Vida en familia
Los riesgos de publicar las fotos de tu hijo en redes sociales
Muchos padres desconocen las consecuencias que puede conllevar postear imágenes de los niños sin permiso. Los expertos hablan de tres: la huella digital que genera el menor; los riesgos psicológicos que puede sufrir cuando crezca y los efectos legales de exponer su intimidad sin consentimiento



Una imagen que todo el mundo reconoce: la ecografía de un feto. Una etiqueta: #miprimerafoto. Y un texto que advierte de que esta es la primera foto de Marina, pero no será la última que sus padres compartan. Así arranca una potentísima campaña a nivel visual de la Fundación ANAR, una organización sin ánimo de lucro que ayuda a niños y adolescentes en riesgo y desamparo, mediante el desarrollo de proyectos en España y Latinoamérica, en el marco de la Convención de los Derechos del Niño de Naciones Unidas.
La acción está destinada a concienciar a los padres de las consecuencias que tiene subir fotografías de sus hijos a todas horas a las redes sociales y hace un llamamiento al cumplimiento de la legislación española, tanto de ámbito estatal como autonómico, “que es de plena aplicación en el entorno digital”, defienden desde ANAR. Dichas consecuencias tienen, a grandes rasgos, tres vertientes: la huella digital que generan, lo que supondrá a nivel psicológico para dichos menores cuando crezcan y las consecuencias legales que se irán previsiblemente perfilando conforme pase el tiempo.
Tener fotografías de toda la familia es lo lógico y lo natural. Hace 20 años, en los hogares había instantáneas preciosas en mate o brillo en papel que completaban álbumes o decoraban los muebles de habitación y salón. “Pero eso es cosa del pasado y ahora lo que tenemos es un constante clic tras otro que llena la galería del móvil de infinidad de fotos y vídeos que de forma inmediata subimos y compartimos online”, explica Rebeca Gómez, psicóloga experta en infancia del Instituto Europeo de Psicología Positiva.
La Agencia Española de Protección de Datos denomina oversharing o sharenting la sobreexposición de información personal en internet. En particular, en las redes sociales. “Hablar en términos de bueno o malo sería lo más adecuado, porque cada familia marca sus propios límites y normas en relación con el uso de las nuevas tecnologías”, sostiene la psicóloga. Ahora bien, prosigue Gómez, lo que sí se conoce es que a veces los padres no siempre son una fuente de apoyo: “En muchos países, hasta un tercio de los menores revela que sus progenitores habrían publicado información sobre ellos en internet sin consultarles, siendo los bebés y niños más pequeños ni siquiera conscientes de este hecho, según datos de un estudio de 2020 de la Unión Europea”.
El sentido común es fundamental en prácticamente todos los ámbitos de la vida y, por supuesto, en el online también. No es lo mismo subir de forma esporádica alguna foto que hacerlo a diario, no es lo mismo dar todos los datos —nombres, gustos, disgustos (grabar una rabieta y subirla a las redes, por ejemplo)— que apenas contar cosas de los menores. “Lo que me gustaría recordarle a los padres es que cuando suben imágenes ponen en riesgo a los hijos porque estas pueden ser utilizadas para distintos fines sin que haya consentimiento, se les está creando una huella digital que no eligen ellos. Y en los más mayores pueden derivar en problemas en las relaciones de amistad, se puede incluso llegar a promover el ciberbullying porque una instantánea o vídeo malinterpretado puede ser motivo de burlas y la excusa perfecta para fomentar este acoso”, incide esta experta.
Hay dos tipos de publicaciones: las que los padres hacen por orgullo de sus hijos y otra con motivación económica. Para Gómez es muy habitual en redes sociales ver a principalmente madres hablar de lo mucho que le gusta una marca determinada de ropa o de comida mientras graban a sus hijos con dicho material: “Lo habitual es que no sean conscientes de los problemas que pueden surgir, pero es un hecho y una tendencia al alza en España y así lo confirman varios estudios académicos, como La comunicación publicitaria se pone de moda: branded content y fashion films (Castelló-Martínez et al., 2015) e, incluso, estudios realizados desde el ámbito empresarial, como el titulado Estudio sobre marketing de influencers en España, de 2018. La figura del menor actor de la televisión lleva mucho tiempo implantada y sí tiene una protección específica en la legislación, pero en las redes sociales no ocurre lo mismo”.
