Celia Velásquez y su lucha por ser fotógrafa
Celia dejó atrás una carrera de 7 años como contadora para dedicarse a la fotografía.



La primera cámara que sostuvo Celia Velásquez fue una Olympus, ese objeto que capturaba la luz en un lienzo fotosensible le causaba enorme curiosidad. Era una niña, y ese aparato prendió la mecha de un anhelo y una sed de tomar fotos que sigue vigente hoy.
“Sacaba fotos a la naturaleza, paisajes, flores… y a mi familia con esa cámara que compró mi papá, A veces salían quemadas”, recuerda a la par que deja escapar una risa.
La curiosidad por esa ciencia y arte se mantuvo intacta. Rememora otra época de su infancia en la que trabajaba vendiendo pipocas en la Plaza Luid de Fuentes y Vargas, donde no podía despegar la vista de los fotógrafos que se encuentran junto a la fuente. “Ellos fueron mis primeros maestros, yo los observaba todo el tiempo”.
Celia desempeñó múltiples funciones a lo largo de su vida. Contadora de profesión, antes de ejercer su carrera, trabajó en una fotocopiadora, un supermercado y como operadora de radiotaxis. Necesitaba una cámara para explorar el mundo de su pasión y no dudó en sacrificar su tiempo para lograrlo: “Algunos días llegué a trabajar 18 horas. Yo sabía lo que quería”.
Más tarde consiguió empleo en una empresa privada y pudo trabajar según su profesión. Por 7 años se mantuvo ahí, escalando puestos, hasta que un día decidió dejarlo todo. Decidió dejar su trabajo para ser fotógrafa, como le pedía el recuerdo de esa niña con la cámara Olympus en las manos. No se trataba de un pasatiempo, Celia tenía la intención de arriesgarse por un sueño.
“Decidí intentarlo. No me importó si me iba bien o mal, sentía que estaba perdiendo los años y tenía que hacerlo ¿por qué no iba a cumplir mi sueño de niña?”.
“Cuando amas lo que haces, te entregas enteramente a ello”.
Celia tomó la decisión sola, su entorno cercano no estaba de acuerdo y le aconsejaban que no lo hiciera, pero la sentencia estaba dictada.
De esa manera, empezó su carrera como fotógrafa hace 2 años, tomando fotos a modelos en una feria. Luego de que las personas vieron los resultados, las llamadas para sesiones comenzaron a llegar.
Hoy, Celia está a unos meses inaugurar su propio estudio. Aunque dice que “no fue fácil hacerse un hueco porque en Tarija hay muy buenos fotógrafo”. Ella se dio a conocer gracias a sus redes sociales, según cuenta.
Hoy les aconseja a los jóvenes aspirantes a fotógrafos animarse, que no dejen atrás su sueño por miedo y que no importa la cámara tanto como el trabajo y dedicación por detrás. “Yo trabajé mucho y hoy vivo mi sueño”.