Tambores de guerra en el área clave
Todos los “despropósitos” gasíferos en la gestión de Luis Alberto Sánchez
El ministro Sánchez fue el más longevo en la cartera de Hidrocarburos en la gestión de Morales. Asumió en 2015 con la misión de aumentar las reservas, por lo que parqueó la industrialización y se concentró en fomentar la exploración



Esta semana el exministro de Hidrocarburos Luis Alberto Sánchez ha vuelto a ser noticia. En medio de la trifulca entre evistas y arcistas, que se juega en todos los frentes y en todas las carteras, el ministro de Hidrocarburos Franklin Molina ha desvelado un “detalle” que había quedado oculto en la burocracia de la cartera, pero que puede tener consecuencias incluso penales: el pozo de Boyuy X2, que fue improductivo, fue pagado con recursos de todos los bolivianos y no por el explorador, en este caso Repsol, pese a que la norma señala que en caso de fracaso es el operador el que se hace cargo.
Molina lo hizo mientras defendía su gestión criticando la de sus antecesores, a quienes responsabiliza de no haber explorado lo suficiente y por ende, ser los culpables de haber “tocado fondo” en palabras del propio presidente Luis Arce.
El caso de Boyuy es icónico porque ya en su momento desveló una forma de actuar incoherente: Sánchez armó todo un fastuoso acto para presentar el pozo más profundo de Sudamérica obviando el pequeño detalle de que era improductivo. El propio presidente Evo Morales llegó hasta allí y no tuvo más remedio que asegurar que allí había un gran reservorio, algo que nunca fue verdad.
Sánchez ya venía hablando de un mar de gas en base a un estudio de reservas no convencionales que había hecho la francesa Beicip Franlab – que también recomendó no seguir con Boyuy – pero hacerlo en aquel marco le dio una mayor repercusión. Cabe señalar que Sánchez especificó unos meses después que “los costos recuperables los paga YPFB cuando se ha hecho la Declaratoria de Comercialidad de un campo hidrocarburífero”, algo que no era el caso, y sin embargo, YPFB asumió el costo de 130 millones de dólares.
En cualquier caso, Boyuy no fue la única polémica de la gestión de uno de los ministros de Hidrocarburos más longevos de la era Morales y que marcó un giro en varias cuestiones de fondo. Estas son algunas de ellas:
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Tariquía y el desmonte de las áreas protegidas
Luis Alberto Sánchez fue posesionado ministro en enero de 2015 con el objetivo claro de aumentar las reservas de gas en el país, pues ya habían saltado las alarmas por el rápido consumo de las mismas. Su primera idea fue impulsar una modificación legal a base de decretos que acabaron por desmontar la protección de los Parques Nacionales y otras Áreas Protegidas.
En total fueron seis decretos, pero fue la aprobación del decreto 2366 en mayo de 2015 el que levantó explícitamente el control permitiendo el “desarrollo de actividades hidrocarburíferas de exploración en las diferentes zonas y categorías de áreas protegidas”, y concretamente se pusieron en la mira seis áreas: Iñau (Chuquisaca), Carrasco (Cochabamba), Amboró Espejos (Santa Cruz), Aguaragüe y Tariquia (Tarija), Pilón Lajas (Beni), Tipnis (entre Cochabamba y Beni) y en el Madidi (La Paz).
En Tariquía – donde también se modificó el plan de manejo de la Reserva – se buscaron rápidamente “socios” para explorar las áreas de Astilleros y San Telmo. Los contratos se los adjudicaron en comandita YPFB Chaco y Petrobras, siendo el primero operador de Astilleros – con la población más próxima apoyando – y el segundo en San Telmo, que atraviesa todo el corazón de la Reserva y por ende, con buena parte de la población en contra.
Una parte de los comunarios no dudó en movilizarse rechazando el proyecto: las imágenes de la Policía Nacional cargando contra un pequeño bloqueo de mujeres y ancianos en mitad de un remoto camino, para permitir el acceso de las vagonetas de los jerarcas de YPFB dieron la vuelta al mundo.
El proyecto se frenó con la llegada de las elecciones de 2019, pero los contratos siguieron vigentes incluso con el cambio de gobierno de 2019 – 2020. Hasta hoy sigue sin reactivarse, pero la amenaza persiste.