Si aun así deciden compartirla, Gómez aconseja que los progenitores no den nunca la localización de los hijos o que por las imágenes se pueda deducir fácilmente donde viven; que se les pixele la cara, que se les pida permiso cuando ya son un poco más mayores y pueden decidir. “Por último, los progenitores deben asegurarse de que los receptores son de confianza y que no compartirán las imágenes, además de activar las opciones de configuración de privacidad necesarias”.
“El problema es que a niveles generales los padres no están realmente preocupados por la huella digital que todos tenemos si participamos en el ámbito digital, cosa que es casi imposible de eludir”, explica Julio de la Torre Hernández. Él es abogado experto en derecho tecnológico en informática forense, creador de abogadociber.es y embajador de You forget me, start-up dedicada exclusivamente a la huella digital consciente. Para el experto, cuando se interactúa en internet se deja rastro, y afecta a todos por igual, se haga con permiso o sin él: “Se queda todo: mi foto, mis datos personales, mi correo electrónico, lo que me gusta, lo que no”. Por todo esto, es de la opinión que los padres y madres no tienen derecho a intervenir sobre la intimidad y privacidad de su hijo: “Aun bajo la excusa del derecho a la libertad de educación que se tiene sobre él, porque sin querer se atenta contra su dignidad”.
Un derecho protegido
Al publicar una imagen de cualquier persona en una red social entra en juego el derecho a la propia imagen y en esto, por supuesto, están incluidos los menores. “Es un derecho fundamental regulado y protegido en la Constitución”, explica por su parte Carmen Caro, abogada de familia en el despacho Winkels Abogados. Según informa, por ejemplo, la decisión de publicar una fotografía del hijo común en una red social pertenece a la esfera de la patria potestad, responsabilidad parental generalmente atribuida a ambos progenitores, siendo, por tanto, una cuestión totalmente independiente de la custodia. En España la Ley Orgánica 3/2018, de 5 diciembre, de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales, que es la que está inspirando las iniciativas en Bolivia, establece que la publicación de imágenes de menores de 14 años ha de contar con el consentimiento de los titulares de la patria potestad, es decir, de ambos progenitores. Esta misma ley distingue el tratamiento para los mayores de 14 años, de forma que a partir de esta edad los propios menores pueden prestar o retirar este consentimiento.
Si uno de los progenitores lo solicita y el juez considera que las imágenes publicadas hasta el momento suponen una intromisión ilegítima en el derecho fundamental a la intimidad del menor, puede acordar la retirada de todas las publicaciones. Caro explica que, del mismo modo, el Ministerio Fiscal también puede solicitar que se retire todo el contenido e, incluso, puede interponer de oficio una demanda de juicio ordinario sobre la tutela del derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen en defensa y representación del menor. “Un adulto puede tomar unilateralmente la decisión de mostrar su imagen siempre que quiera y donde quiera; pero no puede ni debe tomar esa decisión en la vida de sus hijos porque una sobreexposición en redes puede condicionar su vida futura”, afirma Carmen Caro. Y esto, según la abogada, es suficientemente determinante como para que deba ser decidida por los dos progenitores y no únicamente por uno.
De la convivencia al riesgo
La sociedad actual convive con las redes sociales. Muchos padres, la mayoría mujeres estadísticamente, mantienen un perfil público donde muestran a sus hijos. Resulta reseñable que en febrero de este año, Instagram estuvo a la cabeza en nuestro país, con usuarios niños de entre 4 y 15 años. Tras ella, TikTok, puntuando con un 37,7%. Ya en 2019, la firma de seguridad informática AVG, realizaba una encuesta a varios países, entre ellos España, y mostraba datos asombrosos, como que el 23 % de los niños aparecía en las redes incluso antes de nacer, con instantáneas de las ecografías. Otro dato que se extraía es que el 81% de los bebés son expuestos con menos de seis meses de edad.
