Martín Maizares, peleando por la soberanía de la medicina naturista tradicional
El médico naturista cumplió 50 años hace 13 días, 36 de los cuales ha dedicado a trabajar por la salud de las personas.
Ubicada en la Domingo Paz, entre Campero y General Trigo, para algunos es solo una tienda de productos naturistas. Para otros, es una farmacia de medicina tradicional en la cual Martín Maizares recomienda productos para distintas dolencias, propone rebajas para que sus compradores lleven y vuelvan, ilustra sobre las propiedades de la ingente cantidad de preparados que se lucen en sus macizas vitrinas, e indica dosis y formas de administración.
Martín nació en Villazón, Potosí, y llegó solito a Tarija en 1985. Solito, sin familia, se las ingenió para vender sal de uvas, Eno, y otros productos similares de la “medicina académica”, hasta que en 1995 se enfrentó a la denuncia de farmacéuticos que no soportaban que obrara sin un título. “Se cierra una puerta y Dios abre otra”. Martín entró a los cursos de Infocal y aprendió a preparar pomadas, jarabes, aceites y tinturas. Desde entonces, ha vivido capacitándose con cursos y diplomaturas.
Por su experiencia y conocimiento acumulado, Martín es parte de la Asociación de Médicos Naturistas Tradicionales de Tarija (Amenat), institución en la cual se agrupan los médicos naturistas y tradicionales del departamento. “He llegado a enrolarme ahí gracias a la señora Teresa Mur Vargas que me conoció desde muy chico. Ahora ella es presidenta de la institución”. La evaluación favorable de sus colegas le valió la presidencia del Concejo Departamental de Medicina Tradicional (Codemetra), cargo que Martín ejercerá hasta septiembre de 2023.
“El tiempo pasa y te va a dar la recompensa, y un día vas a ser un hombre feliz, tranquilo, con salud, con experiencias para contar a los que vienen más allá, a los jóvenes”
Como presidente de Codemetra, sabe que en Tarija hay “alrededor de 350 médicos tradicionales, y más porque en el rincón de cada cerro hay curanderos, parteros y gente antigua que trabajan años”. Esgrime la Ley 459 de Medicina Tradicional Ancestral Boliviana cuando señala la falta de laboratorios artesanales que permitan a los médicos preparar medicinas locales para distribuirlas a nivel departamental. “Mi farmacia está llena de medicina de Cochabamba y La Paz. Como presidente, hablé mucho a las autoridades, pero no sé qué pasa que no podemos hacer nuestras cosas. Entra mucho contrabando de Perú, pero estamos trabajando para prohibir su venta y usar lo nuestro”.
Nadie en su familia se ha dedicado a la medicina. Es algo que ha hecho solo, una oportunidad convertida en vocación de curar a las personas. Encuentra apoyo en su esposa Edith Mollo Chinuri, y sus hijos Jessica, Álvaro y la pequeña Edith. “Vivimos ya 28 años juntos. Nos ha costado asentar, pero el matrimonio es para valientes. No soy psicólogo, pero he compuesto matrimonios jóvenes que estaban por separarse. El hombre es la cabeza. Si no asienta cabeza y responde por su esposa y su familia, no va a funcionar”.