Perros y gatos con una historia "bajo las patas"
Mili es una pequeña perrita blanca criolla, su peor recuerdo viene del año 2010 cuando apenas tenía quince días de nacida. Eran las nueve de la mañana de un día lluvioso y ella se encontraba deambulando a ciegas por la calle Belgrano. De rato en rato se chocaba con los árboles y con las...
Mili es una pequeña perrita blanca criolla, su peor recuerdo viene del año 2010 cuando apenas tenía quince días de nacida. Eran las nueve de la mañana de un día lluvioso y ella se encontraba deambulando a ciegas por la calle Belgrano. De rato en rato se chocaba con los árboles y con las paredes. Más aún, sin saber hacia dónde se dirigía ella continuaba.
Así estuvo por dos cuadras hasta que de pronto sintió que unas cálidas manos le alzaban del frío suelo y la acercaban a una superficie caliente. Lamentablemente no podía ver, pero por la voz supo que se trataba de una niña, levantó su pequeña cabeza y escuchó un grito “mamá la perrita está enferma, no ve. Debemos llevarla al veterinario”.
Mili tenía una fuerte infección estomacal y desnutrición, pero también conjuntivitis, lo que no le permitía abrir los ojos. Fue llevada de inmediato a la clínica veterinaria Esbet, que en ese tiempo funcionaba al lado de la discoteca Perros y Gatos. Ahí la atendieron y aunque no dieron un buen pronóstico prometieron intentar salvar al animalito.
[caption id="attachment_237354" align="alignnone" width="1920"] La pequeña Mili[/caption]
Lucía la pequeña niña tenía doce años, pero ya poseía el suficiente conocimiento como para saber con qué remedios caseros podría luchar contra la conjuntivitis de su nueva compañera, así todas las noches le puso un poco de té y manzanilla a los ojos, hasta que la inflamación bajó y al fin Mili pudo conocer a su nueva dueña.
La desnutrición y la infección requirieron de mucho más, el tratamiento en la clínica duró casi dos meses, tiempo en el cual la niña llevó a Mili sin falta a la clínica. “Cuando ya se sanaba de algo le aparecía otra enfermedad hasta que decidí fortalecerla con sopa de verduras licuadas, hígado de vaca, carne y lo que pudiera, además de vitaminas. El veterinario me decía que nació débil”, cuenta Lucía, pero feliz recuerda que un día le dijo “Ya está sana puedes dejar de venir”.
“Fue un triunfo para mí, esta historia sucedió hace ya como ocho años y aun Mili sigue viva y conmigo”, relata la niña que hoy ya es joven, pues tiene 20 años.
Adoptar a un animal es darle un giro feliz a su historia
La adopción de animales es un proceso de adoptar a un animal que un dueño anteriormente abandonó. Es darle un hogar, atención y en fin cambiarle la vida. El abandono constituye el principal obstáculo de bienestar de los animales de compañía en nuestro país.
Más de 300.000 perros viven abandonados en las calles de Bolivia, un país que cuenta con diez millones de habitantes. Esto demuestra una gran desatención pero sobre todo refleja el poco sentimiento que tienen las personas frente a un sinfín de campañas de adopción que pasan ante sus ojos.
Tras un sondeo de opinión realizado por El País a 30 personas que abandonaron sus animales. Se determinó que las cinco principales razones por las que los abandonaron fueron: Los traslados de casa, los problemas económicos, las camadas inesperadas, el comportamiento del animal y la pérdida de interés por el animal.
Éstas son las causas injustificables por lo que miles de perros deambulan por las calles, sin alimento, sin agua, sin techo y en muchos casos con enfermedades graves
Según resultados de un estudio realizado por la Sociedad Protectora de Animales de Tarija (SPAT) hace menos tres años, en la ciudad había 71 mil perros con hogar y otros 20 mil que estaban en situación de calle, huérfanos o vagabundos.
Además, se conoció que al día nacen alrededor de 800 canes, aspecto que mantiene en alerta a la Sociedad Protectora, porque se estima que esos datos se incrementaron en el último año.
Las sociedades protectoras
Lamentablemente ser un grupo de protección a los animales requiere de un gran trabajo quijotesco, que incluye gastar dinero propio e invertir gran cantidad de tiempo. A pesar de esto muchas organizaciones en Tarija y Bolivia lo han hecho. Entre ellas Animales SOS, la Sociedad Protectora de Animales Tarija (SPAT), Refugio “Mi rinconcito feliz”, entre otras.
Más aún cuando llega la crisis alcanza a todas las esferas sociales, de esta manera muchos de estos lugares, golpeados por la realidad, decidieron cerrar parte o todos sus albergues.
