En medio de una vigilia de sus feligreses
Tarija: Envían a Morros Blancos al padre Milton por tres meses
En la audiencia de medidas cautelares se demostró la probabilidad de autoría del delito de abuso sexual agravado, del que habrían sido víctimas los seminaristas a su cargo
Luego se casi cuatro horas de audiencia y en medio de una vigilia instalada por miembros de la Orden Carmelitas, la justicia determinó la detención preventiva en el penal de Morros Blancos para el párroco de la iglesia San Roque, Milton Murillo Ortiz, tras evidenciar indicios que acreditan la probabilidad de autoría del delito de abuso sexual agravado.
El religioso fue conducido al penal de Tarija por efectivos policiales una hora después de concluida su audiencia. Al salir de dependencias de la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia (FELCV) los feligreses que afirman que es inocente increparon a los uniformados y a los medios de prensa que realizaban la cobertura.
"Con la exposición de todos los elementos presentados por el Ministerio Público se ha dictado la detención preventiva del párroco (...) Con esto queremos expresar que el Ministerio Público está actuando con mano dura para castigar estos delitos", aseveró la fiscal departamental, Sandra Gutiérrez Salazar, al indicar que se dictó un plazo de tres meses para concluir la investigación.
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La autoridad ratificó que el caso se mantiene en reserva por cinco días más. Pero confirmó que el padre Garvin Grech, quien precedió a Murillo como párroco de San Roque, también es investigado en el mismo proceso.
Milton Murillo fue aprehendido el miércoles a horas 7:45 horas en inmediaciones de su parroquia e inmediatamente fue conducido a la FELCV.
El sacerdote es investigado por el presunto abuso sexual agravado de seminaristas que estuvieron a su cargo, tanto en Tarija como en La Paz, por lo que no se descarta expandir la investigación mediante la cooperación de la Fiscalía y Policía de ese departamento.
Abuso en “revisión médica”
De acuerdo a los testimonios de al menos dos víctimas, coincide la versión de que el sindicado les decía a los seminaristas que él se haría cargo de la “revisión médica”, que consistía en toques en los genitales de forma recurrente.
Las declaraciones también coinciden en que ya habían intentado denunciar ante las autoridades eclesiales, pero no obtuvieron una respuesta.