La Ley de Incentivos
En paralelo a los decretos que desmontaron la protección del área protegida, el ministro Luis Alberto Sánchez impulsó la creación de un Fondo de Incentivos Petroleros para acelerar los trabajos de exploración en el país. Resumiendo mucho, consistía en que las petroleras que concluyeran sus proyectos antes podrían cobrar más por los productos entregados que, como se sabe, en Bolivia tienen precio fijado. Aún consiste en eso aunque nadie se aproveche.
Para Sánchez era un asunto clave para el objetivo final, que no era otro que aumentar rápidamente las reservas de gas. En esas se dio modos para presentar su Ley en los diferentes departamentos y arrancar firmas de las principales autoridades, principalmente opositoras, pues el asunto tenía trampa: estaba dotado con el 12% de los recursos del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) de Gobernaciones, alcaldías y universidades, es decir, una confiscación en toda regla que el ministro negó porque “el 12% se detraía antes del reparto”, y por ende, no se podía hablar de confiscación.
Sánchez lo sacó adelante mediante Ley que por cierto sigue vigente y solo durante la pandemia se autorizó a recuperar una parte de los mismos para cubrir gastos sanitarios. Hoy vuelve a ser asunto vedado del que no se informa, pero proyectos como el de Boyuy se aceleraron para aprovechar el Fondo… y fracasaron.
El freno a la industrialización
El aterrizaje de Luis Alberto Sánchez en el Ministerio de Hidrocarburos con una misión tan diferente supuso un cambio de paradigma en las propias reivindicaciones del proceso. El objetivo era conseguir más reservas de gas a toda costa porque sin ellas, no había caso de pensar en otra cosa e irremediablemente, eso supuso el fin del impulso industrializador.
En su mandato se concluyeron algunas de las obras principales de esa cadena, como la propia Separadora de Líquidos de Yacuiba, inaugurada en 2015, y las plantas de urea y amoniaco, inauguradas en 2017, pero lo cierto es que ahí murió todo.
A finales de 2016 YPFB lanzó la licitación de la planta de polipropileno de Yacuiba y en marzo de 2017 había una propuesta de adjudicación. Era el colofón para el bicentenario de Tarija, pero Sánchez decidió abortar.
Unos días antes el presidente corporativo de YPFB nombrado por Carlos Villegas prácticamente en su lecho de muerte había quedado entrampado en una compra de taladros a otra empresa italiana que le acabó costando el cargo y la libertad. Como suele suceder, todas sus gestiones se pusieron sobre aviso y ahí cayó la licitación petroquímica, pues el informe de adjudicación entregaba la obra a Tecnimont (que había hecho todos los estudios previos) en comandita con Técnicas Reunidas (que había hecho la Separadora, es decir, la proveedora de la materia prima) y por lo tanto hedía a tráfico de influencias e información privilegiada.
Sánchez explicó después que se generó desconfianza en el tipo de tecnología que la propia Tecnimont había propuesto y que se corregirían esos asuntos antes de volver a licitar. Fue la actitud prudente, pero lo cierto es que nunca más se volvió a lanzar el proyecto que iba a cambiar la matriz productiva del Chaco.
Los negocios del biodiésel
Otro de los negocios puestos en marcha por el ministro de Hidrocarburos en tiempo récord fue el del etanol. YPFB impulsó la construcción de las plantas para producir el combustible en base a la caña de azúcar, dio alas al uso de transgénicos y modificó la normativa para autorizar mayor porcentaje de mezcla en el combustible de uso diario en los surtidores del país a riesgo de los motores. El objetivo ya no era solo aumentar las reservas de gas sino ahorrar subvención.
En esto, además, se denunció que los precios de compra del alcohol anhidro estaban por encima de los del mercado internacional beneficiando en este caso contrario a la oligarquía cruceña del campo. El silencio lo cubrió todo.