Un ejemplo de ello es que tras diez años de labor y con la promulgación de la Ley 700 para la defensa de los animales contra los actos de crueldad y maltrato, Animales SOS decidió ya no recibir más animales abandonados, aunque había excepción para aquellos perros y gatos que se encontraban malheridos y necesitaban ser atendidos.
Susana del Carpio, principal activista de esta organización, dijo que como Animales SOS han constatado que las cosas no han cambiado respecto al abandono de los animales. Añadió que en el marco de la situación actual las posibilidades de seguir adelante son cada vez más difíciles tomando en cuenta el costo, pues necesitan al menos 20.000 dólares anuales para mantener el albergue.
Los falsos animalistas
A menudo vemos que muchas personas en las calles encuentran animales heridos, ¿Qué hacer en ese momento? los fácil es llamar a las organizaciones protectoras de animales “y si no contestan ni modo, ya lo intentamos”. Lo difícil y más comprometido es ayudarlos uno mismo. De este tipo de personas hay muy poco, la mayoría son falsos animalistas movidos por un sentimiento momentáneo.
Más aún, no todos actúan de esta manera. En Tarija aunque son pocos hay algunos ejemplos de verdadera ayuda hacia los animales. “Pompón” es un pequeño perro criollo que un día corría por el mercado Central con el hocico sangrando, pero sosteniendo un pedazo de pan.
Paola lo miró y lo detuvo. Una señora venía tras él queriendo atraparlo y en cuanto Paola alzó al pequeño animal de no más de 60 centímetros, la señora se paró frente a ella y comenzó el relato: “Algún irresponsable tiró un pan al camino desde un auto, el pobre animalito desesperado corrió a agarrarlo y el auto que venía detrás lo golpeó en el hocico, no sé cómo sigue vivo y a pesar de que lloró volvió por su pancito”, explicó Erlinda Flores.
Quien tras decir esto le pidió a Paola que se lo lleve a casa, pues Erlinda es de Yacuiba y le iba a ser muy difícil llevarse al animal. De inmediato Paola accedió, lo llevó al veterinario y hoy a más de tres años de lo sucedido Pompón tiene un hogar, tiene una cama con su nombre y no le falta la comida diaria.
La adopción como opción
[caption id="attachment_237356" align="alignnone" width="960"] Spay fue adoptado en 2012[/caption]
Aunque son muy pocas las personas que deciden adoptar a un gato o a un perro y muchas las que prefieren comprarlo, se debe seguir insistiendo en que la adopción es la mejor opción de ayuda a los animales abandonados.
Según Gabriella Tami, Doctorada en Veterinaria y Máster en Etología, la adopción es una alternativa que a la hora de adquirir un animal de compañía beneficia a todos: a la familia, a las entidades de protección animal y, por supuesto, al propio perro o gato.
Todos los animales adoptados guardan bajos sus patas una historia muchas veces triste, pero que en la mayoría de los casos tienen un final feliz
Tayson fue comprado como un bóxer elegante y poderoso por un canadiense. El imponente perro aunque no era de raza pura era peleador, “eso le hacía gracia a su dueño”, más aún el canadiense un día decidió irse y dejó de recuerdo a su novia a Tayson, y aunque a ella no le gustaba mucho los perros, lo llevó a casa.
Durante cinco años el imponente Tayson no tuvo mucho espacio para correr, no salía a las calles porque era agresivo con otros animales y humanos. Así no le quedaba más que vivir en un espacio de dos por dos.
En 2011 su dueña tenía que irse a La Paz y Tayson quedaría solo, sin embargo no todo era malo porque precisamente en esos tiempos, la hermana de su dueña se trasladó junto a su esposo al barrio Fabril y fue el esposo, quien decidió llevarse a Tayson y darle una mejor vida. Así lo sacaba a pasear todos los días, jugaba con él, lo cuidaba y alimentaba. Tayson murió de viejo pero su última etapa fue la mejor de su vida.
Otra historia es la de Negrito, un perrito criollo pequeño que llegó a una familia tarijeña justo cuando falleció el padre del hogar. Negrito era un perro callejero que deambulaba por Juan XXIII, le gustaba la gente y mucho más husmear por alguna cocina de algún restaurante.
El día del velorio apareció en la casa y se mantuvo debajo del ataúd durante los dos días que duró el velatorio. Al final cuando todo pasó, Negrito se fue quedando y sirvió de gran ayuda emocional para el nieto que más tiempo pasaba con su abuelo.
