Bolivia, épocas de oro
Potosí, sus calles angostas, su gran riqueza y su primer barrio
Con el crecimiento de la mancha urbana Potosí, al final alcanzó el rango de ciudad, así sea desordenadamente o sin planificación alguna; de ahí sus calles estrechas con esquinas encorvadas, plazoletas con trazos desiguales y empedrados por doquier
Para retratar algunos recuerdos del Potosí de antaño nos basamos en el texto de Walter Zavala Ayllón, que comienza de esta manera “la Villa de Potosí nació en un espacio libre de cualquier asentamiento humano, donde no existía más que ciénagas, paja brava, quéñua y alguna que otra planta silvestre. Fue a partir del 1 de abril de 1545 cuando se dio paso al nacimiento de este poblado que, en principio no era más que un simple asiento minero, como consecuencia de la explotación de las primeras vetas de plata descubiertas en el Cerro Hermoso”.
De esta manera, las primeras casas levantadas en esta altitud andina eran del todo sencillas y arremolinadas en desorden. Casas levantadas sobre suelo húmedo, apenas nivelado a golpe de piedras como si éstas fueran aplanadoras.
En estos sitios de tierra dura junto a lodazales, quedaron asentados pedrones de formas diferentes, sirviendo de cimientos para sostener las paredes de una y otra vivienda. Paredes que fueron levantadas con piedra bolón, masa de tierra húmeda mezclada con paja brava, sin recibir revoque alguno. Se trataba de viviendas con techos que eran cubiertas con ramas de quéñua trenzada, barro y paja sobre troncos mal formados procedentes de lugares cercanos al Cerro Rico.
Aquellas primeras casas construidas en las faldas de la pirámide argentífera a partir de 1545 tenían habitaciones que carecían de toda comodidad, disponiendo únicamente de poyos de adobe con cueros de llama y alpaca, junto a cubiertas tejidas con hilos de lana de auquénidos.
Los otros indígenas yanaconas venidos desde el Cusco y Porco como acompañantes de los españoles, ayudaban a la construcción de otras viviendas que en el curso del tiempo llegaron a multiplicarse, hasta que el rústico asiento minero quedó convertido en un villorrio de proporciones con la construcción de capillas y templos a cargo de religiosos de una y otra Orden Cristiana.
Con el crecimiento de la mancha urbana Potosí, al final alcanzó el rango de ciudad, así sea desordenadamente o sin planificación alguna; de ahí sus calles estrechas con esquinas encorvadas, plazoletas con trazos desiguales y empedrados por doquier.
Zavala cuenta que sólo tras la llegada del virrey del Perú, don Francisco de Toledo, la Villa Imperial tuvo mejor urbanización con la construcción de su plaza e iglesia mayor, al igual que el edificio de las Cajas Reales y la primera Casa de Amonedación, más la construcción de ingenios mineros y la fábrica de lagunas artificiales en la serranía del Kari-Kari, así como el alineamiento de las calles y callejones.
La Villa Imperial reconocida como ciudad de gran importancia en el Continente, quedó arrullada entre las montañas del Ande y la altipampa sureña. Ciudad que fue la meta o punto de llegada de caravanas de forasteros del viejo mundo, así como de otros grupos humanos de regiones americanas, más el reclutamiento de indígenas con destino al trabajo forzado en interiores de las minas del Cerro Rico.
San Pedro, el barrio más antiguo de Potosí
Callejones angostos de trazo irregular, construcciones de un solo piso y casi sin ventanas, una atractiva parroquia y relatos orales sobrenaturales caracterizan a San Pedro, el primer barrio de Potosí, casi tan antiguo como la historia misma de esta ciudad.
Llegar al barrio San Pedro, ubicado al pie del Cerro Chico, nos transporta al pasado colonial temprano de la Villa Imperial.
Las descripciones de cronistas como Pedro Vicente Cañete refieren que, al iniciarse el asentamiento urbano en Potosí, cada persona se situó donde quiso, formándose así curiosas calles, demasiado angostas y largas para asegurar el tráfico y abrigarse de los gélidos fríos de la sierra.