Huacareta, Lliquimuni y otros fiascos
El fiasco de Boyuy no fue el único en el periodo de Luis Alberto Sánchez al frente de Hidrocarburos, aunque rivaliza con Lliquimuni sobre si fue el más rimbombante. La exploración en el Madre de Dios y en el norte de La Paz se ha convertido en una obsesión recurrente de Yacimientos, sobre todo en periodos electorales. La exploración de Lliquimuni desembocó en fracaso pese a que se alargó en el tiempo, en condiciones similares al de Boyuy, porque coincidía con periodos de campaña y en La Paz siempre ha sonado bien lo de convertirse en potencia petrolera.
La perforación de Huacareta en Tarija se inició en parte aceleradamente y a trompicones. Shell había estimado hasta 12 trillones de pies cúbicos en el área que arranca en Tarija y se extiende hacia el norte en paralelo a Caipipendi atravesando Chuquisaca y tal vez llegando hasta Santa Cruz. El pozo descubridor debía ser el Jaguar X6, que por cierto bloquearon su inicio de operaciones exploratorias las huestes del entonces ejecutivo seccionales y hoy coordinador gubernamental, Walter Ferrufino, que exigía la modificación de la Ley del 45%.
Finalmente Shell se retiró del lugar sin dar más explicaciones, aunque iniciaron operaciones al norte.
La extraña negociación con Argentina
Una de las últimas operaciones con la firma de Sánchez fue la renegociación del contrato con Argentina en tiempos de Mauricio Macri, enemigo ideológico de Morales, quien exigía rebajar los volúmenes y precios al considerar que durante años la afinidad entre el MAS y el kirchnerismo los había inflado. Macri estuvo hasta ocho meses sin pagar el gas llevando al gobierno al límite hasta que aceptó una rebaja de volúmenes general, menor en invierno, donde además se elevaron los precios. Analistas entienden que esta nueva realidad contractual en 2019, cuando Bolsonaro también había llegado al poder a Brasil fue la que acabó enterrando las posibilidades exploratorias en Bolivia, ya que se cerraron mercados para colocar la producción.
El fracking de Miraflores
Además, el ministro abrió la puerta a las técnicas de exploración no convencional en el área de Miraflores, Santa Cruz, entregándola en condiciones especiales a la empresa canadiense Cancambria en el año 2017. Cabe señalar que ninguno de los ministros ha informado posteriormente de los avances obtenidos.
Sánchez, un soldado leal a Evo
Luis Alberto Sánchez hizo toda su carrera profesional dentro de Yacimientos. El mismo explicó que entró a la institución como asistente de un fiscal de campo y acabo siendo vicepresidente de Contratos y Fiscalización con sede en Villa Montes. De ahí saltó al Ministerio de la mano de Evo Morales, que siempre fue su gran valedor.
En su defensa cabe decir que Sánchez recibió una misión y básicamente se dedicó a ejecutarla. Su formación de base es la Administración de Empresas en la UAJMS, donde precisamente no se impartían conocimientos marxistas ni pegados al pachamamismo.
En su pragmatismo, abrió todas las puertas para lograr el objetivo de tener más reservas y más producción, que era la única manera de abrir más mercados y completar los proyectos de industrialización sin descuidar el gasto en el aparato y proselitismo de Estado. Así, el fracking, el biodiésel transgénico o la exploración en áreas protegidas se empezó a ver como normal.
Al mismo tiempo cambió el paradigma que se venía posicionando desde 2006. La industrialización quedó en segundo plano y su lema fue: Bolivia, corazón energético de Sudamérica, es decir, se recuperó la idea de la exportación de materia prima o, como mucho, transformada en energía en termoeléctricas convencionales.
A Sánchez le tocó administrar un periodo complicado, de precios a la baja: se empezaron a hundir desde los 100 dólares a finales de 2014 y tocaron fondo en enero de 2016 a 30 dólares por barril para subir muy lentamente después hasta los 70, pero la producción nacional nunca logró volver a los 60 millones de metros cúbicos.
El 10 de noviembre de 2019, en cuanto Morales pidió a sus ministros que renunciaran, el presentó su carta. Fue tal vez el primero en hacerla pública. No hubo marcha atrás. Tampoco hubo embajada donde refugiarse. Se quedó en Tarija y hay quien señala que hizo de nexo con Víctor Hugo Zamora, su sucesor en la cartera, para que todo se traspasara sin sobresaltos.
Hoy sigue viviendo en Tarija, administrando una ferretería y en silencio sepulcral.