Fake News, infodemia y la pandemia Covid-19
Una de las recomendaciones que hacen la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en abril de este año a los periodistas en su trabajo de cubrir la información relativa a la pandemia COVID-19 es que “Informen con pasión, no con temor”. La...



Una de las recomendaciones que hacen la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en abril de este año a los periodistas en su trabajo de cubrir la información relativa a la pandemia COVID-19 es que “Informen con pasión, no con temor”. La recomendación acompaña a varias otras que buscan ser parte de las estrategias que permitan a la sociedad asumir este periodo de crisis de la mejor manera posible.
Sin embargo, en este contexto de la pandemia, este 2020, Tarija acude a un Abril que no tiene el mismo color, aroma ni centralidad en los temas históricos, cívicos o de logros, realizaciones o de frustraciones y errores escritos en este tiempo. Acudimos a un Abril con calificativos que no escapan de una crisis sanitaria, social, económica y política. La Pandemia del Coronavirus o COVID-19 nos colocó, sin discriminación, a casi todos los países del mundo en medio de la incertidumbre y el temor.
En medio de esa perplejidad se encuentra la labor periodística y el escenario de las redes sociodigitales. Así de diferenciadas: los medios periodísticos por un lado y las redes sociodigitales, por el otro. La COVID-19, como un fenómeno mundial, está inserta en ambas, las traspasa y las confronta.
En la mayoría de los medios de comunicación masivos el raiting es lo esencial, pero es el escenario más peligroso que lesiona la credibilidad, pues los riesgos que se toman por lograr mayores preferencias de las audiencias marcan la lógica de una labor periodística concentrada en lo rápido, llamativo y emocionalmente atractivo. En contraposición están los medios marcados por la responsabilidad, militantes del periodismo de datos, periodismo de soluciones o periodismo de investigación. Hoy son más escasos por la vorágine del consumo y justamente el logro del posicionamiento en la lista de rating.
En la vereda de las redes sociodigitales predomina la lógica de la inmediatez, el sensacionalismo y la descartabilidad. El peligro siempre va de la mano sobre el tipo de información que circula y las consecuencias que conlleva. En el tema de la COVID-19 una muestra sustanciosa de lo que se logró ante los peligros de la manipulación de la información, se percibe con los efectos de la estigmatización social. ¿Qué hacemos con los sospechosos, los infectados o los que se debaten entre la vida y la muerte? Esa pregunta guía los discursos que circulan por las redes como parte de las opiniones “especialistas” que se enfrentan a una enfermedad desconocida.
Tarija no es la excepción porque en lo que va de la cuarentena tuvimos una serie de situaciones que nos pusieron en el terreno de las redes sociodigitales. El caso 0 y todas las historias que se tejieron alrededor del sacerdote, la llegada de repatriados, los trabajadores de salud, los vecinos sumidos en nerviosismos colectivos son parte de nuestro escenario y cobraron desenlaces como la discriminación social contra personas que estuvieron en contacto con el virus.
Arrimadas en las redes, especialmente, se encuentran las Noticias Falsas o Fake News que, como un alimento desnutrido responden en todas sus características para ser potencialmente difundidas, una capacidad de ser creíbles y nos encargan el trabajo de investigar si realmente son verdaderas o cuánto tienen de verdad y cuánto de mentira. El escenario de la pandemia es un terreno de cultivo ideal para las Fake News, pues nos enfrentamos a una enfermedad poco conocida que provoca temores, y no permite pasos certeros pues cada día nueva información puede modificar el escenario sobre el que se está trabajando desde el periodismo y sobre el que se comenta en las redes.
Falsear la realidad, esconder datos, ofrecer información incompleta, manipular la información de los hechos, entre otras prácticas, engaña la realidad y provoca una cantidad de información que no es fácil de digerir ni constatar. Las mismas organizaciones de salud (OMS y OPS) se refieren a este fenómeno como una Infodemia, donde la cantidad excesiva de información sobre el problema del COVID -19 dificulta encontrar una solución. Entonces hoy nos enfrentamos a otro de los virus que se llaman Fake News.
