El Viborón, el “dueño y señor” del Pilcomayo
Corre el mes de noviembre de 2016 y una vez más los pescadores de Villa Montes aseguran haber visto al “Viborón”.



Una suerte de réptil mítico, que según pescadores, habita en el caudaloso río Pilcomayo. Lo describen como un animal que podría medir de entre 30 a 50 metros.
Para algunos se trata de una víbora enorme, que tiene una cabeza que se asemeja a la de un mamífero, de ésta sobresalen dos enormes ojos rojos que brillan de noche, dándole el poder de hipnotizar a quien se anime a ingresar a las turbias aguas.
El Viborón se ha convertido en una leyenda que ha pasado de generación en generación, sobre todo en las comunidades que se encuentran a lo largo del cauce del río Pilcomayo, especialmente en la región del Chaco.
Desde pescadores citadinos, criollos y hasta indígenas, cuentan sus apariciones dándole a la leyenda distintos matices, a tal punto que ésta adquiere particular significado espiritual para los pueblos Weenhayek, Guaraní y Tapiete. Pese a no haber aún registros científicos de su existencia, los relatos sobre el animal trascienden incluso a territorios argentinos y paraguayos.
Pero es en Villa Montes donde sin duda el animal ha sido asumido como parte del conocimiento popular, dando por sentado su existencia, pues allí habría tenido lugar uno de los avistamientos más recordados. Cuentan que unas 30 personas estaban en las playas del Pilcomayo por el sector de El Chorro en El Angosto, de pronto al atardecer vieron cómo emergió una enorme víbora que sin miedo alguno los contempló durante unos cinco minutos.
Relatan que era el año 1990, la temporada de pesca había iniciado y los pescadores concurrían con sus familias a El Chorro, lugar que era popular por tener un embalse amplio en el que se generaba buena pesca de sábalo.
Los pescadores acompañados de sus familias se habían organizado por equipos para pescar a manera de pasar la jornada y distenderse, mientras algunos supervisaban lo que capturaban las redes. Fue entonces cuando cerca de la banda de enfrente surgió un extraño busto negro que confundieron con un tronco grande o incluso un ser que levitaba.
Don Isidoro A. es un pescador criollo retirado, que se introdujo al oficio por necesidad junto con su padre desde los 10 años. Él fue una de las personas que vivió este avistamiento.
Dice que conoce el río, ha nadado en él y se ha zambullido para desenganchar anzuelos o redes, (una de las actividades más peligrosas en la pesca); sin embargo asegura que nunca había visto algo similar como el Viborón, por lo que el avistamiento lo dejó marcado para toda su vida. Ahora él se dedica al transporte y a ha procurado para sus hijos una vida distinta a la que le tocó vivir, pues la vida del pescador -según dice con los ojos vidriosos- es dura y cada vez las ganancias son menores por la reducción de cardúmenes de sábalo y los controles excesivos.
“Estábamos ahí en el río cuando de repente uno gritó apuntando al río, todos dejamos de hacer lo que estábamos haciendo y ahí los vimos. No entendíamos qué era pero nos fuimos acercando y ya vimos su forma bien, era como una víbora color oscuro y no se le notaban bien los ojos pero sí su boca”, cuenta y agrega “se veía como de un dragón, las mujeres y los niños corrieron, los pescadores nos quedamos inmóviles para ver qué hacía el bicho, más bien se metió al agua. No podíamos creer los que vimos. Todos se pusieron a jalar sus redes para irse y de pronto volvió a aparecer río abajo de nuevo. Ahí ya se le vio un lomo encorvado cuando se metió al agua”, relata.
Las noches en el Pilcomayo
A diferencia del día cuando miles de aves, insectos y animales crean un ambiente plácido, que se acentúa por la acústica que se crea en El Angosto, durante las noches, el sonido del Pilcomayo prevalece, grave, sórdido y profundo en la oscuridad, como si en su interior chocaran piedras, transcurrieran troncos o por momentos se dieran chapuzones en la superficie.