Hoy el pequeño perro vive en el barrio Artesanal junto a su dueño. En la zona los canes son seis veces más grandes que los de Juan XXIII. Al principio Negrito quería salir por las calles como antes, pero ahora se ha acostumbrado a estar en la casa, pues cada vez que osa salir recibe una paliza de los otros perros. Más aún, hoy Negrito es feliz, tiene el espacio suficiente y ya no necesita husmear en las calles.
Así estuvo por dos cuadras hasta que de pronto sintió que unas cálidas manos le alzaban del frío suelo y la acercaban a una superficie caliente. Lamentablemente no podía ver, pero por la voz supo que se trataba de una niña, levantó su pequeña cabeza y escuchó un grito “mamá la perrita está enferma, no ve. Debemos llevarla al veterinario”.
Mili tenía una fuerte infección estomacal y desnutrición, pero también conjuntivitis, lo que no le permitía abrir los ojos. Fue llevada de inmediato a la clínica veterinaria Esbet, que en ese tiempo funcionaba al lado de la discoteca Perros y Gatos. Ahí la atendieron y aunque no dieron un buen pronóstico prometieron intentar salvar al animalito.
[caption id="attachment_237354" align="alignnone" width="1920"] La pequeña Mili[/caption]
Lucía la pequeña niña tenía doce años, pero ya poseía el suficiente conocimiento como para saber con qué remedios caseros podría luchar contra la conjuntivitis de su nueva compañera, así todas las noches le puso un poco de té y manzanilla a los ojos, hasta que la inflamación bajó y al fin Mili pudo conocer a su nueva dueña.
La desnutrición y la infección requirieron de mucho más, el tratamiento en la clínica duró casi dos meses, tiempo en el cual la niña llevó a Mili sin falta a la clínica. “Cuando ya se sanaba de algo le aparecía otra enfermedad hasta que decidí fortalecerla con sopa de verduras licuadas, hígado de vaca, carne y lo que pudiera, además de vitaminas. El veterinario me decía que nació débil”, cuenta Lucía, pero feliz recuerda que un día le dijo “Ya está sana puedes dejar de venir”.
“Fue un triunfo para mí, esta historia sucedió hace ya como ocho años y aun Mili sigue viva y conmigo”, relata la niña que hoy ya es joven, pues tiene 20 años.
Adoptar a un animal es darle un giro feliz a su historia
La adopción de animales es un proceso de adoptar a un animal que un dueño anteriormente abandonó. Es darle un hogar, atención y en fin cambiarle la vida. El abandono constituye el principal obstáculo de bienestar de los animales de compañía en nuestro país.
Más de 300.000 perros viven abandonados en las calles de Bolivia, un país que cuenta con diez millones de habitantes. Esto demuestra una gran desatención pero sobre todo refleja el poco sentimiento que tienen las personas frente a un sinfín de campañas de adopción que pasan ante sus ojos.
Tras un sondeo de opinión realizado por El País a 30 personas que abandonaron sus animales. Se determinó que las cinco principales razones por las que los abandonaron fueron: Los traslados de casa, los problemas económicos, las camadas inesperadas, el comportamiento del animal y la pérdida de interés por el animal.
Éstas son las causas injustificables por lo que miles de perros deambulan por las calles, sin alimento, sin agua, sin techo y en muchos casos con enfermedades graves
Según resultados de un estudio realizado por la Sociedad Protectora de Animales de Tarija (SPAT) hace menos tres años, en la ciudad había 71 mil perros con hogar y otros 20 mil que estaban en situación de calle, huérfanos o vagabundos.
Además, se conoció que al día nacen alrededor de 800 canes, aspecto que mantiene en alerta a la Sociedad Protectora, porque se estima que esos datos se incrementaron en el último año.
Las sociedades protectoras
Lamentablemente ser un grupo de protección a los animales requiere de un gran trabajo quijotesco, que incluye gastar dinero propio e invertir gran cantidad de tiempo. A pesar de esto muchas organizaciones en Tarija y Bolivia lo han hecho. Entre ellas Animales SOS, la Sociedad Protectora de Animales Tarija (SPAT), Refugio “Mi rinconcito feliz”, entre otras.
Más aún cuando llega la crisis alcanza a todas las esferas sociales, de esta manera muchos de estos lugares, golpeados por la realidad, decidieron cerrar parte o todos sus albergues.
Un ejemplo de ello es que tras diez años de labor y con la promulgación de la Ley 700 para la defensa de los animales contra los actos de crueldad y maltrato, Animales SOS decidió ya no recibir más animales abandonados, aunque había excepción para aquellos perros y gatos que se encontraban malheridos y necesitaban ser atendidos.
