Los sueños del Guadalquivir
Una breve historia del pensamiento intelectual tarijeño
Los historiadores representan la corriente intelectual tal vez más importante y en su núcleo central conforman lo que yo llamo la ortodoxia intelectual local
Partiendo desde el presente y la relativa variedad de líneas de pensamiento en la Tarija contemporánea podemos identificar una cierta cantidad de vertientes intelectuales que pueden rastrearse hacia el pasado. Las dos escuelas tradicionales se pensamiento tarijeño se pueden categorizar como la escuela historiográfica (la de los historiadores tradicionales) y la de los folkloristas locales. A esta se puede adicionar un cierto menjunje de líneas de investigación “modernas” de tipo académico, que se instauran como alternativas intelectuales a la estructura establecida del campo intelectual tarijeño.
Los historiadores representan la corriente intelectual tal vez más importante y en su núcleo central conforman lo que yo llamo la ortodoxia intelectual local. Esta escuela de pensamiento dominó el pensamiento intelectual tarijeño durante toda la segunda mitad del siglo XX y principios del siglo XXI. Prácticamente todo lo que sabemos de la historia de Tarija proviene de ellos. En una gran medida profesaron la negación de lo colla y el exclusivismo histórico tarijeño. En esta escuela encontramos autores del nivel de Federico Ávila Ávila, Edgar Ávila Echazú, Mario Barragán, Zulema Bass Werner, José Paz Garzón, Eduardo Trigo O’Connor d’Arlach, Luis Paz, Titi de Paz, Mario Valverde Toro, Mario Suarez Calbimonte, Roberto Estenssoro, Elías Vacaflor Dorakis, Hugo Suarez, Miguel Molina, Eduardo Valencia Paz y Esteban Ortuño. Estos últimos representan la última renovación generacional del grupo. La ortodoxia intelectual tarijeña terminó consolidándose institucionalmente en la Sociedad de Geografía de Tarija y en la Sociedad de Etnografía e Historia de Tarija (SOETHIS).
Los historiadores representan la corriente intelectual tal vez más importante y en su núcleo central conforman lo que yo llamo la ortodoxia intelectual local
La corriente ortodoxa es heredera directa de la intelectualidad generada por el liberalismo ilustrado de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Esta escuela de pensamiento tuvo como base ideológica la lucha de la civilización contra la barbarie y con el Paris de las Luces del siglo XIX como icono cultural. El liberalismo ilustrado de finales del siglo XIX y principios del siglo XX fue una corriente modernizadora del pensamiento y de la estructura social tarijeña en una clara elaboración local del Darwinismo Social de la época. Sus principales representantes fueron Tomas O’Connor d’Arlach, Domingo y Luis Paz, Isaac Attie, Juan Misael Saracho y Bernardo Trigo, entre otros.
Como se puede apreciar de la comparación de las anteriores dos listas de nombres, la escuela ortodoxa es descendiente directa de la escuela de pensamiento del liberalismo ilustrado no tan solo en un sentido intelectual, sino también de linajes familiares. Una de las mayores críticas a estas dos escuelas de pensamiento es, precisamente, que son una representación directa de la élite local y que reproducen de sus privilegios de clase dentro de una estructura local de poder económico y político. Una característica compartida de ambas escuelas fue su reificación de la identidad española del tarijeñismo, con un énfasis particular en nuestros próceres y los procesos históricos de la fundación de Tarija, de la Guerra de la Independencia, de la anexión de Tarija a Bolivia, de la Guerra del Pacifico y de la Guerra del Chaco como momentos fundacionales de la Tarija mítica.
Antes de esto, y paralela a ambas, se encuentra la escuela historiográfica clerical, representada casi exclusivamente por los hermanos franciscanos del Colegio de Propaganda Fide de Tarija. Esta escuela de pensamiento tiene una existencia desde finales del siglo XVIII (todavía durante la Colonia) hasta la actualidad, en un ejercicio intelectual esporádico, pero de largo aliento. Ellos produjeron algunos de los libros de historia de Tarija más influyentes en la memoria histórica tarijeña, junto a las corrientes liberal y ortodoxa. Su producción intelectual comienza en el siglo XVIII con Manuel Mingo de la Concepción, continuando con Antonio Comajuncosa y Alejandro Corrado en el siglo XIX, Lorenzo Calzavarini en el siglo XX, y Antonio Chocarro y Manuel Gómez como nueva adición en pleno siglo XXI.
