Omaira, la lucha de un padre por hallar justicia
Pedro (nombre ficticio) come feliz uno de sus platos preferidos y mientras disfruta de ese manjar mira a su abuelo y le pregunta ¿mi mamá cuántos pescados comía?, éste le responde, “uhh…comía dos mitades”. Y mientras el niño saborea un delicioso pedazo de costilla dice, “cuando yo...



Pedro (nombre ficticio) come feliz uno de sus platos preferidos y mientras disfruta de ese manjar mira a su abuelo y le pregunta ¿mi mamá cuántos pescados comía?, éste le responde, “uhh…comía dos mitades”. Y mientras el niño saborea un delicioso pedazo de costilla dice, “cuando yo sea más grande comeré más”.
Así, Guido describe uno de los tantos momentos en los que su nieto pregunta por su madre, Omaira Vidaurre Sotar, a quien el pequeño no ve desde que tenía 4 años. Ella fue asesinada -estando embarazada- por su concubino y padre de Pedro en su propia casa, después de una discusión.
Pero es la ausencia de Omaira y el saber que nunca más podrá verla, lo que acrecienta el dolor de Guido. Ese dolor que se hace cada vez más ácido a medida que crece el pequeño Pedro y los años pasan.
A la fecha, se han cumplido siete años y tres meses de aquel día gris, “un mal momento” que arrebató al niño su madre y a Guido su hija
La muerte de Omaira
Era 12 de diciembre del año 2012, poco antes del mediodía, cuando Guido (padre de Omaira) se encontraba en su casa y llegó Omaira junto a su pequeño hijo. Ésta le llevó un plato de picana para que coma, pero además le pidió que vea por un momento a Pedro, pues tenía unas diligencias que hacer.
Cuatro horas después, el concubino de su hija, Marcelo Valencia Ugarte, llamó al teléfono de Guido y le dijo que Omaira estaba en el hospital. Colgó y luego volvió a llamarle para decirle que había ocurrido un problema.
Afanado, el padre de Omaira dejó al niño con unos familiares y fue corriendo hasta el centro médico, pero al llegar encontró a su hija sin vida y a Marcelo enmanillado. Una escena que jamás podrá olvidar.
El informe médico forense señalaba que Omaira murió a raíz de una herida uniforme, con profundidad, a la altura de la muñeca del brazo derecho y que casi llegó al hueso. Ésta había sido producida por un objeto punzocortante. Omaira era diestra, por lo que no podía haberse hecho eso ella misma.
La dueña de casa donde vivía Omaira declaró que cuando le avisaron que había problemas en su domicilio fue corriendo a ver lo que sucedía y cuando llegó vio que Marcelo también entraba. Apurado ingresó a su habitación y se encerró, mientras ella le preguntaba qué pasó, y por qué había tanta sangre en el piso. Él solo respondía que “no pasó nada”.
La dueña de casa relató que escuchaba a Omaira quejarse, por lo que pidió a Marcelo llevar a la chica al hospital. Más aún, éste indicaba que ella no quería y que no se preocupe.
Ante esto, la testigo volvió a llamar a la Policía y cuando llegaron los efectivos policiales tuvieron que forzar la puerta para entrar. Una vez adentro, vieron a la mujer con vida, la auxiliaron, pero cuando llegó al hospital murió.
La sentencia
Todo indicaba que Marcelo la había matado, sin embargo, la defensa del sindicado -apoyada por un informe policial inicial de planimetría- argumentaba que Omaira se había cortado el brazo con un vidrio tras golpear un ventanal de la cocina, luego de una pelea.
La sorpresa se dio después cuando la fiscal Janeth Rodríguez, una de los tantos fiscales que pasaron por el caso, tipificó el delito como homicidio, cuando todo revelaba que se trataba de un asesinato.
Tres años más tarde, en agosto de 2015, ya con nuevos fiscales en el caso, se llevó adelante el juicio contra Marcelo, y ahí, pese a que el Ministerio Público pidió que se cambie el delito de homicidio a asesinato, el Tribunal Primero de Sentencia de la Capital condenó a Marcelo -sobrino del ex fiscal Ramiro Ugarte- a 8 años de prisión por el delito de “homicidio por emoción violenta”.
