Brasil comprará la mitad del gas actual, YPFB sin plan B
Las malas noticias se acumulan para el ministro de Hidrocarburos, Luis Alberto Sánchez, en lo que por otro lado algunos analistas empiezan a considerar una maniobra coordinada entre dos gobiernos alejados ideológicamente del Gobierno de Evo Morales. A las pocas ganas de comprar gas de Argentina...



Las malas noticias se acumulan para el ministro de Hidrocarburos, Luis Alberto Sánchez, en lo que por otro lado algunos analistas empiezan a considerar una maniobra coordinada entre dos gobiernos alejados ideológicamente del Gobierno de Evo Morales. A las pocas ganas de comprar gas de Argentina se suma el anuncio de Petrobras de reducir sus compras en lo que queda de contrato, que por otro lado no es tanto tiempo.
Más allá de partidarios y detractores de la “teoría de la conspiración”, el secretario de Energía argentino, Javier Iguacel, lleva desde septiembre criticando la capacidad de Bolivia para honrar su contrato, reduciendo las nominaciones a la mitad de lo que permite el contrato y dejando facturas sin pagar por meses. Esto ya motivó un anuncio del Ministro
Luis Alberto Sánchez de haber iniciado conversaciones para modificar aspectos del contrato, entre ellos haber ampliado el plazo de entrega sin aumentar volumen, es decir, vender menos cada mes. Posteriormente Sánchez lo matizó.
Ayer fue el futuro presidente de Petrobras, Roberto Castello Branco, que asumirá de la mano del ultra Jair Bolsonaro, quien aseguró que examinará el contrato de gas con Bolivia y tiene previsto acompañar la sugerencia técnica de la Empresa de Investigación
Energética (EPE), órgano vinculado al Ministerio de Minas y Energía, de reducir a la mitad las compras de gas boliviano, según un reportaje del diario O Globo.
Brasil tiene contrato para comprar 30,5 millones de metros cúbicos, un contrato vigente desde 1999 y que debía terminar el año próximo, pero que según el ministro se ampliará hasta que se acaben de entregar todos los volúmenes, ya que según sus palabras restan 1,7 trillones de pies cúbicos. Lo que no está claro es lo que ha sucedido con los pagos, puesto que las cláusulas de “take or pay” exigen pagos mínimos por encima de las nominaciones.
A pesar de que puede comprar 30,5 y debe pagar un mínimo de 24, en el último mes ha nominado un promedio de 25,66 millones de metros cúbicos, correspondiente a la media del año.
El matutino brasileño asegura que el contrato de gas con Bolivia termina el 2019, mientras que la Agencia Nacional de Petróleo (ANP) prepara una licitación pública internacional a inicios del próximo año, para conocer qué empresas podrían asumir del servicio.
Un estudio de la EPE difundido en junio de este año por la agencia Reuters, señala que el mercado de gas en Brasil se encamina a tener la participación de nuevos agentes privados, así como empresas de distribución del insumo en ese país.
La EPE recomienda renovar el contrato donde Petrobras se comprometa a la compra en firme de hasta 16 millones de metros cúbicos por día y los otros 14 millones sean cubiertos por otras empresas que abastezcan los mercados de San Pablo, Paraná, Santa Catarina y río Grande do Sul.
Idéntico argumento
La nueva autoridad brasilera indicó que la nueva prioridad de la estatal brasileña será aumentar la producción de petróleo en los campos del presal, para cubrir la demanda del mercado interno de ese país y que el gas boliviano compita en precios con otros importadores a partir del próximo año. El presal es un ambicioso proyecto en aguas abiertas en la plataforma continental, frente a las costas del sur brasilero, y que también ha atravesado por dificultades mientras los precios del petróleo han caído.
Argentina ha utilizado el mismo argumento, es decir, la priorización de sus proyectos en Vaca Muerta, en la cuenca neuquina, y que básicamente son proyectos de gas no convencional (fracking) con los que pretenden “inundar el mundo”, como alegremente han posicionado sus medios, para asegurar que no se necesitará más gas boliviano en dos años.
Ministro insiste
El Ministro Luis Alberto Sánchez, que juega a la defensiva desde hace varias semanas, mantiene firme la línea de que las reservas de gas en Bolivia son confiables, a pesar de que apenas alcancen para los próximos 13 años, y que el gas por ducto es competitivo, ya que las inversiones realizadas están en buena parte amortizadas.
Desde posiciones nacionales, la no renovación del contrato con Brasil y la reducción de los volúmenes con Argentina serían una buena oportunidad, dada la fragilidad de las reservas y las pocas expectativas en la exploración, de crear una reserva estratégica que garantice los proyectos de industrialización que siguen demorándose en el tiempo.
Coyuntura de riesgo para Bolivia
El analista de la Fundación Jubileo, Raúl Velásquez, luego de difundir la noticia de O Globo, recordó en su red social que la situación no es nueva y que llevan años advirtiendo que tanto Brasil como Argentina tenían en marcha proyectos importantes que les abastecería de gas, pero sin embargo no se tomaron las previsiones necesarias. “La respuesta de autoridades fue negar la situación y nos tildaron de ‘opinadores’ en lugar de abrir el diálogo para recoger percepciones y corregir errores”.
