Análisis económico de la coyuntura
Se profundiza la desaceleración de América Latina y Caribe según Cepal
A la crisis desatada por la covid-19 se suma este año el impacto en la economía global de la guerra en Ucrania, que disminuye el crecimiento en los principales mercados de América Latina y el Caribe, y se traduce en más inflación y menos empleo en la región.
Este año las economías de la región crecerán en promedio 1,8 por ciento, en vez de 2,1 por ciento como se estimó en enero, debido a la conmoción global desatada por la guerra en Ucrania, indicó un nuevo informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
El conflicto en Europa oriental “abrió una nueva fuente de incertidumbre para la economía mundial y está afectando negativamente el crecimiento global, estimado en 3,3 %, un punto porcentual menos de lo que se proyectaba antes del inicio de las hostilidades”, reza el informe del organismo de las Naciones Unidas con sede en Santiago de Chile.
Se destaca que, en el ámbito regional, el menor crecimiento esperado se verá acompañado de más inflación y una lenta recuperación del empleo, con mayor volatilidad e incremento de los costos financieros para la actividad económica.
El informe fue entregado por el secretario ejecutivo interino de la Cepal, Mario Cimoli, a los embajadores del Grupo de Países de América Latina y el Caribe en la sede de la ONU en Nueva York.
El crecimiento promedio de 1,8 % para la región se desglosa en 1,5 % para América del Sur, 2,3 % para América Central y México, y 4,7 % para el Caribe.
La notable excepción es Guyana, con un crecimiento esperado de 49 %, debido a las milmillonarias inversiones atraídas por la exploración y explotación de los yacimientos petrolíferos recientemente detectados bajo aguas del Atlántico.
El crecimiento será modesto en las economías más grandes de la región, de 0,4 % en Brasil, 1,7 % en México, 3,0 % en Argentina y 1,5 % en Chile. Colombia avanzará 4,8 %, Uruguay 3,9 %, Bolivia 3,5 %, Ecuador 2,7 %, Perú 2,5 y Paraguay 0,7 %.
Venezuela, cuyo producto interno bruto (PIB) retrocedió año tras año en el período 2014-2020 hasta totalizar 80 %, tendrá un crecimiento de 5 % en 2022, según la Cepal.
En la subregión centroamericana los mejores resultados corresponderán a Panamá, con 6,3 %, República Dominicana (5,3%), Guatemala (4,2), Honduras (4,1), Costa Rica (3,7) y Cuba (3,4 %).
Y en la subregión Caribe, donde se espera una recuperación de la actividad turística, se proyecta un crecimiento de 10,5 % en Santa Lucía, de 8,5 % en Bahamas, 8,1 % en San Cristóbal-Nieves, 6,5 % en Belice, 5,9 % en Barbados, 3,7 % en Trinidad y Tobago, y apenas 2,8 % en Jamaica.
De acuerdo con el análisis de la Cepal, la dinámica del comercio mundial se ve negativamente afectada por el conflicto bélico, lo que provocaría una disminución de la demanda externa de América Latina y el Caribe.
Los principales socios comerciales de la región -Estados Unidos, China y la Unión Europea (UE)- verán tasas de crecimiento menores a las esperadas con anterioridad al conflicto.
En el caso de Estados Unidos, el crecimiento sería de 2,8 %, 1,2 puntos por debajo de lo proyectado antes de la guerra. Para China se proyecta un crecimiento de cinco por ciento (disminución de 0,7 puntos) y para la Unión Europea de 2,8 %, 1,4 puntos porcentuales menos de lo esperado antes del estallido del conflicto.
La guerra en Ucrania también provocó un aumento de precios de los productos básicos, principalmente de los hidrocarburos, algunos metales, alimentos, y fertilizantes, que se suman a mayores costos por las disrupciones en las cadenas de suministros e interrupciones del transporte marítimo.
Esas alzas han redundado en impulso a la inflación mundial, que en algunos países ha alcanzado máximos históricos en 2022. Ante la persistencia y aumento de la inflación se esperan mayores alzas en las tasas de interés de los países desarrollados.
En marzo de 2022 se estimaba la inflación regional en un promedio de 7,5 %, y muchos bancos centrales anticipan que se mantendrá elevada en lo que resta de año, en virtud de la mayor incertidumbre en el contexto externo.
En respuesta al alza de la inflación, la política monetaria de los bancos centrales de la región se ha tornado más restrictiva y además se prevé una restricción del gasto público, reduciendo el aporte de la política fiscal al crecimiento económico.
Finalmente, indica el informe de la Cepal que los mercados laborales han dado señales de recuperación, pero al desacelerarse el crecimiento económico se prevé que el ritmo de creación de empleo se reduzca y aumente la desocupación.
Perspectivas
Para el economista Julio Gambina “la primera consideración a realizar sobre los pronósticos del FMI para el 2022/23, en la reunión de primavera en Washington, es la corrección a la baja de la economía mundial para el presente y el futuro mediato, no solo por la continuidad de la pandemia por el COVID y nuevos brotes, sino por el impacto en la economía mundial de la guerra en Ucrania. El pronóstico para el 2022 se asume en el 3,6%, con China por encima, en el orden del 4,4% y la India con el 8,2%” señala advirtiendo de los efectos perversos de las sanciones.
La región latinoamericana y caribeña aparece por debajo del promedio, alcanzando un 2,5%, y las dos más grandes economías de América Latina y el Caribe, creciendo por debajo, Brasil con el 0,8% y México con el 2%. “Recordemos que la región es la zona más afectada por el COVID y la zona donde se verifica la mayor desigualdad en el ámbito global”.
