12:5-6 dice: “y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por Él; porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo”.