Mujeres al volante, un oficio que se expande
El popular dicho machista “mujer al volante, peligro constante”, es falso. Así lo demuestra un estudio que revela que la pareja más segura al volante es la mujer conduciendo y el hombre como copiloto. Esta combinación, pese a no ser la más habitual en nuestras carreteras, registra una...



“Mi marido no para de gritarme cuando conduzco”. “Las mujeres no saben parquear” o “Los hombres nunca escuchan…” Todos hemos oído alguna vez estas frases, pero cuando hablamos de seguridad vial… ¿Los tópicos sexistas se corresponden con la realidad? La respuesta es rotundamente no, según datos de Línea Directa.Poco hemos escuchado de accidentes protagonizados por taxistas mujeres, el estudio indica que las mujeres, a igual cantidad de kilómetros recorridos, participan en menos accidentes graves (con heridos y/o muertos) que los varones, en una proporción que va de dos a cinco veces (dependiendo del país de análisis).Pero, por supuesto, las mujeres también protagonizan y, muchas veces causan accidentes pero, mayoritariamente, de menor gravedad. Las causas más frecuentes en las mujeres, según el estudio, suelen ser: errores en maniobras de giro y en intersecciones y al circular marcha atrás; mientras que en los hombres, las causas más comunes son: sobrepasos inadecuados, exceso de velocidad y conducir alcoholizado.En Tarija hay 35 mujeres taxistas que desafían la frase “Mujer al volante, peligro constante”. Sin embargo y aunque han existido mujeres taxistas en Bolivia desde 1990, la industria continúa siendo un asunto de hombres. Casi el 99% de los conductores en Tarija son varones, aunque el oficio va en crecimiento. En 2012 sólo había 21 mujeres taxistas en la ciudad. El motivo de esta disparidad parece tener menos con la discriminación laboral que con la vulnerabilidad ante la violencia física. “Antes teníamos más mujeres en la base, quizás el asunto de los asaltos, asesinatos, la seguridad en general influye”, dice la operadora de una agencia de taxis, que presta servicio en la ciudad. “Cuando estoy detrás del volante, ¡soy un hombre!”. Así se describe, medio bromeando medio en serio, la taxista Martha López (40), una de las pocas mujeres en un oficio que sigue siendo predominante masculino.Martha trabaja de siete de la mañana a siete de la noche, lleva un niño de dos años en el asiento delantero, no se trata de un pasajero sino de Luis, su hijo menor. Durante todo el trayecto el niño juguetea con el cinturón de seguridad mientras succiona su mamadera.El asiento se ha convertido en su corralito de juegos y a la vez en su pequeña cuna de medio metro. A momentos observa al pasajero por el costado como quien juega a las escondidas; lo hace siempre que sube alguien, sin embargo a menudo se duerme abrazado del asiento. “Hasta que descansa”, dice su madre_ la conductora del taxi_ quien concentrada en su labor pone el guiñador, oprime el freno, pisa el embriague, cambia de caja y dobla la esquina mientras comenta que ya son ocho años los que trabaja en ese oficio. “Empecé a trabajar con mi marido pero no funcionó, a mí siempre me gustó manejar y conversar con la gente”, cuenta y revela que decidió aprender a manejar cuando despidieron a su esposo del trabajo. Además añade con risas que la frase: “Mujer al volante, peligro constante”, para ella es sólo un chiste, ya que su labor diaria le ha enseñado a conducir mejor que un varón. “Sé todo sobre autos, incluso de mecánica”, detalla. A pesar del duro trabajo las mujeres que se dedican a este oficio se reconocen más delicadas, comprensivas, limpias, respetuosas, solidarias y tranquilas al manejar. Tanto es así, que muchos pasajeros las prefieren por sobre los conductores hombres. Empero, Martha revela que aún escucha comentarios como “uhh... subir al taxi con una mujer debe ser toda una aventura” o “es la primera vez que me lleva una mujer”, frases a las que ella responde: “si quiere caballero puede bajarse y tomar un taxi conducido por un hombre” pero “nunca se bajan”, dice sonriente. Cuenta que su niño se acostumbró a ser su fiel “copiloto”, le gusta estar en el taxi y pasear por diferentes lugares. Él ya sabe que sacar la mano por la ventana es malo, que cuando sube al auto debe ponerle el seguro a la puerta, que su mamadera no debe colocarla donde está la caja de cambio sino en la cajuela y que es mejor siempre llevar su mantilla y una chompa por si cambia el clima. Según una encuesta realizada por El País eN, no son muchas las mujeres taxistas en Tarija pero progresivamente se van