Secuelas de la pandemia y nuevos retos psicológicos observados por Estela Durán
La psicóloga mexicana ahonda en nuevos síndromes, como “El Niño Caracol” y “La Cabaña”, que afectan a niños y adolescentes que sufren en silencio.
Dos años después del inicio de la pandemia, las medidas de bioseguridad continúan, aunque con soltura y a veces haciendo la vista gorda. Con dos o tres vacunas encima, y quizá más, la población mundial intenta recobrar la vida que conocíamos en 2020. Sin embargo, hay secuelas que afectan una de las áreas menos cuidadas de la salud, al menos en Bolivia: la salud mental. Y el peso que la ansiedad, el miedo y la paranoia ha puesto sobre la psiquis es innegable y silencioso.
Para Estela Durán, doctora en psicología, especialista en hipnosis y programación neurolingüística, el encierro provocó trastornos agravados por la incertidumbre ante la propia vida o la de nuestros seres queridos. De manera que una nueva normalidad requiere de un proceso de cuidado y atención a la forma en que volvemos a socializar.
Hace poco, se programó la vuelta a clases en muchos colegios y universidades bolivianas y de todo el mundo. Sin embargo, ha habido poca o ninguna preparación emocional para este regreso. Se asume que volver al lado de las compañeras y compañeros es sano, y puede serlo. Sin embargo, es importante tomar atención a algunos síndromes que, según la doctora, ya están afectando a niños, adolescentes y adultos.
Lo importante no es tener problemas sino saber superarlos de la mejor manera posible
Por ejemplo, el síndrome del “Niño Caracol” se hará evidente en niños de entre 6 y 10 años, que son quienes más lo experimentan. Ellos se resguardan en un aislamiento social agudo y “prefieren estar en su casa con la tecnología, misma que los hace sentirse cómodos y seguros, a salir a la calle y socializar".
Con la población adulta se utiliza el término de síndrome de “La Cabaña”, que incluye síntomas diversos, compatibles con fobias y trastornos de ansiedad ya conocidos por la mayoría de personas. Sin embargo, el sufrimiento, el duelo, y la imposibilidad de atravesar estas emociones por la necesidad de volver al trabajo, producir y sostener nuevamente la economía personal y nacional, conforman un peso emocional que lentamente empuja hacia el desarrollo de una depresión integral.
Quizá en nuestro medio no existe la confianza suficiente para acercarse a un psicólogo. Sin embargo, es importante derribar tabús y ejercitar una cultura del cuidado mental y emocional. "Lo importante no es tener problemas sino saber superarlos de la mejor manera posible”, acota Estela Durán, quien como muchos profesionales ofrece herramientas accesibles a través de su sitio web y redes sociales. Además, recomienda que no se baje la guardia ante las secuelas silenciosas que la pandemia nos ha traído, y se busque apoyo al sospechar de alguno de los síndromes aquí descritos.