En ese juicio, la defensa del acusado incluso cambió su versión y dijo que Omaira se había suicidado. Guido no podía creer lo que escuchaba, por lo que en ese momento junto al Ministerio Público y a sus abogados apeló la decisión judicial.
Otros tres años después –justo cuando había la posibilidad de que Marcelo sea beneficiado con alguna figura judicial para salir del penal, debido a los vencimientos de plazo - la Sala Penal Primera del Tribunal Departamental de Justicia dejó sin efecto la primera sentencia (8 años) y condenó a Marcelo a 30 años de cárcel por el delito de asesinato.
Fue en ese momento en el que el padre de Omaira sintió que finalmente hallaba algo de justicia, más aún su viacrucis no terminaba ahí, pues esa decisión fue apelada en Sucre por el autor del crimen.
Sin embargo, un año después -en mayo de 2019- la sala penal del Tribunal Supremo de Justicia declaró infundado el recurso presentado por Marcelo y así se ratificaron los 30 años de prisión.
La travesía de Guido
[caption id="attachment_540734" align="alignnone" width="960"] Guido tuvo que afrontar una gran lucha para hallar justicia[/caption]
Guido Vidaurre tiene a la fecha 62 años de edad y recién, tras conocer hace unos días la determinación final contra el asesino de su hija, recuperó algo de tranquilidad.
Afirma que todo este tiempo del proceso judicial fue duro, pues tuvo que luchar contra jueces y fiscales injustos. Así salió a las calles solo, muchas veces para exigir justicia, asistió a más de 50 audiencias -cada una más dolorosa que la otra- escuchó cómo difamaban a su hija, descuidó su negocio y hasta perdió su casa. Sin embargo, hoy orgulloso y con la paz del deber cumplido puede decir que “aguantó todo eso por su hija y su querido nieto”.
Ahora, él pide a toda aquella persona que tenga un problema similar que afronte al sistema, que denuncie las injusticias y que se apoye en la prensa, puesto que afirma que ésta le ayudó mucho en ejercer presión social y lograr lo alcanzado.
Falta de justicia
[caption id="attachment_540748" align="alignnone" width="900"] Juicio oral en el caso /foto de archivo[/caption]
Al igual que en muchos procesos por feminicidio que se tratan actualmente, en el caso de Omaira existieron muchas irregularidades. Guido asegura que "el que el autor del crimen sea sobrino del exfiscal Ramiro Ugarte y la valoración inicial del caso con una pena de ocho años fueron dos aspectos directamente relacionados".
Frente a esto El País intentó conversar con la fiscal Janeth Rodríguez, quien tipificó el delito como homicidio con 8 años de pena, sin embargo ésta no accedió a la solicitud de una entrevista.
“Han sido siete años de angustia, de desesperanza, de incertidumbre, de ansiedad, de dolor y tristeza, tanto frente a los tribunales, fiscales como ante los abogados de quienes he aprendido que hay jueces comprometidos con la justicia y otros que ejercen el cargo como solo una fuente laboral, abogados que luchan por sus causas y otros que solo lo hacen para tener un caso y una paga más en su haber, hay quienes se guían por amistad e influencias o buscando la fama con determinados casos (…)”, concluyó Guido.
Las normas antes de la Ley 348
En 2012 y ante la ausencia de la Ley 348 que introduce la figura de feminicidio el caso fue valorado según dos delitos: de homicidio y asesinato. Finalmente el caso fue sentenciado bajo el segundo delito.
Homicidio por emoción violenta
El Código Penal en su artículo 254 establecía la figura de homicidio por emoción violenta al que matare a otra u otro en estado de emoción violenta excusable, siendo su pena de reclusión de 2 a 8 años.
Sin embargo, este artículo fue anulado de la norma con la promulgación de la Ley 348, en vigencia desde marzo del año 2013. El “homicidio por emoción violenta” era una atenuante que anteponían los agresores para reducir su castigo.
Asesinato
El artículo 252 establece la pena de presidio de treinta años, sin derecho a indulto, “el que matare: a sus descendientes o cónyuge o conviviente, sabiendo que lo son, por motivos fútiles o bajos, con alevosía o ensañamiento, en virtud de precio, dones o promesas, por medio de substancias venenosas u otras semejantes, para facilitar, consumar u ocultar otro delito, o para asegurar sus resultados, o para vencer la resistencia de la víctima o evitar que el delincuente sea detenido”.
