El sistema educativo: interpelación desde el lenguaje social
El primer caso de COVID-19 en la ciudad de Tarija evidenció una serie de situaciones que difícilmente se pueden pasar por alto. De ahí que proponemos una reflexión activa de aspectos que son complejos de dimensionar, desde unas rápidas observaciones empíricas de los alcances del Sistema...



El primer caso de COVID-19 en la ciudad de Tarija evidenció una serie de situaciones que difícilmente se pueden pasar por alto. De ahí que proponemos una reflexión activa de aspectos que son complejos de dimensionar, desde unas rápidas observaciones empíricas de los alcances del Sistema Educativo Plurinacional, en cuanto a la educación escolarizada y no escolarizada.
Hasta el momento, en Tarija sólo escuchábamos el reporte de casos confirmados en otros departamentos, esperando o creyendo estar realmente lejos de este virus. Sin embargo, el primer caso positivo provocó en las redes sociales, el impulso virtual con lenguaje agresivo contra el paciente; una figura pública como es el caso de un sacerdote de la iglesia católica.
Más allá del lenguaje abyecto que se inflamó en las redes, seguramente no de todos, se verificó: "¡Cómo es posible que haya podido hacernos esto¡", expresión de un representante de una comunidad visitada por la persona contagiada. No obstante, lo más sugerente fue la publicación de la fotografía del primer paciente en las redes sociales, con la intención de ubicar a las personas que estuvieron en contacto; aspecto controversial por el tipo de enfermedad y que precisa encontrar y prevenir a los posibles afectados del entorno.
El mejor tratamiento para el COVID-19 es la pedagogía de la esperanza, de la liberación de nuestros miedos, angustias, miramientos, mezquindades, codicias
Quien diría, pero provoca mayor temor las reacciones de algunos sectores, aversión o miedo a las personas enfermas con este virus. Después de todo, nuestros prejuicios e intolerancia, de cualidad pandémica, también son de fácil contagio. Es en esta relación de hechos, donde la pandemia cuestiona nuestro Sistema Educativo, me refiero a la educación escolarizada y no escolarizada de carácter socio-comunitario para el desarrollo del ser, saber, hacer, decidir. Ante los hechos vividos, corresponde una revisión profunda y urgente del enfoque sentipensante de la educación para la vida, que habría permitido educarnos en todas las dimensiones y poder transformar nuestra realidad próxima, más allá de la escolarización de la educación.
Frente a esta coyuntura, es inevitable considerar la educación escolarizada y no escolarizada, con la finalidad de examinar tareas asumidas o pendientes a favor de la población. Corresponde el escrutinio propositivo de nuestro Sistema Educativo y más aún ante un contexto de emergencia. El desafío debe ayudarnos a avanzar de manera contingente en la promoción y organización de programas educativos a distancia y populares no escolarizados con el objetivo de elevar el nivel de información ciudadana.
El reto está planteado, sin miedo y con osadía desde el Sistema Educativo escolarizado y no escolarizado, rescatamos y fortalecemos el sentido de comunidad. Como diría Freire, “abiertos al otro y a la otra, debemos esforzarnos, con humildad para disminuir al máximo la distancia entre lo que decimos y lo que hacemos”.
*Maestra de Ciencias Sociales y Licenciada en Ciencias Jurídicas Políticas y Sociales. Educadora en el Subsistema de Educación Regular y Alternativa. Docente universitaria. Autora del libro “Vitichi. Esperando a los hijos de la tierra”.
Hasta el momento, en Tarija sólo escuchábamos el reporte de casos confirmados en otros departamentos, esperando o creyendo estar realmente lejos de este virus. Sin embargo, el primer caso positivo provocó en las redes sociales, el impulso virtual con lenguaje agresivo contra el paciente; una figura pública como es el caso de un sacerdote de la iglesia católica.
Más allá del lenguaje abyecto que se inflamó en las redes, seguramente no de todos, se verificó: "¡Cómo es posible que haya podido hacernos esto¡", expresión de un representante de una comunidad visitada por la persona contagiada. No obstante, lo más sugerente fue la publicación de la fotografía del primer paciente en las redes sociales, con la intención de ubicar a las personas que estuvieron en contacto; aspecto controversial por el tipo de enfermedad y que precisa encontrar y prevenir a los posibles afectados del entorno.
El mejor tratamiento para el COVID-19 es la pedagogía de la esperanza, de la liberación de nuestros miedos, angustias, miramientos, mezquindades, codicias
Quien diría, pero provoca mayor temor las reacciones de algunos sectores, aversión o miedo a las personas enfermas con este virus. Después de todo, nuestros prejuicios e intolerancia, de cualidad pandémica, también son de fácil contagio. Es en esta relación de hechos, donde la pandemia cuestiona nuestro Sistema Educativo, me refiero a la educación escolarizada y no escolarizada de carácter socio-comunitario para el desarrollo del ser, saber, hacer, decidir. Ante los hechos vividos, corresponde una revisión profunda y urgente del enfoque sentipensante de la educación para la vida, que habría permitido educarnos en todas las dimensiones y poder transformar nuestra realidad próxima, más allá de la escolarización de la educación.
Frente a esta coyuntura, es inevitable considerar la educación escolarizada y no escolarizada, con la finalidad de examinar tareas asumidas o pendientes a favor de la población. Corresponde el escrutinio propositivo de nuestro Sistema Educativo y más aún ante un contexto de emergencia. El desafío debe ayudarnos a avanzar de manera contingente en la promoción y organización de programas educativos a distancia y populares no escolarizados con el objetivo de elevar el nivel de información ciudadana.
El reto está planteado, sin miedo y con osadía desde el Sistema Educativo escolarizado y no escolarizado, rescatamos y fortalecemos el sentido de comunidad. Como diría Freire, “abiertos al otro y a la otra, debemos esforzarnos, con humildad para disminuir al máximo la distancia entre lo que decimos y lo que hacemos”.
*Maestra de Ciencias Sociales y Licenciada en Ciencias Jurídicas Políticas y Sociales. Educadora en el Subsistema de Educación Regular y Alternativa. Docente universitaria. Autora del libro “Vitichi. Esperando a los hijos de la tierra”.