incorporando más a un mundo que hasta hace poco parecía “cosa de hombres”. En nuestra ciudad hay 35 mujeres taxistas de un total de 2.000 radiotaxis distribuidos en poco más de 9 empresas de radio móviles. La operadora del radiotaxi Full Móvil, donde hay 11 mujeres taxistas, manifestó que el ser mujer siempre implica algunos riesgos y roces en el trabajo, sin embargo aclaró que los derechos de las trabajadoras nunca fueron vulnerados. “Los sueldos y los horarios son para todos por igual”, dice, inclusive revela que ella también conduce un radiotaxi y que es propietaria del mismo.Cuenta que los requisitos para ser una mujer taxista son los mismos que para un hombre. Se trata de tener una licencia de conducir y poseer el certificado de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (Felcc) que acredite una buena conducta. El trabajo de taxis es de 24 horas que deben ser cumplidas en turnos. Los horarios en un día normal son de 6:30 a 9:30 y en la tarde de 12:30 a 15:30. Los horarios nocturnos comprenden de 24:30 a 6:30 de la mañana, se deben cumplir día por medio y están programados de lunes a domingo según cronograma de turnos.Muchas mujeres taxistas comparten el vehículo con sus maridos, “ellos suelen trabajar por la noche y nosotras de día porque es más combinable si se tienen hijos”, dice Carmen Díaz quien se pone al volante a las 8:30 y se retira a las 16:30. El peligro de ser una mujer taxistaBorrachos, delincuentes y clientes burlones es el plato de cada día y sobre todo los fines de semana, pues es cuando las mujeres al volante deben aguantar las burlas de los pasajeros, sin embargo “saben darse su lugar”. Martha cuenta que son pocas las que trabajan de manera independiente brindando el servicio de taxi debido a que el pertenecer a una línea de radiotaxis les brinda mayores garantías. “Si hay algún inconveniente llamamos a la central marcando un número y en ese momento vienen todos nuestros compañeros”, revela. “El trabajo es duro, hay que andar a las vivas. Cuidarse de policías extorsionadores y de los asaltantes, además de medir tiempos para llegar puntualmente a recoger a los hijos y hacer las labores en la casa, pero me gusta. Con este trabajo he redescubierto la ciudad”, dice Claudia, otra mujer taxista. Cuenta que su padre le dejó de hablar durante tres meses porque no quería que ella se dedicara a un oficio tan peligroso. “Me decía que era peligroso y que nunca podía confiar en los pasajeros que subían al auto”, dice. Revela que fue acosada por un pasajero que intentó abrazarla y averiguar su número de teléfono. “Más bien estaba en el centro de la ciudad y pare en el mercado Central y ahí le pedí que se bajará”, relata.Los chismes de taxiEl taxi es un habitáculo pequeño de paso, donde hay muchas personas que se abren a sus problemas y a sus penas. Otras conversan sobre sus secretos y fechorías, sin embargo hay quienes olvidan que el oído y la concentración de una mujer son facultades superiores a las de un hombre. “A veces creo que actuamos como una terapia porque sabemos escuchar pero otras veces es mejor no meterse en las conversaciones”, dice Martha. Cuenta que el taxi se ha convertido en un escape en su real dimensión, relata que siempre que hay una discusión de pareja en la calle, la mujer o el hombre opta por tomar un taxi. “A veces no saben ni dónde los voy a llevar pero se calman, conversan y me dan una dirección”, dice. Afirma que ha visto llorar a muchas personas, a otras sonreír e incluso ha escuchado conversaciones “que no debió oír”. Entre tantos chismes recuerda que una vez un par de médicos subieron a su taxi y se pusieron a conversar sobre la necesidad de dinero que tenía uno de ellos. “Invéntate una operación es abrir y cerrar”, le aconsejó el uno al otro.También revela una anécdota, la de una señora de 80 años que le confesó, en un largo trayecto de 100 kilómetros, que iba a casarse con su vecino, pues era la única fórmula de dejarle toda su herencia y que no la recibiera su sobrino, único heredero y que apenas la llamaba.Claudia en cambio cuenta que ha llevado a moteles y a clubes nocturnos a personas conocidas en el medio y que incluso quisieron darle propina para que nunca cuente esto, sin embargo no recibió la propina y tampoco nos precisó de qué personas se trataba.Como Carmen, Claudia y Martha al menos 35 mujeres que trabajan como taxistas en la ciudad abren brecha para posicionarse como parte de un engranaje para la movilidad de la ciudad, lo hacen cada día a pesar de las trabas que les imponen sus colegas y los mismos usuarios.
