Bajaron ventas y aumentó la inseguridad en la ex terminal
De día suele parecer limpia, pero si se recorre por los espacios vacíos del interior de la que quedaron de la ex terminal de buses de Tarija “Agustín Morales” se empieza a sentir el olor a orina dejada por sus eventuales visitantes nocturnos que suelen ser personas en situación de calle y...
De día suele parecer limpia, pero si se recorre por los espacios vacíos del interior de la que quedaron de la ex terminal de buses de Tarija “Agustín Morales” se empieza a sentir el olor a orina dejada por sus eventuales visitantes nocturnos que suelen ser personas en situación de calle y que consumen bebidas alcohólicas.
Un lugar que otrora bullía de actividad comercial, cuando era el destino final de buses y flotas del interior del país o lugar de partida hacia distintas regiones, ahora brilla por su soledad y vacío.
El conductor de taxi Manuel Chávez se quejó de que la actividad económica bajó ostensiblemente en este barrio desde que las empresas de transporte de pasajeros se trasladaran a la nueva infraestructura ubicada en la zona de Torrecillas. “Se debería darle uso a este lugar, ahora no está para nada”, afirmó.
Vacío
La propietaria de un comedor popular ubicado en el lugar, Delia Álvarez, indicó que principalmente existe falta de seguridad para toda persona que transita por el sector, porque la ex terminal se encuentra abandonada y es frecuentada por “malhechores que la están destruyendo, duermen ahí y hacen sus necesidades”.
“Por las noches ya no es posible cruzarla”, agregó a tiempo de solicitar a las autoridades citadinas darle utilidad, instalar un puesto policial y permitir que se instalen allí los vehículos de transporte interprovincial, lo que atraería clientes para su negocio.
A su turno, la vendedora de una tienda ubicada en la esquina de la ex terminal, Zunilda Achá, recordó que toda su vida vivió en el lugar, nació allí, contó que vio cómo se desarrolló ese lugar, desde que el presidente Hugo Banzer Suarez la inaugurara en 1974. “Yo he sentido mucho, más que otras personas los efectos del traslado de las empresas”. Indicó no sin cierta pena.
“La gente ya no circula por acá, no hay ventas, ha bajado mucho, ya no es como años atrás, ahora tengo que apretarme el cinturón, no alcanza para los gastos domésticos. Incluso algunos “preventistas” que venían a surtir mi negocio ya no me vistan, porque las tiendas ya compramos poco y ahora sólo vendemos lo más básico”, se quejó.
A su vez Magalí, la administradora del hotel Segovia, contó que la clientela bajó, otro factor que ahuyenta a los visitantes es la proliferación de parroquianos que frecuentan la edificación abandonada, beben, se quedan a dormir, por las noches a causa de la poca iluminación suelen ocurrir asaltos.
Jorge Rodríguez, que atiende una venta barrial, señaló que prácticamente quedó una zona muerta. Apuntó que hubo una mala planificación al decidir que las empresas de transporte se vayan a la nueva terminal sin haber previsto qué utilidad se le podría haber dado a la antigua estación de buses.
“No solo ha quedado muerto, sino se ha llenado de ladrones, hacen lo que les da la gana, en la noche están durmiendo. Siempre hubo parroquianos, pero eran inofensivos, ahora los ladrones paran en el día por los alrededores, quitan las mochilas a las jóvenes, celulares, se ha reclamado todo, pero nunca se ha hecho nada”, se quejó.
Por otro lado, acusó a la directiva del barrio de no hacer nada para solucionar el problema, de darle funcionalidad a la ex terminal, la Alcaldía tampoco por lo que sus vecinos e sienten abandonados.
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Un lugar que otrora bullía de actividad comercial, cuando era el destino final de buses y flotas del interior del país o lugar de partida hacia distintas regiones, ahora brilla por su soledad y vacío.
El conductor de taxi Manuel Chávez se quejó de que la actividad económica bajó ostensiblemente en este barrio desde que las empresas de transporte de pasajeros se trasladaran a la nueva infraestructura ubicada en la zona de Torrecillas. “Se debería darle uso a este lugar, ahora no está para nada”, afirmó.
Vacío
La propietaria de un comedor popular ubicado en el lugar, Delia Álvarez, indicó que principalmente existe falta de seguridad para toda persona que transita por el sector, porque la ex terminal se encuentra abandonada y es frecuentada por “malhechores que la están destruyendo, duermen ahí y hacen sus necesidades”.
“Por las noches ya no es posible cruzarla”, agregó a tiempo de solicitar a las autoridades citadinas darle utilidad, instalar un puesto policial y permitir que se instalen allí los vehículos de transporte interprovincial, lo que atraería clientes para su negocio.
A su turno, la vendedora de una tienda ubicada en la esquina de la ex terminal, Zunilda Achá, recordó que toda su vida vivió en el lugar, nació allí, contó que vio cómo se desarrolló ese lugar, desde que el presidente Hugo Banzer Suarez la inaugurara en 1974. “Yo he sentido mucho, más que otras personas los efectos del traslado de las empresas”. Indicó no sin cierta pena.
“La gente ya no circula por acá, no hay ventas, ha bajado mucho, ya no es como años atrás, ahora tengo que apretarme el cinturón, no alcanza para los gastos domésticos. Incluso algunos “preventistas” que venían a surtir mi negocio ya no me vistan, porque las tiendas ya compramos poco y ahora sólo vendemos lo más básico”, se quejó.
A su vez Magalí, la administradora del hotel Segovia, contó que la clientela bajó, otro factor que ahuyenta a los visitantes es la proliferación de parroquianos que frecuentan la edificación abandonada, beben, se quedan a dormir, por las noches a causa de la poca iluminación suelen ocurrir asaltos.
Jorge Rodríguez, que atiende una venta barrial, señaló que prácticamente quedó una zona muerta. Apuntó que hubo una mala planificación al decidir que las empresas de transporte se vayan a la nueva terminal sin haber previsto qué utilidad se le podría haber dado a la antigua estación de buses.
“No solo ha quedado muerto, sino se ha llenado de ladrones, hacen lo que les da la gana, en la noche están durmiendo. Siempre hubo parroquianos, pero eran inofensivos, ahora los ladrones paran en el día por los alrededores, quitan las mochilas a las jóvenes, celulares, se ha reclamado todo, pero nunca se ha hecho nada”, se quejó.
Por otro lado, acusó a la directiva del barrio de no hacer nada para solucionar el problema, de darle funcionalidad a la ex terminal, la Alcaldía tampoco por lo que sus vecinos e sienten abandonados.
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