*La identidad del menor, hijo de Omaira, fue resguardada en cumplimiento de los derechos de la infancia y nuestra guía "Para un periodismo responsable".
Así, Guido describe uno de los tantos momentos en los que su nieto pregunta por su madre, Omaira Vidaurre Sotar, a quien el pequeño no ve desde que tenía 4 años. Ella fue asesinada -estando embarazada- por su concubino y padre de Pedro en su propia casa, después de una discusión.
Pero es la ausencia de Omaira y el saber que nunca más podrá verla, lo que acrecienta el dolor de Guido. Ese dolor que se hace cada vez más ácido a medida que crece el pequeño Pedro y los años pasan.
A la fecha, se han cumplido siete años y tres meses de aquel día gris, “un mal momento” que arrebató al niño su madre y a Guido su hija
La muerte de Omaira
Era 12 de diciembre del año 2012, poco antes del mediodía, cuando Guido (padre de Omaira) se encontraba en su casa y llegó Omaira junto a su pequeño hijo. Ésta le llevó un plato de picana para que coma, pero además le pidió que vea por un momento a Pedro, pues tenía unas diligencias que hacer.
Cuatro horas después, el concubino de su hija, Marcelo Valencia Ugarte, llamó al teléfono de Guido y le dijo que Omaira estaba en el hospital. Colgó y luego volvió a llamarle para decirle que había ocurrido un problema.
Afanado, el padre de Omaira dejó al niño con unos familiares y fue corriendo hasta el centro médico, pero al llegar encontró a su hija sin vida y a Marcelo enmanillado. Una escena que jamás podrá olvidar.
El informe médico forense señalaba que Omaira murió a raíz de una herida uniforme, con profundidad, a la altura de la muñeca del brazo derecho y que casi llegó al hueso. Ésta había sido producida por un objeto punzocortante. Omaira era diestra, por lo que no podía haberse hecho eso ella misma.
La dueña de casa donde vivía Omaira declaró que cuando le avisaron que había problemas en su domicilio fue corriendo a ver lo que sucedía y cuando llegó vio que Marcelo también entraba. Apurado ingresó a su habitación y se encerró, mientras ella le preguntaba qué pasó, y por qué había tanta sangre en el piso. Él solo respondía que “no pasó nada”.
La dueña de casa relató que escuchaba a Omaira quejarse, por lo que pidió a Marcelo llevar a la chica al hospital. Más aún, éste indicaba que ella no quería y que no se preocupe.
Ante esto, la testigo volvió a llamar a la Policía y cuando llegaron los efectivos policiales tuvieron que forzar la puerta para entrar. Una vez adentro, vieron a la mujer con vida, la auxiliaron, pero cuando llegó al hospital murió.
La sentencia
Todo indicaba que Marcelo la había matado, sin embargo, la defensa del sindicado -apoyada por un informe policial inicial de planimetría- argumentaba que Omaira se había cortado el brazo con un vidrio tras golpear un ventanal de la cocina, luego de una pelea.
La sorpresa se dio después cuando la fiscal Janeth Rodríguez, una de los tantos fiscales que pasaron por el caso, tipificó el delito como homicidio, cuando todo revelaba que se trataba de un asesinato.
Tres años más tarde, en agosto de 2015, ya con nuevos fiscales en el caso, se llevó adelante el juicio contra Marcelo, y ahí, pese a que el Ministerio Público pidió que se cambie el delito de homicidio a asesinato, el Tribunal Primero de Sentencia de la Capital condenó a Marcelo -sobrino del ex fiscal Ramiro Ugarte- a 8 años de prisión por el delito de “homicidio por emoción violenta”.
En ese juicio, la defensa del acusado incluso cambió su versión y dijo que Omaira se había suicidado. Guido no podía creer lo que escuchaba, por lo que en ese momento junto al Ministerio Público y a sus abogados apeló la decisión judicial.