Amílcar Velasco es un inquieto investigador, apasionado de la historia de su tierra: Potosí. Él cuenta interesantes datos sobre el barrio San Pedro. Por ejemplo, que tras los primeros asentamientos en Potosí, según el padrón de 1575, se albergaba a 264 yanaconas huayradores (indígenas semilibres, la mayoría del Cuzco), expertos en la fundición de plata por medio de hornos de viento o huayras.
Esta formación se mantiene hasta 1600, cuando el padre Diego de Ocaña señala que el barrio albergaba a 1.200 indígenas.
Esta característica se siguió manteniendo con el transcurso del tiempo. En el siglo XX albergó a trabajadores mineros de las empresas Soux, Bebín Hermanos, Hochschild y de la Corporación Minera de Bolivia (Comibol), quienes a su turno trabajaron las minas del Cerro Rico.
“Sus calles fueron testigos de las luchas sindicales mineras; allí está el tradicional centro de reunión de los trabajadores para iniciar las marchas: la famosa plaza El Minero”, detalla Velasco.
San Pedro aún cobija a los mineros cooperativistas, pero también a un conjunto heterogéneo de ciudadanos que desarrollan sus actividades en diferentes rubros.
La parroquia de San Pedro
La iglesia se construyó exclusivamente para los indígenas, pero en 1600 arropaba a pacajes y españoles; la fecha de su edificación quedó perdida en el tiempo. Fuentes primarias como Bartolomé Arzans señalan a 1581 como el año de su fundación y se tiene constancia de que en 1585 ya funcionaba como parroquia.
El lugar conserva un patio con dos pozos de agua limitado con una verja de piedra. En 1655 un incendio en esta parroquia afectó el artesonado, que fue restaurado por el carpintero Pedro de Ávila.
La torre original se rehízo en 1725 conservando su estructura original, que continúa incólume, junto a sus dos portadas, explica el estudioso.
Quedan como testigos el coro central y el retablo mayor; en tiempos coloniales, la imagen milagrosa y preferida por españoles e indígenas era la Virgen de la Candelaria, obra del escultor Juan de Miranda, citada en 1616.
Hoy en día la devoción principal es por San Pedro y San Pablo. “Ambas fiestas se celebran el mismo día y en la misma parroquia; no obstante, la más importante es San Pedro”, aclara Velasco.
El profesor Jhonny Llanos, vecino del barrio hace 57 años, explica que las actividades comienzan el 20 de junio con la procesión, misa y velada. Se prolongan hasta el 28 de ese mes y en la noche de ese día se realiza la entrada de ceras.
“Hace años los pasantes ingresaban con un grupo de sicuris y banda, se hacía verbena en la plazuela del barrio, concursos populares, publicación de bandos, y se quemaba muñecos de los vecinos menos cooperativos. Hoy, las costumbres han cambiado”, relata Llanos.
Sin embargo, el día central es el 29, cuando se oficia una misa y una procesión recorre las calles de San Pedro, por el sector de Cachirrancho y la calle Manquiri.
La costumbre era rodear con masitas a los encargados de armar los arcos de plata y cargamentos; los pasantes los agasajaban con un almuerzo tradicional que consistía en cazuela de maní y rebosado de panza. Después, los pasantes se reunían en la mesa de once y allí, los actuales y los antiguos entregaban la fiesta a los nuevos responsables.
El Cerro Rico
El Cerro de Potosí dio nombre a la ciudad homónima que se pobló a su alrededor después del descubrimiento.
Es famoso porque en época de la colonia española tenía las vetas de plata más importantes del mundo y este cerro es considerado como la fuente de plata más rica de la historia de la humanidad. De esta mina salió el 80% de toda la plata del mundo, la cual aumentó la riqueza de todo el planeta. Esta riqueza produjo la construcción de nuevas ciudades e imperios.
Para comprender la grandiosidad que alcanzó la ciudad es fundamental visitar la Casa de la Moneda de Potosí, hoy convertida en museo. Un firme edificio colonial, de patios interiores y balcones de madera construido entre 1759 y 1773, conserva toda la maquinaria encargada de procesar la plata que era extraída del cerro. Su antecesora hizo lo propio desde 1572 durante 212 años y es que de Potosí salió tanta plata, tantísima, que se decía que con ella se podía haber construido un puente desde allí hasta España.