“Tarijeñito” y la tradición de hacer vino en familia
Un 22 de septiembre de 2013, un matrimonio joven decidió seguir el ejemplo de sus padres y fundó una bodega de vinos.
Claudia Lorena Sanguino Gallardo creció en medio de las vides de la comunidad de San Isidro, a 15 km de Tarija, en medio del Valle de la Concepción. Sus abuelos producían uva y hacían vinos en cántaro para fechas especiales. Sus padres siguieron el ejemplo, pero la sobreproducción de uva les convenció de hacer vino en serio. Llevaban uva fresca y vino a Santa Cruz, donde los apodaban como “los tarijeñitos”. El nombre quedó para los vinos también, y los padres se esforzaron siempre por cuidar la línea de producción artesanal y orgánica.
“Me apasiona despertar cada día con una nueva idea, un nuevo vino. Estamos a tiempo completo, a veces hasta madrugada”
Conociendo su historia, Claudia decidió fundar una bodega artesanal con su esposo y darle el nombre de “Tarijeñito”, haciendo honores al esfuerzo de sus padres y al mundo mágico de sabores y olores de la vitivinicultura. Empezaron produciendo vinos dulces y semidulces, teniendo buena recepción con el público paceño, cochabambino y cruceño. Poco a poco, las 8 hectáreas de uva de mesa cambiaron por uva de vino, y de esa transformación nació la fuerza de la bodega “Tarijeñito”.
“Es mi trabajo, depende de mí y hay varias personas que están a mi cargo. En la empresa, todas las personas que trabajan son mujeres, excepto mi esposo y el enólogo”. Claudia ha decidido trabajar con mujeres con diversas situaciones, algunas son madres solteras, otras trabajan junto a sus madres. Así, el rango de edad de las trabajadoras de “Tarijeñito” abarca de los 19 a los 40 años. “Hacemos turnos con las chicas trabajando en bodega, envasando, etiquetando. Todo es manual, no tenemos máquinas sofisticadas, es un trabajo minucioso”.
Para la bodega “Tarijeñito”, la pandemia fue una prueba de fuego. “Las chicas siguieron con nosotros, llegaban como sea, en bici, caminando. Se quedaban en la casa, cocinábamos juntas. Fue una cosa bien dramática, pero también hicimos equipo”. De la experiencia nació uno de los vinos más buscados de la bodega, el Tannat “Empodérate”, con la imagen de una mujer que transmite valor por encima del maltrato. “Está así para que no sufra más por la violencia intrafamiliar que a veces pasamos las mujeres”, detalla Claudia.
Después del encierro, “Tarijeñito” se ha dedicado a ampliar sus líneas de vinos, y también ofrece jugos y conservas de frutas. “Me apasiona despertar cada día con una nueva idea, un nuevo vino. Estamos a tiempo completo, a veces hasta madrugada”, asegura Claudia. La ironía de “Tarijeñito” es que le va muy bien en los 3 departamentos troncales del país, pero en su casa lo conocen poco. Claudia está tranquila. Este año espera superar las 70 mil botellas de producción. Como ella dice, “son vinos que pueden sorprender”.