A la caída de ventas, se suma la caída en el precio del petróleo, que está retornado a la barrera de los cincuenta dólares y que tendrá impacto directo en las cuentas del Gobierno boliviano, que por otro lado ya reconoció en 2016 tener todas las fuentes de financiación copadas.
Más allá de partidarios y detractores de la “teoría de la conspiración”, el secretario de Energía argentino, Javier Iguacel, lleva desde septiembre criticando la capacidad de Bolivia para honrar su contrato, reduciendo las nominaciones a la mitad de lo que permite el contrato y dejando facturas sin pagar por meses. Esto ya motivó un anuncio del Ministro
Luis Alberto Sánchez de haber iniciado conversaciones para modificar aspectos del contrato, entre ellos haber ampliado el plazo de entrega sin aumentar volumen, es decir, vender menos cada mes. Posteriormente Sánchez lo matizó.
Ayer fue el futuro presidente de Petrobras, Roberto Castello Branco, que asumirá de la mano del ultra Jair Bolsonaro, quien aseguró que examinará el contrato de gas con Bolivia y tiene previsto acompañar la sugerencia técnica de la Empresa de Investigación
Energética (EPE), órgano vinculado al Ministerio de Minas y Energía, de reducir a la mitad las compras de gas boliviano, según un reportaje del diario O Globo.
Brasil tiene contrato para comprar 30,5 millones de metros cúbicos, un contrato vigente desde 1999 y que debía terminar el año próximo, pero que según el ministro se ampliará hasta que se acaben de entregar todos los volúmenes, ya que según sus palabras restan 1,7 trillones de pies cúbicos. Lo que no está claro es lo que ha sucedido con los pagos, puesto que las cláusulas de “take or pay” exigen pagos mínimos por encima de las nominaciones.
A pesar de que puede comprar 30,5 y debe pagar un mínimo de 24, en el último mes ha nominado un promedio de 25,66 millones de metros cúbicos, correspondiente a la media del año.
El matutino brasileño asegura que el contrato de gas con Bolivia termina el 2019, mientras que la Agencia Nacional de Petróleo (ANP) prepara una licitación pública internacional a inicios del próximo año, para conocer qué empresas podrían asumir del servicio.
Un estudio de la EPE difundido en junio de este año por la agencia Reuters, señala que el mercado de gas en Brasil se encamina a tener la participación de nuevos agentes privados, así como empresas de distribución del insumo en ese país.
La EPE recomienda renovar el contrato donde Petrobras se comprometa a la compra en firme de hasta 16 millones de metros cúbicos por día y los otros 14 millones sean cubiertos por otras empresas que abastezcan los mercados de San Pablo, Paraná, Santa Catarina y río Grande do Sul.
Idéntico argumento
La nueva autoridad brasilera indicó que la nueva prioridad de la estatal brasileña será aumentar la producción de petróleo en los campos del presal, para cubrir la demanda del mercado interno de ese país y que el gas boliviano compita en precios con otros importadores a partir del próximo año. El presal es un ambicioso proyecto en aguas abiertas en la plataforma continental, frente a las costas del sur brasilero, y que también ha atravesado por dificultades mientras los precios del petróleo han caído.
Argentina ha utilizado el mismo argumento, es decir, la priorización de sus proyectos en Vaca Muerta, en la cuenca neuquina, y que básicamente son proyectos de gas no convencional (fracking) con los que pretenden “inundar el mundo”, como alegremente han posicionado sus medios, para asegurar que no se necesitará más gas boliviano en dos años.
Ministro insiste
El Ministro Luis Alberto Sánchez, que juega a la defensiva desde hace varias semanas, mantiene firme la línea de que las reservas de gas en Bolivia son confiables, a pesar de que apenas alcancen para los próximos 13 años, y que el gas por ducto es competitivo, ya que las inversiones realizadas están en buena parte amortizadas.
Desde posiciones nacionales, la no renovación del contrato con Brasil y la reducción de los volúmenes con Argentina serían una buena oportunidad, dada la fragilidad de las reservas y las pocas expectativas en la exploración, de crear una reserva estratégica que garantice los proyectos de industrialización que siguen demorándose en el tiempo.
Coyuntura de riesgo para Bolivia
El analista de la Fundación Jubileo, Raúl Velásquez, luego de difundir la noticia de O Globo, recordó en su red social que la situación no es nueva y que llevan años advirtiendo que tanto Brasil como Argentina tenían en marcha proyectos importantes que les abastecería de gas, pero sin embargo no se tomaron las previsiones necesarias. “La respuesta de autoridades fue negar la situación y nos tildaron de ‘opinadores’ en lugar de abrir el diálogo para recoger percepciones y corregir errores”.
A la caída de ventas, se suma la caída en el precio del petróleo, que está retornado a la barrera de los cincuenta dólares y que tendrá impacto directo en las cuentas del Gobierno boliviano, que por otro lado ya reconoció en 2016 tener todas las fuentes de financiación copadas.