29 de Octubre
Un Barrio Inteligente logra ahuyentar a la delincuencia
Los vecinos del barrio se organizaron y tuvieron que juntar 9 mil bolivianos para el proyecto, con el que instalaron 11 cámaras de seguridad en toda la zona. Con esto ahuyentaron a los ladrones
Están ubicados por Monte Sud, atrás del Parque de las Barrancas, son de escasos recursos económicos, viven al día, las calles de su barrio no están ni siquiera empedradas y no cuentan con agua potable, gas domiciliario y mucho menos alcantarillado.
Solo tienen energía eléctrica en sus casas y sufrían robos constantes de lo poco que tienen, por lo que cansados de esto decidieron volverse un Barrio Inteligente y así, desde hace 5 meses atrás, ahuyentaron a la delincuencia.
Se trata del barrio 29 de Octubre, que está ubicado en la zona de Monte Sud, mucho más adentro de la Estación Policial Integral (EPI) del barrio Los Chapacos. Colindan con los barrios Las Flores, Los Ángeles, Cañadas 1, Cañadas 2 y las Barrancas. Ahí existen alrededor de 55 viviendas construidas y viven 35 familias, casi la totalidad de ellas dedicadas al comercio.
El presidente del barrio, Armando Choque Acuña, cuenta que carecen de servicios básicos y dice que para tener agua tienen que comprar cada 3 días 10 mil litros para llenar un tanque que logre abastecerlos del líquido elemento. La inversión que hacen es de 220 bolivianos cada que llenan el tanque, aunque ahora, por el tema de la pandemia, reciben este beneficio sin costo alguno.
Relata que pese a las condiciones que tienen en su barrio y a que muchos de ellos viven de lo que ganan al día, tuvieron que tomar una decisión hace varios meses atrás para erradicar la delincuencia, puesto que era una constante en su zona.
Los robos eran a plena luz del día y esto tal vez sucedía porque casi todos ellos salen de sus hogares rumbo a sus negocios o comercios durante toda la jornada, dejando solos sus domicilios, para retornar en horas de la noche y descansar.
Macario Lupati, fundador del barrio, recuerda por ejemplo, que él tenía su casa prácticamente terminada, con puertas, ventanas y lista para habitar, por lo que había ido a recoger sus cosas de la vivienda donde vivía, para llevarlas a su nuevo hogar, pero le habían sacado las puertas y ventanas. Dice que tal vez porque en ese entonces no había muchas familias aún en el barrio.
Armando afirma que antes los robos eran seguidos, pues se perdían baldes, se llevaban cosas de las casas a medio construir, e incluso había mucha presencia de parroquianos; pero la gota que rebalsó el vaso fue el robo al domicilio de un vecino que había salido de viaje para aprovisionarse de artículos para su negocio.
Juan Carlos Vargas fue la víctima de ese robo y relata que aquella ocasión él había viajado a Oruro y su esposa estaba en La Paz, por lo que la casa se quedó sola. En pleno viaje recibió una llamada telefónica de su hermana, quien es su vecina, y le dijo que algunos “maleantes” ingresaron a su casa.
Detalla que se llevaron dos televisores plasma, tres garrafas, 1.000 bolivianos en efectivo y otras cosas más. Contactó a su hermano para que haga la denuncia, ya que él estaba de viaje, y los policías le dijeron que mucho no podían hacer si es que ningún vecino vio algo. Les preguntaron si tenían alguna cámara de seguridad por la zona para poder identificar a los delincuentes, y como no había nada, pues el caso quedó ahí y nunca recuperó sus objetos.
Su lucha contra la delincuencia
Armando dice que como barrio decidieron organizarse desde mucho antes contra la delincuencia y para esto, recuerda que en primera instancia ellos contrataron a una persona de seguridad privada a la que pagaban 1.000 bolivianos mensual para que recorra las calles del barrio y vigile sus domicilios durante el día. Puesto que en la noche ellos retornaban a sus hogares y podían cuidar sus pertenencias.
La medida dio resultado, aunque igual había ocasiones en las que burlaban al guardia y se perdían cosas de las casas. Además, que era costoso mantener esta estrategia.
Después de esto, decidieron adquirir pitos (como de árbitros) para cada una de las casas. Los colgaban en las puertas de sus domicilios, y el objetivo era que cuando ocurra algún hecho, aquel vecino que se percate del delito toque el pito y todos ellos debían salir a intentar detener al delincuente. Tampoco tuvo muy buenos resultados.
Por lo que con el último robo al vecino viajero, más la pregunta de los policías sobre si tenían cámaras de seguridad, ellos decidieron en una reunión magna del barrio comprar cámaras de seguridad y aportar cada uno para hacer esto posible.
Barrio Inteligente
El presidente del barrio 29 de Octubre cuenta que contrataron a una empresa que instaló el proyecto en poco menos de un mes, y les pusieron 11 cámaras de seguridad que tienen una visión de 80 metros, pero con una proyección de hasta 150 metros cada una. Las mismas están distribuidas estratégicamente para monitorear las 24 horas del día todo el barrio.
La inversión total fue de 9 mil bolivianos y cada uno de los vecinos puso dinero para consolidar el proyecto, que además de las cámaras, contempló la instalación de fibra óptica para contar con internet, necesario para el funcionamiento de las filmadoras. De momento cuentan con una central, donde está instalado el monitor que vigila todas las cámaras del barrio, pero pronto cada vecino podrá monitorear todo lo que pasa en su zona, mediante su celular.
“Desde que estamos con cámaras de seguridad (febrero) ya no hubo más robos, no sé si los maleantes vieron las cámaras de seguridad o qué, pero ni se acercan, parece que viene por aquí la motocicleta, ven las cámaras y se pasan por delante”, dice el dirigente.
Finalmente advirtió a los delincuentes que ellos están organizados, y en caso de atrapar a uno cometiendo algún delito, les darán un escarmiento para que no vuelvan por el lugar. Después de esto, recién lo entregarán a la Policía.