Otros tres años después –justo cuando había la posibilidad de que Marcelo sea beneficiado con alguna figura judicial para salir del penal, debido a los vencimientos de plazo - la Sala Penal Primera del Tribunal Departamental de Justicia dejó sin efecto la primera sentencia (8 años) y condenó a Marcelo a 30 años de cárcel por el delito de asesinato.
Fue en ese momento en el que el padre de Omaira sintió que finalmente hallaba algo de justicia, más aún su viacrucis no terminaba ahí, pues esa decisión fue apelada en Sucre por el autor del crimen.
Sin embargo, un año después -en mayo de 2019- la sala penal del Tribunal Supremo de Justicia declaró infundado el recurso presentado por Marcelo y así se ratificaron los 30 años de prisión.
La travesía de Guido
[caption id="attachment_540734" align="alignnone" width="960"] Guido tuvo que afrontar una gran lucha para hallar justicia[/caption]
Guido Vidaurre tiene a la fecha 62 años de edad y recién, tras conocer hace unos días la determinación final contra el asesino de su hija, recuperó algo de tranquilidad.
Afirma que todo este tiempo del proceso judicial fue duro, pues tuvo que luchar contra jueces y fiscales injustos. Así salió a las calles solo, muchas veces para exigir justicia, asistió a más de 50 audiencias -cada una más dolorosa que la otra- escuchó cómo difamaban a su hija, descuidó su negocio y hasta perdió su casa. Sin embargo, hoy orgulloso y con la paz del deber cumplido puede decir que “aguantó todo eso por su hija y su querido nieto”.
Ahora, él pide a toda aquella persona que tenga un problema similar que afronte al sistema, que denuncie las injusticias y que se apoye en la prensa, puesto que afirma que ésta le ayudó mucho en ejercer presión social y lograr lo alcanzado.
Falta de justicia
[caption id="attachment_540748" align="alignnone" width="900"] Juicio oral en el caso /foto de archivo[/caption]
Al igual que en muchos procesos por feminicidio que se tratan actualmente, en el caso de Omaira existieron muchas irregularidades. Guido asegura que "el que el autor del crimen sea sobrino del exfiscal Ramiro Ugarte y la valoración inicial del caso con una pena de ocho años fueron dos aspectos directamente relacionados".
Frente a esto El País intentó conversar con la fiscal Janeth Rodríguez, quien tipificó el delito como homicidio con 8 años de pena, sin embargo ésta no accedió a la solicitud de una entrevista.
“Han sido siete años de angustia, de desesperanza, de incertidumbre, de ansiedad, de dolor y tristeza, tanto frente a los tribunales, fiscales como ante los abogados de quienes he aprendido que hay jueces comprometidos con la justicia y otros que ejercen el cargo como solo una fuente laboral, abogados que luchan por sus causas y otros que solo lo hacen para tener un caso y una paga más en su haber, hay quienes se guían por amistad e influencias o buscando la fama con determinados casos (…)”, concluyó Guido.
Las normas antes de la Ley 348
En 2012 y ante la ausencia de la Ley 348 que introduce la figura de feminicidio el caso fue valorado según dos delitos: de homicidio y asesinato. Finalmente el caso fue sentenciado bajo el segundo delito.
Homicidio por emoción violenta
El Código Penal en su artículo 254 establecía la figura de homicidio por emoción violenta al que matare a otra u otro en estado de emoción violenta excusable, siendo su pena de reclusión de 2 a 8 años.
Sin embargo, este artículo fue anulado de la norma con la promulgación de la Ley 348, en vigencia desde marzo del año 2013. El “homicidio por emoción violenta” era una atenuante que anteponían los agresores para reducir su castigo.
Asesinato
El artículo 252 establece la pena de presidio de treinta años, sin derecho a indulto, “el que matare: a sus descendientes o cónyuge o conviviente, sabiendo que lo son, por motivos fútiles o bajos, con alevosía o ensañamiento, en virtud de precio, dones o promesas, por medio de substancias venenosas u otras semejantes, para facilitar, consumar u ocultar otro delito, o para asegurar sus resultados, o para vencer la resistencia de la víctima o evitar que el delincuente sea detenido”.
*La identidad del menor, hijo de Omaira, fue resguardada en cumplimiento de los derechos de la infancia y nuestra guía "Para un periodismo responsable".