Tras un primer momento de optimismo del uso y acceso del internet, hoy se ciernen dudas sobre lo “saludable” que es estar conectados, y el “peligro” de estar infoxicados. Entre miradas apocalípticas e integradas, a decir de Umberto Eco, hay quienes hablan de la necesidad de arreglar el desastre del internet sobretodo vinculado a las Fake News y los efectos que ellas causan a las audiencias digitales y, en cambio, los optimistas, apuestan el sentido sociodigital que adquirieron diferentes plataformas que transformaron nuestras formas de relacionamiento.
“Informen con pasión, no con temor” es la recomendación que hacen la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS)
Zygmunt Bauman ya denunció a las redes como una trampa y se refería a aquellas que encubrían las desigualdades sociales y que muy pronto serían testigos de la caída de las clases medias. Bauman, considerado para algunos un pesimista ante este mundo digital, afirma que la modernidad líquida interpreta la fugacidad, temporalidad y validez pasajera de los acuerdos, interpela la política y los efectos de su práctica en un mundo individualista. La democracia en crisis, implica el colapso de la confianza, y como lo explicaría el mismo Bauman y Carlo Bordoni, “las redes sociales han cambiado la forma en que la gente protesta o la exigencia de transparencia”. Es el “activismo de sofá” que fue duramente criticado pero movilizó a más de un político en su asiento, pues antes las calles y ahora las redes sociodigitales se convirtieron en escenario de protesta y de lucha. Un escenario hoy plagado por publicaciones que lindan con la posverdad o las Fake News referidas al Coronavirus y lo que hacen o dejan de hacer los líderes políticos al respecto.
En este escenario, el periodismo se enfrenta al desafío de cubrir la COVID-19 desde principios éticos y de responsabilidad social. Un trabajo comprometido socialmente que evite el sensacionalismo, alarmismo, recurra a fuentes confiables, verídicas, chequeadas y descarten las Fake News. Un periodismo que, a partir de la evidencia, contribuya a las soluciones siendo celosos vigilantes de la verdad y promoviendo el respeto por los seres humanos y sus vidas.
Un periodismo que se ejerza “con pasión y no con temor” y por sobretodo desnude las Fake News en vez de darle los espacios preferenciales que los consumidores digitales les otorgan. Vivamos un Abril diferente pero lleno de verdad y compromiso humano.
Es Profesional de la Comunicación. Docente de la Carrera de Comunicación Social en la Universidad Católica Boliviana San Pablo y preside el Colegio Departamental de Profesionales en Ciencias de la Comunicación Social de Tarija (2018-2020).
Sin embargo, en este contexto de la pandemia, este 2020, Tarija acude a un Abril que no tiene el mismo color, aroma ni centralidad en los temas históricos, cívicos o de logros, realizaciones o de frustraciones y errores escritos en este tiempo. Acudimos a un Abril con calificativos que no escapan de una crisis sanitaria, social, económica y política. La Pandemia del Coronavirus o COVID-19 nos colocó, sin discriminación, a casi todos los países del mundo en medio de la incertidumbre y el temor.
En medio de esa perplejidad se encuentra la labor periodística y el escenario de las redes sociodigitales. Así de diferenciadas: los medios periodísticos por un lado y las redes sociodigitales, por el otro. La COVID-19, como un fenómeno mundial, está inserta en ambas, las traspasa y las confronta.
En la mayoría de los medios de comunicación masivos el raiting es lo esencial, pero es el escenario más peligroso que lesiona la credibilidad, pues los riesgos que se toman por lograr mayores preferencias de las audiencias marcan la lógica de una labor periodística concentrada en lo rápido, llamativo y emocionalmente atractivo. En contraposición están los medios marcados por la responsabilidad, militantes del periodismo de datos, periodismo de soluciones o periodismo de investigación. Hoy son más escasos por la vorágine del consumo y justamente el logro del posicionamiento en la lista de rating.
En la vereda de las redes sociodigitales predomina la lógica de la inmediatez, el sensacionalismo y la descartabilidad. El peligro siempre va de la mano sobre el tipo de información que circula y las consecuencias que conlleva. En el tema de la COVID-19 una muestra sustanciosa de lo que se logró ante los peligros de la manipulación de la información, se percibe con los efectos de la estigmatización social. ¿Qué hacemos con los sospechosos, los infectados o los que se debaten entre la vida y la muerte? Esa pregunta guía los discursos que circulan por las redes como parte de las opiniones “especialistas” que se enfrentan a una enfermedad desconocida.
