Las emociones y el corazón
Elías Vidaurre Médico Es evidente que las emociones influyen en la salud. Por un lado, las positivas ayudan a resistir dificultades y facilitan la recuperación tras una enfermedad. Por otro, las negativas, como la hostilidad, la ira, el estrés, la depresión o la tristeza hacen a las...
Elías Vidaurre Médico
Es evidente que las emociones influyen en la salud. Por un lado, las positivas ayudan a resistir dificultades y facilitan la recuperación tras una enfermedad. Por otro, las negativas, como la hostilidad, la ira, el estrés, la depresión o la tristeza hacen a las personas más vulnerables frente al desarrollo de determinadas dolencias. Ahora, por primera vez, se ha demostrado la relación inversamente proporcional entre enfermedad cardiaca coronaria y emociones positivas.
Conociendo más
A pesar de que algunos estudios ya apuntaban que momentos álgidos de estrés podían provocar muerte súbita en personas en riesgo, un estudio reciente publicado en la revista Journal of the American College of Cardiology asegura que enfadarse provoca tales cambios en la actividad eléctrica del corazón, que se podrían predecir futuras arritmias ventriculares letales y, en consecuencia, paradas cardiacas repentinas, sobre todo en pacientes con alteraciones cardiacas previas, como son quienes portan un desfibrilador automático implantado.
El estudio concluyó que las emociones fuertes incrementan la excitación del sistema nervioso simpático (relacionado con situaciones de emergencia y con la respuesta de lucha o huida, inhibe el tracto digestivo, dilata las pupilas y acelera la frecuencia cardiaca y respiratoria) y que los pacientes a quienes se inducía el enfado tenían más probabilidades de experimentar arritmias.
Los especialistas sugieren, por tanto, que los ensayos de electrografía, junto con nuevos test de estrés mental, podrían ayudar a seleccionar mejor a los pacientes con arritmias que se pueden beneficiar de la implantación de un desfibrilador y de la ayuda de un profesional que ofrezca herramientas para un mejor manejo del mal humor.
Tener una actitud optimista no solo permite disfrutar mejor de la vida, sino que también la alarga en el tiempo. Además, ante manifestaciones de impaciencia, irritabilidad u hostilidad se eleva la tensión arterial, uno de los factores de riesgo cardiovascular. Incluso, para algunos autores, la relevancia de los aspectos psicológicos constituye un riesgo tan significativo como el hábito tabáquico, la hipercolesterolemia o la misma hipertensión.
La evidencia científica disponible sostiene estos argumentos sobre las emociones
Una actitud pesimista provoca una salud física más frágil, y mortalidad mayor
Los pacientes más optimistas tienen más posibilidades de vivir más
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Es evidente que las emociones influyen en la salud. Por un lado, las positivas ayudan a resistir dificultades y facilitan la recuperación tras una enfermedad. Por otro, las negativas, como la hostilidad, la ira, el estrés, la depresión o la tristeza hacen a las personas más vulnerables frente al desarrollo de determinadas dolencias. Ahora, por primera vez, se ha demostrado la relación inversamente proporcional entre enfermedad cardiaca coronaria y emociones positivas.
Conociendo más
A pesar de que algunos estudios ya apuntaban que momentos álgidos de estrés podían provocar muerte súbita en personas en riesgo, un estudio reciente publicado en la revista Journal of the American College of Cardiology asegura que enfadarse provoca tales cambios en la actividad eléctrica del corazón, que se podrían predecir futuras arritmias ventriculares letales y, en consecuencia, paradas cardiacas repentinas, sobre todo en pacientes con alteraciones cardiacas previas, como son quienes portan un desfibrilador automático implantado.
El estudio concluyó que las emociones fuertes incrementan la excitación del sistema nervioso simpático (relacionado con situaciones de emergencia y con la respuesta de lucha o huida, inhibe el tracto digestivo, dilata las pupilas y acelera la frecuencia cardiaca y respiratoria) y que los pacientes a quienes se inducía el enfado tenían más probabilidades de experimentar arritmias.
Los especialistas sugieren, por tanto, que los ensayos de electrografía, junto con nuevos test de estrés mental, podrían ayudar a seleccionar mejor a los pacientes con arritmias que se pueden beneficiar de la implantación de un desfibrilador y de la ayuda de un profesional que ofrezca herramientas para un mejor manejo del mal humor.
Tener una actitud optimista no solo permite disfrutar mejor de la vida, sino que también la alarga en el tiempo. Además, ante manifestaciones de impaciencia, irritabilidad u hostilidad se eleva la tensión arterial, uno de los factores de riesgo cardiovascular. Incluso, para algunos autores, la relevancia de los aspectos psicológicos constituye un riesgo tan significativo como el hábito tabáquico, la hipercolesterolemia o la misma hipertensión.
La evidencia científica disponible sostiene estos argumentos sobre las emociones
Una actitud pesimista provoca una salud física más frágil, y mortalidad mayor
Los pacientes más optimistas tienen más posibilidades de vivir más
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