Pablo Ignacio López, la fotografía para rescatar los patrimonios tarijeños
El joven fotógrafo combate sus inquietudes con su cámara.



Pablo Ignacio López Vacaflores es un joven tarijeño estudiante de arquitectura y apasionado por la fotografía y la cultura chapaca. Mediante sus fotos trabaja a diario para mantener vigentes los patrimonios y atractivos del departamento que pasan desapercibidos para la mayoría.
Su primer contacto con la fotografía se da en la infancia, cuando descubría aquellas fotos en blanco y negro y negativos que su abuela guardaba como tesoros. Más tarde, su padre compraría la primera cámara con la que aprendió a congelar el tiempo en una foto. Recuerda que su padre la adquirió para un viaje y que, desde entonces, él y su hermano se apoderaron de la cámara que aún era de rollo, cuenta: “Cada que viajábamos teníamos que comprar los rollos”.
Respecto a su gusto por la cultura chapaca, explica que fue su madre quien se lo inculcó. Además, siempre tuvo una afición por la historia: “Me gusta mucho leer historia, eso es la base de lo que soy”.
Sin embargo, Pablo Ignacio tiene una inquietud. Él siente que son muy pocos tarijeños los que realmente valoran la cultura y los patrimonios. Por ello conjuga sus pasiones y hobbies en un trabajo constante por combatir esa dejadez que ve en la población.
“Debemos ver la ciudad con ojos de turista”.
Con su cámara como principal arma, retrata aquellos patrimonios arquitectónicos que pasan desapercibidos en el día a día y trata de mostrar todo el valor que tienen añadiendo referencias y datos históricos. Así crea series de fotos de los balcones de la ciudad, por ejemplo, o comparaciones de fotos actuales y antiguas de las casas del centro.
También busca esa belleza y valor en las zonas más alejadas de la ciudad, pues cree que son las que menos atención reciben. Todo su trabajo se encuentra en su cuenta de Instagram, donde adapta el contenido a los formatos de esta red social.
Su anhelo es que la cultura y patrimonios sean verdaderamente valorados. Cree que la enseñanza y educación es vital para lograr ese objetivo.
Aunque no se considera un fotógrafo profesional, no cierra la puerta a serlo algún día. De todas formas, explica que la línea que separa su carrera, la arquitectura, de sus pasiones, la fotografía y cultura, es un tanto difusa, ya para él son cosas que necesariamente van juntas.
Pablo Ignacio afirma que cada día trabaja para “crecer, mejorar la técnica y el ojo” y, desde luego, para avanzar en su cruzada de revalorizar esos patrimonios que están en cada calle, pero pasan desapercibidos.