En el lenguaje de las redes sociales se habla del fenómeno sharenting, que viene del inglés sharing (compartir) y de parenting (criar). Su significado resultaría algo así como “exponer información de los hijos”. También se habla del oversharing, en este caso, de sobreexposición”. En ocasiones, no solo los padres publican instantáneas de sus hijos en sus cuentas personales, sino que les abren una propia. Para Silvia Núñez, experta en comunicación y redes sociales, “la publicación de información e imágenes (en este caso de niños menores en redes sociales), se realiza en numerosas ocasiones de una manera irreflexiva”.
Formación y advertir de los peligros en la red
Las redes sociales implican ciertos peligros y las decisiones de los padres pueden suponer serias consecuencias. “Debemos ser conscientes que nuestros movimientos en internet dejan rastro para los ciberdelincuentes. Pueden transformarse en actos delictivos y/o contra la integridad de los menores”, revela Núñez.
Mar Regueras, actriz nominada a un Goya, no publicó en sus perfiles fotografías de su hija cuando era bebé. “Quería que ella decidiese cuando tuviese más edad”, declara Regueras. La experta en redes sociales apostilla acerca de la declaración: “El niño será adulto y puede no estar de acuerdo o cómodo con el contenido compartido por sus padres o incluso más allá, ser blanco de burlas o acoso”.
Existen prácticas destructivas para los jóvenes, como el ciberacoso o ciberbullying. “Para muchos adolescentes lo importante es aparentar -el “postureo” como se dice coloquialmente- y tener muchos “me gusta” o “seguidores”. No obstante, esa proyección del mundo o de su propia imagen, poco tiene que ver con la realidad. Las consecuencias son claras: frustración, problemas psicológicos e incluso conductas adictivas”, asegura Núñez.
El mundo digital avanza a pasos agigantados y resulta difícil averiguar cuál será su alcance en los movimientos que se hacen. “Cuando publicamos en las redes sociales, estamos cediendo ciertos derechos de uso de nuestra información sin ser verdaderamente conscientes”, declara Núñez. “Los padres tenemos que adaptarnos a la tecnología y colaborar en que nuestros hijos tengan una gestión inteligente respecto a ella. Con la pandemia se hace mucho uso de Internet para el estudio y la investigación y eso está muy bien”, declara Miriam Díaz-Aroca, actriz, periodista y presidenta de la Fundación Elígete por la igualdad sin maltratos.
“En la actualidad todo lo mueven las redes. Antes me daban igual, pero ahora lo noto a nivel laboral también. Te das cuenta de que el número de seguidores te asegura trabajar, al menos en publicidad”, añade Mar Regueras. “No estoy de acuerdo ni en desacuerdo con que los padres publiquen imágenes de sus hijos en las redes sociales. Considero que es una decisión muy personal”, refiere la conocida actriz de Herederos o El comisario.
“Comparto con Mar la necesidad de diálogo y formación con los hijos. Pienso que debemos tenerles presentes en nuestras decisiones y deseos. Fomento en mi hija valores que se anteponen a las redes. Le inculco el estudio y la responsabilidad ante todo. Ella es una niña muy madura y reflexiva”, declara la actriz
Padres, supervisión o invasión
El control parental y el establecimiento de horarios para el uso de las redes sociales, también de contenidos a los que se pueda acceder, es imprescindible para garantizar la seguridad de los niños. “No se trata de prohibir. Bien que, es primordial enseñar el valor y la importancia de la intimidad, algo que ayudará a los niños en la gestión de la información que se publique”, asevera Nuria García Solivellas, psicóloga infantil y juvenil. Los padres deben estar al día -incluso explicar a los hijos-, del conocimiento y comprensión de las condiciones de uso y políticas de privacidad de las plataformas. “Los niños pequeños no saben discernir ni buscar alternativas a las opiniones que allí descubran”, manifiesta Díaz-Aroca. “La vida de menores debe ocurrir más allá de una pantalla”, remata la psicóloga.
En general los padres coinciden en que el niño, a su edad, debe tomar la decisión de cómo y qué compartir con sus padres, pero se apuesta por tener acceso irrestricto a las redes de los hijos menores, sin ser invasivos, para tener clara toda la información.