La resaca del 7M
Reinventarse o caducar, el otro debate del MAS Tarija derrotado
El MAS debe decidir a quién le va a dar los galones, de vocero y de estratega, para la próxima legislatura luego de tres intentos que han acabado en sonoros fracasos. El poder orgánico se limita al Chaco



El Movimiento Al Socialismo (MAS) tarijeño entra en periodo de reflexión después de una nueva aventura electoral que acabó en fracaso, aunque el resultado haya sido el mejor de la serie y el candidato Álvaro Ruíz resultara competitivo hasta el final.
La última afrenta ha sido perder la Asamblea Legislativa Departamental porque no se logró el apoyo de la bancada de los Pueblos Indígenas, que finalmente pactó con Oscar Montes para garantizarle – si es que tal término se puede usar en esta coyuntura – una legislatura no tan tormentosa.
Es verdad que el MAS no tenía la mayoría absoluta, pero si era la bancada más numerosa con 13 curules – aunque perdió uno por el camino -. También es verdad que el propio presidente Luis Arce presidió un acto en el Chaco en el que representantes indígenas – básicamente guaraníes – firmaron un acuerdo de apoyo político en las Asambleas que ha quedado en papel mojado.
Quien firmó por el MAS fue el presidente del partido, Carlos Acosta, que también ha quedado tocado y señalado por su particular forma de hacer las cosas. Acosta es una “pega” de Álvaro Ruíz, el candidato derrotado, y que no fue neutral en la batalla por la nominación librada entre Ruíz y Walter Ferrufino, el subgobernador de O´Connor, que, aunque realizó su propia autoproclamación en la plaza Luis de Fuentes, acabó cediendo.
Acosta es un buen cuadro sindical campesino, pero al que le ha costado la estrategia. A él le tocó armar el bloque de organizaciones que apoyaron a Ruíz en la interna y con quienes intentó quitarse el estigma de ser el “elegido del jefe”, en este caso Evo Morales. Lo cierto es que tanto Ferrufino como Ruíz y Acosta metieron toda la presión hasta que el dueño del dedazo levantó las manos y dejó la decisión a las departamentales, que controlada por Acosta no tardó en proclamar a Ruíz.
Las cosas del perfil
Hasta el electo Oscar Montes le dijo en campaña, en pleno debate, que el candidato del MAS tenía que ser un campesino, aunque ciertamente Walter Ferrufino, amigo de sus amigos, no encajaba a la perfección en esa denominación.
El MAS tardó más de la cuenta en sumar fuerzas y las asperezas no se acabaron de limar, pero se escenificó bien. La campaña fue corta y con dos ideas clave que parecía encajaban en lo que los tarijeños querían: lluvia de millones del Gobierno en forma de inversión y un bono de 500 dólares. Estuvo cerca, pero no ganó.
Ruíz superó de largo el resultado de la segunda vuelta de Pablo Canedo en 2015, que no llegó al 40 por ciento, y superó por menos el 44 por ciento de Carlos Cabrera en 2010. Aunque esencialmente el perfil era el mismo – clase media alta y urbana – Ruíz no era un invitado sin más, pues, aunque converso, había hecho más vida orgánica en la interna y representación pública del partido, siendo incluso uno de los pilares relevantes en el año de oposición a Áñez.
Lo curioso es que, aunque a nivel departamental no le esté funcionando al MAS la figura del invitado converso, si lo hace en el Gran Chaco, donde ha recuperado casi todas las instituciones con hombres de peso como Rubén Vaca en Villa Montes y Carlos Brú en Yacuiba, y ha sabido meter nuevos líderes como José Luis Ábrego.
Formas de resistir
Acabado el periodo electoral, los candidatos anteriores hicieron sus maletas y desaparecieron. Carlos Cabrera volvió a su actividad docente y Pablo Canedo probó las mieles de la política como cónsul en Estados Unidos, pero la representación del MAS quedó en manos de los cuadros electos en los municipios y, sobre todo, en la Asamblea, pero también en los dirigentes del partido con más carisma y conocimiento popular: Luis Alfaro y Julia Ramos en la primera época y los campesinos de Cercado en la segunda.
La oposición al Gobernador se ha hecho, sobre todo, desde la Asamblea y desde las subgobernaciones y el tema central han sido los recursos. La cuestión es qué papel están unos y otros dispuestos a jugar en este momento en el que la situación económica no es boyante y probablemente el presidente Luis Arce desaparecerá de la escena subnacional para no recordarlo.
Álvaro Ruíz no parece dispuesto a desaparecer de Tarija, aunque sus buenas relaciones tanto con Luis Arce como con Evo Morales parecen depararle un cargo en el gabinete ministerial, aunque las vacantes son escasas y las peleas, muchas.
El riesgo para el MAS, como ha sucedido en otros departamentos perdidos por el partido azul, es que de no articular de verdad una base férrea puedan aparecer otros movimientos populares, pero con algún matiz distinto – más urbano gremial como en el caso de El Alto – que siga desangrando el partido.
De momento, los Congresos de las matrices están postergados y el del MAS Tarija se espera en agosto, hasta entonces el MAS no contará con un vocero realmente legitimado por arriba y por abajo.
El Gran Chaco como espacio de tensión política
Los malos resultados del MAS en Tarija a nivel orgánico contrastan con los del Gran Chaco, donde gobernará en las principales instituciones pese a tener una estrategia similar a la del valle central a la hora de fichajes y dar galones a la clase media alta urbana.
Diferentes analistas advierten que en un escenario nacional en el que el MAS va a transitar hacia un poder más totalitario por efectos de la pandemia y la crisis, las tensiones regionales pueden utilizarse para enrarecer el clima del acuerdo y el pacto.
Será el gobernador Oscar Montes quien calculará con precisión los rendimientos de sostener una tensión de este tipo en un momento de ajustes económicos.