La segunda línea principal de pensamiento local es la de los folkloristas, la cual representa en más de un sentido el aporte de intelectuales de tendencia popular. A un principio se posicionó como contraria a la estructura ortodoxa de la elite local, pero terminó articulándose a su discurso. El fundador de esta escuela fue Víctor Varas Reyes, seguido por Alberto Rodo Pantoja, Juan de Dios Shigler, Agustín Morales, Mauro Molina Balza, Luis Paulino Figueroa Guerrero y Fernando Arduz Ruiz. A estos se suman una ingente cantidad de músicos populares locales, pero sin una producción académica propia como para ser listados como intelectuales tarijeños. La Escuela de Música Regional “Pastor Achá” y la escuela de formación de maestros de la Normal de Canasmoro tienen ambas el potencial formativo para convertirse en herederas directas de esta corriente intelectual.
La escuela tarijeña de pensamiento alternativo tuvo su origen en la práctica profesional de las ONGs durante los últimos años del siglo XX, pero muy rápidamente se diversificó con aportes de autores independientes. Esta corriente, a pesar de su dispersión ideológica, se articuló alrededor de una crítica al estatus quo político a nivel local, y se caracterizó por su formación profesional académica formal diferenciada de las escuelas liberal y ortodoxa. En ella participaron economistas, sociólogos, agrónomos, arquitectos, psicólogos, comunicadores sociales y antropólogos. Sus principales representantes fueron Alfonso Hinojosa, Liz Pérez, Guido Cortés, Carlos Vacaflores, Pilar Lizarraga, Alba van der Valk, Karina Olarte, Lourdes Peña, Sergio Lea Plaza, Mariel Paz, Peky Rubin de Celis, Tamer Medina, Franco Sampietro, Rolando Pérez, Daniel Vacaflores, Edwin Rivera Miranda, Fernando Soto Quiroga, Margarita Robertson, Adriana Lema, Carlos Bennun, Edwin Jijena, Rodrigo Ayala, Leslie Rodríguez y muchos, muchos más que no puedo nombrar. Esta última temporada el número se está ampliando de manera exponencial, muchos de ellos como investigadores noveles. Todos estos autores criticaron de una forma u otra la estructura social y política de Tarija, la construcción identitaria y cultural del tarijeñismo, las estructuras de poder y la construcción intelectual de Tarija.
La escuela tarijeña de pensamiento alternativo tuvo su origen en la práctica profesional de las ONGs durante los últimos años del siglo XX, pero muy rápidamente se diversificó con aportes de autores independientes
También podemos citar la influencia intelectual de la universidad local (UAJMS, UCB, UPDS, UNO) en el pensamiento tarijeño. Aunque todas ellas generaron y formaron profesionales académicos locales, se caracterizaron por una producción intelectual reducida y con un efecto casi nulo en el desarrollo del pensamiento intelectual tarijeño. Es de esperar que esto cambie con el tiempo.
A la escuela de pensamiento alternativo se suma una serie de intelectuales extranjeros de alto nivel que se articularon a líneas de investigación sobre Tarija e interactuaron con la intelectualidad tarijeña: Cristina Minutolo de Orsi, Catherine Julien, Erick Langer, Ana María Presta, Carlos E. Zanolli, Guillermina Oliveto, etc. Este grupo de investigadores evitó involucrarse de manera directa en las disputas políticas e ideológicas de la intelectualidad tarijeña local. Su aporte fue más que nada intelectual.
Así, tenemos un círculo completo de lo que podríamos llamar el campo intelectual tarijeño, con sus flujos y sus corrientes, con sus procesos y sus rupturas, con sus conflictos y sus alianzas. Si quieres ver el campo intelectual tarijeño como capaz de ser investigado como un hecho social, aquí tienes el mapa de acceso para entender a sus actores. Espero que lo disfrutes y que sigamos tejiendo juntos redes de sentido, de aquí hacia el futuro.