Para los países epicentro del conflicto bélico, se augura una caída del -8,5% para Rusia y nada menos que del -35% para Ucrania. A eso deben sumarse las sanciones generalizadas contra Rusia y variados apoyos de asistencia económica y militar a Ucrania, incluso financiamiento del FMI.
Para Gambina, el mundo se precipita a un cambio de orden mundial: “Las sanciones empujan nuevos alineamientos políticos y económicos, que al tiempo que debilitan la potencia hegemónica del dólar, agiganta la potencialidad de China en el campo económico y el bloque que involucra junta a Rusia a un conjunto de naciones sancionadas unilateralmente desde EEUU” con el conocimiento del FMI.
“Resulta interesante considerar la preocupación del FMI sobre la evolución económica, centrada en el bajo crecimiento - desaceleración y la elevada inflación -. La suba de precios, especialmente de alimentos y la energía golpea a los sectores de menores ingresos y a los países dependientes de la provisión externa de ambos. Recordemos que la inflación es un mecanismo de transferencia de ingresos, por lo que no toda la población aparece castigada y así, el incremento de precios constituye salvaguarda para aquellos sectores que definen los precios en el mercado. Para el caso, las transnacionales de la alimentación y la biotecnología y en el entramado petrolero y derivados”.
“La inflación se eleva en todo el mundo, agravada por la guerra en Europa, pero que tiene arrastre en los intentos de recuperar la tasa de ganancia sobre la flexibilización del cierre económico por la pandemia. En efecto, si el 2020 fue altamente recesivo por el cierre compulsivo de las economías en el mundo, la perspectiva de la vacunación y morigeración de casos supuso la recuperación del 2021 y un imaginario de sostenido crecimiento. Ese crecimiento privilegió la apropiación de ganancias por encima de los ingresos populares. Por eso, la reactivación impuso alzas de precios ante los desacomodos de la demanda con la oferta, según explicaron durante el 2021 – y concluye - El presente, agudiza el problema y en el mensaje del pronóstico para este año, el FMI alude a una coyuntura de desaceleración e inflación”.
¿Qué se puede esperar?
Gambina denuncia la “curiosa” contradicción: “En ese contexto, el FMI y la corriente principal en la disciplina económica inducen políticas de austeridad, al tiempo que favorecieron una gigantesca ampliación de la emisión monetaria y de la deuda pública y privada (empresas y familias). La realidad se manifiesta entonces como una gigantesca burbuja que debe sostenerse, de lo contrario, la explosión con las secuelas sociales conocidas, las que se anticipan con el crecimiento de la desigualdad y el empobrecimiento de millones de personas en el planeta”
“Nada que suponga expectativas favorables para los pueblos y los más necesitados. La realidad es de aumento del gasto militar en desmedro de otros necesarios para resolver necesidades alimentarias, sanitarias, educativas, de reformas productivas contra el desempleo y la miseria social.
El propio gasto militar demanda incremento de presupuestos para el corto y mediano plazo, alejando toda capacidad de planeamiento público para atender demandas sociales insatisfechas.
La pregunta que recorre varios debates en el movimiento popular alude a la urgencia de instalar un rumbo alternativo, que dispute los recursos públicos para otro orden económico, político, social y cultural.
En sí mismo supone avanzar contra la lógica del capital y su objetivo de ganancias, acumulación y poder, para sustituirlo por una organización económica y social de cooperación, solidaridad, autogestión y organización comunitaria.
Se trata de una visión que solo puede materializarse si gana consenso masivo en gran parte de la población, en cada país, región y en el mundo. Es una cuestión que vuelve a aparecer en el cónclave del Foro Social Mundial que se inauguró este 1 de mayo con una movilización callejera en la Ciudad de México” concluye el artículo Gambina.
Bolivia en la coyuntura económica mundial
Tanto los análisis como las proyecciones de los organismos multilaterales como la Cepal y el FMI vienen a reflejar realidades que no acaban de coincidir con las explicaciones del Ministerio de Economía al respecto de la situación nacional, que en esencia ve brotes verdes tanto en el empleo como en el crecimiento.
Mientras la Cepal y el FMI han reducido la proyección de crecimiento en Bolivia hasta el 3 por ciento, en Bolivia se sigue proyectando por encima del 4,5 por ciento, que es el porcentaje establecido para acceder a un segundo aguinaldo a finales de año, un aguinaldo que de hecho debería financiarse con recursos captados dado el déficit fiscal que se viene acumulando. Aún así, con una tasa de desocupación del 5,8% en el ámbito urbano, el Gobierno señala que es el mejor dato de la región y lo comparte.
En general, los analistas coinciden en que el gobierno tiene herramientas para sortear la coyuntura de estanflación, pero advierten de los efectos que puede generar un exceso de confianza ante un mal cálculo, como por ejemplo, que finalmente no haya doble aguinaldo.
A favor juega que los estímulos fiscales y monetarios entregados durante la pandemia han sido básicamente mínimos – algunos bonos y exenciones de pago – y se desplegaron pocos programas de crédito a bajas tasas de interés, por lo que el puro retorno a la actividad económica normalizada reactiva los indicadores.
La trampa viene por el incremento de los precios del crudo, que afectan fuertemente al volumen de recursos que se deben destinar para financiar la subvención a los hidrocarburos, si bien esto impide que las tensiones se trasladen a los sectores productivos y puedan generar descontento social y estallidos violentos.
Mientras, se ha empezado un programa de industrialización centrado en la sustitución de importaciones que es a mediano plazo y se han aprobado medidas de contingencia ante la inminente escasez de productos agropecuarios que parecen pueden contribuir a remitir la tensión social.