Susana del Carpio, principal activista de esta organización, dijo que como Animales SOS han constatado que las cosas no han cambiado respecto al abandono de los animales. Añadió que en el marco de la situación actual las posibilidades de seguir adelante son cada vez más difíciles tomando en cuenta el costo, pues necesitan al menos 20.000 dólares anuales para mantener el albergue.
Los falsos animalistas
A menudo vemos que muchas personas en las calles encuentran animales heridos, ¿Qué hacer en ese momento? los fácil es llamar a las organizaciones protectoras de animales “y si no contestan ni modo, ya lo intentamos”. Lo difícil y más comprometido es ayudarlos uno mismo. De este tipo de personas hay muy poco, la mayoría son falsos animalistas movidos por un sentimiento momentáneo.
Más aún, no todos actúan de esta manera. En Tarija aunque son pocos hay algunos ejemplos de verdadera ayuda hacia los animales. “Pompón” es un pequeño perro criollo que un día corría por el mercado Central con el hocico sangrando, pero sosteniendo un pedazo de pan.
Paola lo miró y lo detuvo. Una señora venía tras él queriendo atraparlo y en cuanto Paola alzó al pequeño animal de no más de 60 centímetros, la señora se paró frente a ella y comenzó el relato: “Algún irresponsable tiró un pan al camino desde un auto, el pobre animalito desesperado corrió a agarrarlo y el auto que venía detrás lo golpeó en el hocico, no sé cómo sigue vivo y a pesar de que lloró volvió por su pancito”, explicó Erlinda Flores.
Quien tras decir esto le pidió a Paola que se lo lleve a casa, pues Erlinda es de Yacuiba y le iba a ser muy difícil llevarse al animal. De inmediato Paola accedió, lo llevó al veterinario y hoy a más de tres años de lo sucedido Pompón tiene un hogar, tiene una cama con su nombre y no le falta la comida diaria.
La adopción como opción
[caption id="attachment_237356" align="alignnone" width="960"] Spay fue adoptado en 2012[/caption]
Aunque son muy pocas las personas que deciden adoptar a un gato o a un perro y muchas las que prefieren comprarlo, se debe seguir insistiendo en que la adopción es la mejor opción de ayuda a los animales abandonados.
Según Gabriella Tami, Doctorada en Veterinaria y Máster en Etología, la adopción es una alternativa que a la hora de adquirir un animal de compañía beneficia a todos: a la familia, a las entidades de protección animal y, por supuesto, al propio perro o gato.
Todos los animales adoptados guardan bajos sus patas una historia muchas veces triste, pero que en la mayoría de los casos tienen un final feliz
Tayson fue comprado como un bóxer elegante y poderoso por un canadiense. El imponente perro aunque no era de raza pura era peleador, “eso le hacía gracia a su dueño”, más aún el canadiense un día decidió irse y dejó de recuerdo a su novia a Tayson, y aunque a ella no le gustaba mucho los perros, lo llevó a casa.
Durante cinco años el imponente Tayson no tuvo mucho espacio para correr, no salía a las calles porque era agresivo con otros animales y humanos. Así no le quedaba más que vivir en un espacio de dos por dos.
En 2011 su dueña tenía que irse a La Paz y Tayson quedaría solo, sin embargo no todo era malo porque precisamente en esos tiempos, la hermana de su dueña se trasladó junto a su esposo al barrio Fabril y fue el esposo, quien decidió llevarse a Tayson y darle una mejor vida. Así lo sacaba a pasear todos los días, jugaba con él, lo cuidaba y alimentaba. Tayson murió de viejo pero su última etapa fue la mejor de su vida.
Otra historia es la de Negrito, un perrito criollo pequeño que llegó a una familia tarijeña justo cuando falleció el padre del hogar. Negrito era un perro callejero que deambulaba por Juan XXIII, le gustaba la gente y mucho más husmear por alguna cocina de algún restaurante.
El día del velorio apareció en la casa y se mantuvo debajo del ataúd durante los dos días que duró el velatorio. Al final cuando todo pasó, Negrito se fue quedando y sirvió de gran ayuda emocional para el nieto que más tiempo pasaba con su abuelo.
Hoy el pequeño perro vive en el barrio Artesanal junto a su dueño. En la zona los canes son seis veces más grandes que los de Juan XXIII. Al principio Negrito quería salir por las calles como antes, pero ahora se ha acostumbrado a estar en la casa, pues cada vez que osa salir recibe una paliza de los otros perros. Más aún, hoy Negrito es feliz, tiene el espacio suficiente y ya no necesita husmear en las calles.