Aparecen nuevos oficios para las mujeres
Con el caos que se vive en la ciudad de Tarija y las pocas oportunidades que hay de empleo, han surgido nuevos oficios donde antes no veíamos que las mujeres participaran frecuentemente.La discriminación hacia la mujer taxista Camila (taxista) asegura que existe discriminación de la mujer en su sector, como en todos, pero insiste en que a nivel personal, ella no la sufre y que los clientes cada vez se sorprenden menos de ver un taxi conducido por una mujer.“Tenemos que tener un hueco en el mundo del taxi y eso es lo normal”, reivindica, al tiempo que asegura que otras compañeras sí sufren algún tipo de discriminación “y no me gusta que la haya en ningún sector”, dice. Añade con una sonrisa que una “mujer al volante es una seguridad constante”.
“La cholita taxista” Felisa Titirico
Felisa Titirico Apaza tiene 69 años de vida, 47 de ellos los pasó detrás del volante, pues a los 18, al cumplir la mayoría de edad, obtuvo su licencia de conducir con la que pudo manejar desde taxis hasta carros areneros. Una vez que dominó el timón de los autos, se arriesgó a los coches de carrera; con el tiempo, este oficio le dio la satisfacción y el orgullo de ser chofer, incluso, de mujeres ministras. Se trata de Felisa, una mujer de pollera que quedó huérfana a los 12 años, pero la Alcaldía de La Paz le entregó a finales de los años 90 un reconocimiento por ser la primera mujer de pollera tras el volante.Felisa es una mujer jovial que aún mantiene su lengua materna, el aymara. Cuenta que el gusto por los autos empezó a sus 14 años, cuando sus dos hermanos, Marcelino y Dionisio, le enseñaron a conducir un camión; a sus 15, ella recorría la carretera de su provincia. Pero, recién en 1977, cuando ella tenía 35, sacó su licencia de conducir. “Me presenté al examen confiada de mis conocimientos y de 300 postulantes sólo 150 aprobaron y entre ellos estaba yo como la única mujer; ese fue el día más feliz de mi vida y mi pase a las ligas mayores en el trasporte pesado”. A partir de ese momento, Felisa, con “brevet” en mano, manejó todo tipo de vehículos, desde camionetas hasta camiones areneros.La pasión por los autos la llevó a competir en carreras nacionales como la Doble Huarina, en 1980, y la Doble Tiquina, en 1988. De esa última, aún guarda el recuerdo del accidente en la que ella perdió el control de su coche por exceso de velocidad y dio cuatro vueltas de campana. Pese a su éxito en las pistas, decidió dejar las competencias; sin embargo, la pasión continuó así que decidió trabajar como taxista. Fue chofer de la entonces ministra de Asuntos Campesinos, Tomasa Yarhui (2002), Silvia Amparo, también Ministra de Asuntos Campesinos, en 2003, Remedios Losa, diputada, en 2005, y Cristina Corrales, presidente del Consejo de la Alcaldía, también en ese año.