Crónicas de cuarentena: Sin salir, "viviendo como las sardinas"
Por: Una bolita en Teutonia Escribo esto y me veo a mi misma hace solo dos semanas con otras prioridades, con una agenda llena de citas, y con problemas que hoy me parecen meros caprichos. Mi vida, como la de millones de personas ha cambiado en cuestión de días. Habito uno de los países,...
Por: Una bolita en Teutonia
Escribo esto y me veo a mi misma hace solo dos semanas con otras prioridades, con una agenda llena de citas, y con problemas que hoy me parecen meros caprichos.
Mi vida, como la de millones de personas ha cambiado en cuestión de días. Habito uno de los países, según el estereotipo, más planificador y seguros del mundo: Alemania, pero ni mis lecturas más distópicas hubieran podido recrear el escenario en el que me encuentro actualmente.
El pasado viernes, venía una medida sin precedentes, el cierre de las escuelas, kindergarten y el retraso del inicio del semestre para las universidades, luego nos cerraron las bibliotecas –en Berlin tenemos la segunda biblioteca más importante en español del mundo, y hay investigadores que vienen hasta aquí, exclusivamente para revisar sus archivos– luego, nos cerraron las tiendas, en un país donde el consumismo es casi una religión, y los restaurantes, cines y espacios de ocio, incluso los parques infantiles. Todavía nos quedan los supermercados y aunque el Gobierno nos ha asegurado la provisión, empiezan a escasear algunas cosas.
Yo vivo a cuatro horas de la ciudad donde trabajo, sí suena a chiste, pero en Alemania hace tiempo que hemos comenzado con el "teletrabajo", así que de alguna forma, en algunos campos no es una sorpresa. Lo que es una sorpresa es que de la noche a la mañana hay que compartir el escritorio y las pantallas con los hijos, porque ellos también tienen que seguir el ritmo del aprendizaje, al menos eso se intenta. Los profesores envían las tareas y los jefes nos envían las órdenes para continuar con el trabajo.
Y esto no estaría mal, sino fuera porque en un espacio como el de Santa Cruz, aquí vivimos 83 millones de habitantes, vivimos literalmente como "sardinas". Es normal que una familia de cuatro miembros habite 80 metros. A veces incluso sin acceso a balcón. Y hablo de las clases medias de las urbes, no entremos a los detalles en los barrios pobres.
El hacinamiento es un problema de las grandes ciudades europeas, el estado de Westfalia del Norte, es considerado uno de los más densos demográficamente hablando de Europa. Por eso, aunque ha habido varias críticas de países vecinos, se ha tomado con cuidado el imponer medidas como la prohibición legal a salir de la casa. Hay numerosas voces científicas que piden que se reflexiones sobre las consecuencias de esta medida, sin embargo estados como el bávaro ya lo han impuesto.
Es sábado por la noche, a las 21:00 salimos a aplaudir como una forma de reconocimiento y de alentar a nuestros profesionales de la salud ¿Quién iba a decirnos hace unas semanas que esa hora, iba a ser la hora feliz? Siento que cada día el aplauso se vuelve más intenso, más emocionante ¿será el miedo? Poco antes en el telediario sabemos de las nuevas cifras.
¿Será la esperanza? en el telediario también escuchamos los avances que los institutos de investigación están haciendo. No lo sé. Pero cada día la gente se vuelve más creativa, hoy tenía a la vecina que puso sus luces de discoteca y otra que incluso se animó a poner música a todo volumen desde su ventana, recuerden es Alemania, aquí esas son excentricidades.
Otro día de cuarentena que se va, otro día que tengo la impresión de ser parte de los personajes de relleno de esas películas de ciencia ficción, otro día para preguntarme, ¿cómo serán los vivos cuando volvamos? y para reflexionar las palabras de Fernando Aramburu "el ser humano se acoraza de cultura, de leyes, de principios morales, con el fin de mantener a raya su naturaleza animal".
¿Quieres contarnos como lo estás viviendo? Mándanos tu texto o tus fotos a [email protected]
Escribo esto y me veo a mi misma hace solo dos semanas con otras prioridades, con una agenda llena de citas, y con problemas que hoy me parecen meros caprichos.
Mi vida, como la de millones de personas ha cambiado en cuestión de días. Habito uno de los países, según el estereotipo, más planificador y seguros del mundo: Alemania, pero ni mis lecturas más distópicas hubieran podido recrear el escenario en el que me encuentro actualmente.
El pasado viernes, venía una medida sin precedentes, el cierre de las escuelas, kindergarten y el retraso del inicio del semestre para las universidades, luego nos cerraron las bibliotecas –en Berlin tenemos la segunda biblioteca más importante en español del mundo, y hay investigadores que vienen hasta aquí, exclusivamente para revisar sus archivos– luego, nos cerraron las tiendas, en un país donde el consumismo es casi una religión, y los restaurantes, cines y espacios de ocio, incluso los parques infantiles. Todavía nos quedan los supermercados y aunque el Gobierno nos ha asegurado la provisión, empiezan a escasear algunas cosas.
Yo vivo a cuatro horas de la ciudad donde trabajo, sí suena a chiste, pero en Alemania hace tiempo que hemos comenzado con el "teletrabajo", así que de alguna forma, en algunos campos no es una sorpresa. Lo que es una sorpresa es que de la noche a la mañana hay que compartir el escritorio y las pantallas con los hijos, porque ellos también tienen que seguir el ritmo del aprendizaje, al menos eso se intenta. Los profesores envían las tareas y los jefes nos envían las órdenes para continuar con el trabajo.
Y esto no estaría mal, sino fuera porque en un espacio como el de Santa Cruz, aquí vivimos 83 millones de habitantes, vivimos literalmente como "sardinas". Es normal que una familia de cuatro miembros habite 80 metros. A veces incluso sin acceso a balcón. Y hablo de las clases medias de las urbes, no entremos a los detalles en los barrios pobres.
El hacinamiento es un problema de las grandes ciudades europeas, el estado de Westfalia del Norte, es considerado uno de los más densos demográficamente hablando de Europa. Por eso, aunque ha habido varias críticas de países vecinos, se ha tomado con cuidado el imponer medidas como la prohibición legal a salir de la casa. Hay numerosas voces científicas que piden que se reflexiones sobre las consecuencias de esta medida, sin embargo estados como el bávaro ya lo han impuesto.
Es sábado por la noche, a las 21:00 salimos a aplaudir como una forma de reconocimiento y de alentar a nuestros profesionales de la salud ¿Quién iba a decirnos hace unas semanas que esa hora, iba a ser la hora feliz? Siento que cada día el aplauso se vuelve más intenso, más emocionante ¿será el miedo? Poco antes en el telediario sabemos de las nuevas cifras.
¿Será la esperanza? en el telediario también escuchamos los avances que los institutos de investigación están haciendo. No lo sé. Pero cada día la gente se vuelve más creativa, hoy tenía a la vecina que puso sus luces de discoteca y otra que incluso se animó a poner música a todo volumen desde su ventana, recuerden es Alemania, aquí esas son excentricidades.
Otro día de cuarentena que se va, otro día que tengo la impresión de ser parte de los personajes de relleno de esas películas de ciencia ficción, otro día para preguntarme, ¿cómo serán los vivos cuando volvamos? y para reflexionar las palabras de Fernando Aramburu "el ser humano se acoraza de cultura, de leyes, de principios morales, con el fin de mantener a raya su naturaleza animal".
¿Quieres contarnos como lo estás viviendo? Mándanos tu texto o tus fotos a [email protected]