Tarija no es la excepción porque en lo que va de la cuarentena tuvimos una serie de situaciones que nos pusieron en el terreno de las redes sociodigitales. El caso 0 y todas las historias que se tejieron alrededor del sacerdote, la llegada de repatriados, los trabajadores de salud, los vecinos sumidos en nerviosismos colectivos son parte de nuestro escenario y cobraron desenlaces como la discriminación social contra personas que estuvieron en contacto con el virus.
Arrimadas en las redes, especialmente, se encuentran las Noticias Falsas o Fake News que, como un alimento desnutrido responden en todas sus características para ser potencialmente difundidas, una capacidad de ser creíbles y nos encargan el trabajo de investigar si realmente son verdaderas o cuánto tienen de verdad y cuánto de mentira. El escenario de la pandemia es un terreno de cultivo ideal para las Fake News, pues nos enfrentamos a una enfermedad poco conocida que provoca temores, y no permite pasos certeros pues cada día nueva información puede modificar el escenario sobre el que se está trabajando desde el periodismo y sobre el que se comenta en las redes.
Falsear la realidad, esconder datos, ofrecer información incompleta, manipular la información de los hechos, entre otras prácticas, engaña la realidad y provoca una cantidad de información que no es fácil de digerir ni constatar. Las mismas organizaciones de salud (OMS y OPS) se refieren a este fenómeno como una Infodemia, donde la cantidad excesiva de información sobre el problema del COVID -19 dificulta encontrar una solución. Entonces hoy nos enfrentamos a otro de los virus que se llaman Fake News.
Tras un primer momento de optimismo del uso y acceso del internet, hoy se ciernen dudas sobre lo “saludable” que es estar conectados, y el “peligro” de estar infoxicados. Entre miradas apocalípticas e integradas, a decir de Umberto Eco, hay quienes hablan de la necesidad de arreglar el desastre del internet sobretodo vinculado a las Fake News y los efectos que ellas causan a las audiencias digitales y, en cambio, los optimistas, apuestan el sentido sociodigital que adquirieron diferentes plataformas que transformaron nuestras formas de relacionamiento.
“Informen con pasión, no con temor” es la recomendación que hacen la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS)
Zygmunt Bauman ya denunció a las redes como una trampa y se refería a aquellas que encubrían las desigualdades sociales y que muy pronto serían testigos de la caída de las clases medias. Bauman, considerado para algunos un pesimista ante este mundo digital, afirma que la modernidad líquida interpreta la fugacidad, temporalidad y validez pasajera de los acuerdos, interpela la política y los efectos de su práctica en un mundo individualista. La democracia en crisis, implica el colapso de la confianza, y como lo explicaría el mismo Bauman y Carlo Bordoni, “las redes sociales han cambiado la forma en que la gente protesta o la exigencia de transparencia”. Es el “activismo de sofá” que fue duramente criticado pero movilizó a más de un político en su asiento, pues antes las calles y ahora las redes sociodigitales se convirtieron en escenario de protesta y de lucha. Un escenario hoy plagado por publicaciones que lindan con la posverdad o las Fake News referidas al Coronavirus y lo que hacen o dejan de hacer los líderes políticos al respecto.
En este escenario, el periodismo se enfrenta al desafío de cubrir la COVID-19 desde principios éticos y de responsabilidad social. Un trabajo comprometido socialmente que evite el sensacionalismo, alarmismo, recurra a fuentes confiables, verídicas, chequeadas y descarten las Fake News. Un periodismo que, a partir de la evidencia, contribuya a las soluciones siendo celosos vigilantes de la verdad y promoviendo el respeto por los seres humanos y sus vidas.
Un periodismo que se ejerza “con pasión y no con temor” y por sobretodo desnude las Fake News en vez de darle los espacios preferenciales que los consumidores digitales les otorgan. Vivamos un Abril diferente pero lleno de verdad y compromiso humano.
Es Profesional de la Comunicación. Docente de la Carrera de Comunicación Social en la Universidad Católica Boliviana San Pablo y preside el Colegio Departamental de Profesionales en Ciencias de la Comunicación Social de Tarija (2018-2020).