Estupro, cuando el delito se viste de amor en Tarija
Era 11 de marzo de 2020, en horas de la mañana en la comunidad de La Grampa del municipio de Yacuiba, Ángela (nombre ficticio) de 38 años de edad, mandó a su hija de 15 a comprar carne para la comida. Le había ordenado que fuera acompañada de su hermana menor, pero la adolescente no quiso y...



Era 11 de marzo de 2020, en horas de la mañana en la comunidad de La Grampa del municipio de Yacuiba, Ángela (nombre ficticio) de 38 años de edad, mandó a su hija de 15 a comprar carne para la comida. Le había ordenado que fuera acompañada de su hermana menor, pero la adolescente no quiso y se opuso rotundamente a ello. Al final la adolescente fue sola, sin embargo, a su madre la situación le pareció extraña, por lo que decidió seguir a su hija. Así, sin que la menor se diera cuenta, la mujer fue detrás de ella, en su travesía constató cómo en vez de ir a comprar la carne, su hija se metió por el monte. Asombraba, siguió el camino y tras buscar un poco, vio a su hija teniendo relaciones sexuales con un hombre, al cual reconoció, era C.J.V.H. (según sus iniciales), de 34 años de edad. Tras esto, la mujer enfurecida fue directamente al domicilio del agresor para encararlo, pero al encontrarse con el denunciado, albañil de oficio, éste le pidió disculpas por lo que había pasado con su hija, a lo que ella no supo cómo reaccionar y se retiró de aquel lugar, puesto que tenía en mente a su otro niño más pequeño, quien estaba enfermo. Así, la mujer dejó pasar algunos días, y fue recién cuando notó algo extraño en la salud de su hija, que se dirigió la pasada semana a la Defensoría de la Niñez y Adolescencia (DNA) de aquel municipio para denunciar al sujeto. De esta manera, el pasado fin de semana se presentó la denuncia en la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia (FELCV). Al denunciar todo esto, la madre de la menor dijo que sospecha que su hija está embarazada, pues la vio vomitar en varias ocasiones. Un informe preliminar de la Defensoría de Villa Montes reveló que en la entrevista psicológica la menor declaró que ella sostenía una relación sentimental con el sindicado y que producto de esto, tuvieron relaciones sexuales en varias oportunidades, todas con el consentimiento de ella, a escondidas de su madre. La menor dijo que casi todas las relaciones sexuales las tuvo en su domicilio, cuando su mamá no estaba en casa. El estupro en Tarija Así como este caso se contabilizan varios en Tarija, y según un informe de la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia (Felcv) de este departamento, en el primer trimestre del presente año se tiene un total de ocho casos denunciados por el delito de estupro, aunque todos estos, no precisamente se dieron en esta gestión, pues son hechos recientemente denunciados, pero con data de más de un año. El director de la Fuerza Contra la Violencia, mayor Dulfredo Gorostiaga, dijo por ejemplo que solamente en la primera quincena de abril se registraron cuatro delitos sexuales contra menores de edad y a su entender esto es algo que no debería ocurrir, pero lamentablemente pasa. Por lo que llamó a los padres para que puedan tener un mayor control sobre sus hijos. La Defensora de la Niñez y Adolescencia de Tarija, Carolina Ortiz, refirió que en los casos de delitos sexuales a menores, muchas veces las víctimas deciden callar lo que les pasa y por esto, es que se conocen los casos bastante tiempo después. “Son los profesores, médicos, enfermeras o los centros de apoyo que brindan diferentes ONG’s, los lugares o personas que generan confianza en las niñas y niños que sufrieron algún abuso. Muchas veces, son por estos medios que se llegan a conocer los hechos”, dijo. El engaño Sobre el tema, la profesional en psicoterapia sistémica infanto-juvenil, Mabel Fernández, explicó que un abusador sexual en estos casos, aprovecha la situación de desventaja de su víctima para cometer el delito y dicha desventaja puede ser académica, económica o de otro tipo. “Esto conocemos como ‘el hechizo’. Es un concepto que permite caracterizar la situación de abuso sexual, permite que se mantenga una relación psicológica entre el abusador y la víctima”, explicó. Añadió que un abusador usa tres formas para “atrapar” a su víctima: La mirada (para controlar a la persona) El tacto (acercamientos físicos, toques, besos, llevarla a lugares para que tengan contactos físicos) La palabra (atrapa a la víctima para que no pueda resistirse). Con todo esto, el sujeto logra crear una especie de cerco en el que atrapa a su víctima, sea hombre o mujer. El delito El estupro es un delito cuya conducta consiste en el acceso carnal de una persona mayor hacia una menor de entre 14 y 18 años, determinándose esto con la violación en la que la víctima consciente la relación, pero dicho consentimiento está viciado porque la víctima carece de la madurez o del conocimiento para entender la situación del acto sexual. “En el fondo se trata de un engaño del que es sujeto la víctima por su ignorancia o inexperiencia. Se entiende que comete estupro un hombre que accede carnalmente a una mayor de 14 y menor de 18 años, otro factor es también cuando abusa de una anomalía o pertubación mental, abusando de su relación de dependencia ya sea afectiva o laboral, aprovechándose del desamparo en el que se encuentra la víctima, haciendo esto mediante el engaño”, refirió la abogada Carmen Quispe. Según datos revelados por Régimen Penitenciario hasta marzo de la presente gestión, en Bolivia el 42,27 por ciento de los reclusos (sentenciados y con detención preventiva) se encuentra encarcelado por violencia física, psicológica, sexual o feminicidio. Las víctimas son mujeres, niños, niñas y adolescentes. En el país existe una población penitenciaria de 18.108 internos. Las cifras muestran que el 11,35 por ciento (2.056 reos) se encuentra recluido por violación a niño, niña o adolescente. El 1,14 por ciento (207), por estupro.