Es en ese ambiente, oír los relatos adquiere un sentido más siniestro, alentado por la seriedad con la que los pescadores hablan del tema, acullicando coca y fumando Astoria.
Ellos cuentan que el Viborón es un animal escurridizo, que para emerger a la superficie requiere de ciertas condiciones. Sin embargo, los datos varían y existen pocas precisiones, pues se habla de que prefiere las noches sin luna de cielo abierto y estrellado, o incluso de que la mayoría de los avistamientos coinciden con la temporada de pesca.
Los indígenas en cambio, piensan que el animal sale de las profundas cuevas, que existen en el fondo del río solamente cuando siente hambre. Ya que generalmente vive durmiendo. Creen que al despertar su hambre es voraz y es saciada gracias a los cardúmenes de peces, los bagres, surubíes o dorados que llegan a tener un tamaño similar o mayor a una persona adulta.
Descripciones
Sobre su aspecto, se lo describe como una serpiente grande y gruesa de un color similar a la semilla de la sandía o totalmente negro, con una cabeza desproporcional al resto del cuerpo, que se dice está cubierto de pelos o plumas sólo en el lomo.
Tiene fauces monstruosas pero la cabeza genera contradicciones, ya que a veces la asemejan a la de un caballo, un toro e incluso un perro o un puma. Empero, muchos lo confunden con un gran busto negro, de forma humana, que levita a su voluntad sobre la superficie pese a la corriente, por lo que se cree que con su cola se aferra a las rocas fijas del fondo, lo que le da ese aspecto inmóvil que describen.
Pese a existir avistamientos diurnos, se dice que sus hábitos son especialmente nocturnos, llegando a ser muy agresivo si es molestado con la invasión de su espacio. Si esto sucede, aseguran que es capaz de hipnotizar a distancia con el poder de sus ojos rojos que tienen un brillo moderado que destaca en la oscuridad.
Con sus ojos, aseguran también, que puede atraer a quien lo mire o causar enfermedades extrañas, como la locura. Se cree que ha desarrollado un gusto especial por la carne humana, especialmente por los cuerpos inertes de personas que han fallecido a causa del ahogamiento.
Pero más allá de esto, los pescadores relatan el ya conocido “cuento de don Germán”. Dicen que se trataba de un pescador con problemas de alcohol, que estaba cruzando en su balsa el río Pilcomayo, cuando de pronto fue envuelto por el Viborón y sumergido en las profundas aguas.
Éste es el único caso en el que se atribuye al Viborón haber causado una muerte directa, pues generalmente afirman que come cadáveres o ataca a quienes entren al río en una “mala hora”.
EL VIBORÓN DESDE LA VISIÓN INDÍGENA
HISTORIAS
Pedro López es un indígena weenhayek y relata que desde la época de sus abuelos se conoce sobre la existencia del viborón en las aguas del Pilcomayo. Dice que aparece especialmente a la altura de la comunidad de Ibibobo.
Asegura que el animal no es para nada maligno, y que ellos lo consideran como un espíritu del río que se ha encargado a lo largo del tiempo de ayudar a las tribus. De hecho, dice que el viborón posee la cualidad de “cavar con su cabeza” en el fondo del río para mejorar el cauce, trabajo que realiza sobre todo en los bañados.
Recuerda que años atrás, cuando se tenía una reducción en el cauce, hacían rituales para llamar al “Lek”, nombre con el que también se lo conoce al mítico animal en la cosmovisión indígena.
De hecho, en el mundo de los pueblos originarios se cuenta una historia ocurrida en la década de los años 80, cuando dicen que el animal castigó a un pueblo indígena que se había olvidado de su cultura asumiendo la del hombre blanco, entonces provocó una inundación.
“Dicen los abuelos que esa vez se vio al bicho que salió del agua y cruzó de banda a banda el río, su cuerpo era redondo grueso y por el peso hizo rebalsar el agua, la gente que vivía por la orilla estaba tomada, corrieron al monte salvando sus animales”, relata Pedro.