Crónica de un Congreso extraño
Meriles preside el MAS Tarija que Evo no reconoce
La ejecutiva departamental no se renueva hace más de cinco años, y aunque hay representantes de ambas corrientes en Tarija, ninguna se muestra especialmente activa
La departamental tarijeña del Movimiento Al Socialismo (MAS) avanza hacia su normalización, aunque todavía tendrá notorias dificultades. La primera en reconocerlo fue Julia Ramos, histórica dirigente Bartolina y que tras muchos años en el círculo de hierro de Evo Morales ha pasado a “la resistencia”: “no tendremos la legalidad, pero tenemos la legitimidad y esperamos que pronto se vaya normalizando el partido en todo el país”.
Julia Ramos hace referencia a lo que considera un “secuestro” del aparato orgánico por parte de Evo Morales, cada vez más recluido en el Chapare, y que no reconocerá en absoluto el resultado de un Congreso Departamental promovido por lo que sería el “ala arcista”, aunque Ramos se resiste a reducir la estructura paralela del MAS en la que ejerce como vicepresidenta nacional a una mera estructura de soporte al presidente.
En el Congreso desarrollado en Camacho, municipio de Padcaya y al que acudió también el presidente de esa estructura, Grover García y el ministro de Medio Ambiente y Agua, Alan Lispeguer, resultó elegido como presidente departamental Andrés Meriles y como vicepresidenta, Cristina Romero.
Meriles dio sus primeros pasos en política con la Universidad y protagonizó una extraña campaña de revocatorio en 2018 contra el entonces alcalde Rodrigo Paz Pereira que acabó en suceso policial. Sin embargo, en los últimos años se ha desempeñado como uno de los miembros más activos de la Federación Sindical Única de Comunidades Campesinas de Tarija (FSUCCT), que también tiene sus diferencias respecto a la preferencia por Arce o por Morales.
Por el contrario, Romero es una sólida militante de las Bartolinas Sisa, verdadera cantera de cuadros y autoridades en Tarija y que da así un paso más en su formación política de la mano de Ramos, que controla a la organización tarijeña.
La posesión del nuevo dirigente se preveía para el domingo, sin embargo, los convocados decidieron acelerar el paso y concluir de madrugada arruinando entre otras cosas la tapa de este diario de papel. En el acto no participaron cuadros del gobierno ni los tarijeños mejor asentados en el gabinete de Arce.
Una elección accidentada
Morales no reconocerá esta elección, sin embargo, hace más de cinco años que está pendiente la renovación del instrumento departamental cuya representación sigue ostentando Carlos Acosta, un joven dirigente campesino de la provincia de Uriondo que mostró capacidad de unir en 2017 y se hizo con el cargo con el apoyo, sobre todo, del entonces alcalde de Uriondo y hoy viceministro de Autonomías, Álvaro Ruíz.
Acosta se lo retribuyó nombrándole candidato del MAS en el pulso con Walter Ferrufino en 2021 ante la indeterminación de Morales, y en esas, se quedó del lado del arcismo en el conflicto interno.
Pronto le tomó la matrícula Pilar Lizárraga, articuladora del otro bando, quien armó una moción de censura que Morales nunca llegó a validar, y no hizo falta: Arce perdió la confianza en Acosta y decidió ungir un “delegado presidencial” para Tarija que, entre otras cosas, “recomendaba” nombres para las vacantes en las descentralizadas, algo que normalmente corresponde al presidente departamental.
En un abrir y cerrar de ojos Acosta se convirtió al evismo y ayer mismo estaba sentado en la testera en el ampliado de Lauca Eñe arropando a Morales. En los próximos días veremos la capacidad de movilización de unos y otros.