Historias del pago
Los tarijeños y los “rituales” diarios para sobrevivir al Covid
Adoptar las medidas de cuidado es fundamental ya que permite a la población tarijeña continuar con las actividades diarias que caracteriza su vida



“El estar en casa y no hacer muchas de las actividades a las que estabas acostumbrado te cambia la vida. En algún momento las rutinas ya no son las mismas” dice Elida Benítez
Tras la llegada del COVID-19 al territorio boliviano, Tarija al igual que el resto de los departamentos se vio sumergida en una nueva realidad de pandemia, caracterizada por medidas de cuidado y prevención que modificaron, a gran escala, las distintas esferas de la sociedad y, por ende, las rutinas diarias de las personas.
Hasta el viernes 13 de noviembre Bolivia tenía 142.889 casos confirmados, 8.825 decesos y 116.137 recuperados. Tarija tenía 16.454 casos confirmados, 392 decesos y 13.174 recuperados.
Lilian Bilbao es una joven de 21 años que en esta época de pandemia se ha visto en la obligación de dejar de lado sus estudios para dedicarse a vender quesos y ayudar así con los ingresos a su familia.
“No hay palabras, estamos atados de manos porque si no salimos también ¿cómo vamos a generar ingresos para alimentarnos? o si es que hay algún enfermo necesitamos también dinero para poder pagar, si quiera algunos medicamentos para curarnos, entonces hay que cuidarnos y tratar de mantener la distancia. Tomar las medidas para poder estar mejor y no perjudicarnos”, señala la entrevistada.
Lilian trabaja de lunes a viernes desde las 7:30 hasta las 14:00 horas, en su puesto ubicado en la avenida Domingo Paz esquina Santa Cruz junto a su familia siguen todas las medidas y rituales de prevención contra el COVID-19.
“Uso el barbijo, el alcohol; constantemente me estoy desinfectando. Mantengo una buena distancia de las personas aunque algunas no lo hagan. Llegando a casa igual mi ropa la desinfecto y por las noches hago vapores de eucalipto. Lamentablemente a mí me ha tocado vivir recientemente la pérdida de una de mis tías por COVID en Cochabamba, entonces eso nos tiene bastante afligidos, pero nos ha servido también para que nos cuidemos aún más. Ya hemos estado de ese lado con una pérdida entonces nos cuidamos mucho en casa”, explica.
“El cuidado es lo más importante ¿no? así nosotros nos protegemos y tampoco diseminamos la enfermedad”, Fabricio Arzabe, Médico
La pérdida de la familia Bilbao ha generado entre los integrantes de la misma, mayor conciencia de cuidado frente al virus, sin embargo, a pesar de que Lilian sigue todas las medidas de bioseguridad, aún siente que existen clientes que ponen en riesgo su vida: “Es complicado lidiar con la gente porque estando de mi lado algunos no tienen la conciencia ni tampoco la consideración de que corre peligro mi vida. Pero también está la parte de ser amable o digamos responder bien o tratar bien a la persona, entonces no existe esa consideración se podría decir”, apunta.
Según un análisis presentado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Bolivia encabeza el ranking de empleo en el sector informal de la economía en la región, alcanzando en 2018 a 73.2%. Dentro de esta cifra se tiene una representación mayor de mujeres (75.2%) que de hombres (71.5%) en la mayoría de los países.
Por lo que, al igual que Lilian, una gran parte de la población correspondiente al sector informal y de otros sectores, se ha visto en la necesidad de continuar con sus rutinas laborales para subsistir en la pandemia, incluyendo los rituales de cuidado y prevención del virus.
Elida Benítez es una psicóloga de 43 años, que día a día sigue los distintos rituales de sanitización, desinfección y prevención de la COVID-19 para proteger, como jefa de hogar, a su familia.
Elida vive en un departamento con su padre de 72 años, su madre de 73 años y su hijo de 16 años. Ella al igual que su hijo es asmática por lo que toda su familia se encuentra en situación de riesgo frente a esta enfermedad.
Los departamentos contiguos son ocupados también por integrantes de su familia y entre todos asumen, día a día, los distintos rituales de prevención para protegerse del virus. “Hemos decidido nosotros cuidarnos entre todos porque si uno cae, cae toda la familia. Por más que cada uno tenga su departamento propio, al tener un área común siempre hay el riesgo, del uno o del otro”, afirma.
Entre las medidas adoptadas en su domicilio se encuentra un pediluvio en la puerta principal de la casa, el cual es usado por todas las personas que ingresan. El agua con lavandina del pediluvio es intercambiada todos los días. Además, quienes ingresen deben pulverizarse alcohol a toda la ropa.
Elida en su hogar es la delegada de salir a hacer las compras y el pago de servicios, actividades que solo realiza los viernes con la intención de no exponerse más de un día a la semana. “Trato en lo posible de no salir, a no ser que tenga alguna situación que se presente […]. Solo lo necesario por razones laborales o por alguna situación especial; tratamos de no salir”, afirma Benítez.
Asimismo, en cada salida Elida se encarga de seguir todos rituales de sanitización, tanto de su persona como de los alimentos. “Yo que soy la que vive con mis papás al llegar a mi casa hago el mismo ritual, pero como tengo el consultorio independiente de la casa, ahí me saco toda la ropa, tengo una ducha también independiente de la casa, entonces ahí me baño y recién ingreso a la casa. […] Nosotros todo lo que compramos, absolutamente a todo, le echamos alcohol. Saco alimento por alimento de la bolsa en que esté y le echo alcohol, lo dejo afuera en una mesita hasta que se seque, pero absolutamente todo, ya sea una lechuga, un tomate, una papa, todo es desinfectado.”
“Los rituales” en el sector salud
Las medidas del sector salud son sumamente estrictas
El ciudadano común no es el único que se ha visto en la necesidad de modificar su rutina con la implementación de los rituales de cuidado. Hoy en día, la labor médica se ha incrementado de manera exponencial, y el riesgo al que se exponen los médicos diariamente ha provocado que los rituales de prevención que adopten sean más minuciosos.
Fabricio Arzabe de 45 años, es un médico anestesiólogo que actualmente se encuentra trabajando como miembro del Comité Científico del Covid-19 en el Hospital San Juan de Dios. Fabricio, además, es bombero voluntario del grupo Caballeros de Fuego. Él atraviesa la pandemia en compañía de su esposa y de sus dos hijos, una nena de 5 años y un varón de 12 años.
Arzabe, a lo largo de su día, sigue estrictos rituales de desinfección y prevención, los cuales se presentan en las diferentes etapas que conforman su rutina, tanto al ingreso y salida de su hogar, como durante su jornada laboral.
En cuanto a las medidas de seguridad que ha implementado en su hogar, éstas no varían mucho de las que también estableció el resto de la población: “Normalmente le hecho un desinfectante a los zapatos y los dejo en un lugar especial. Toda la ropa también la pongo a lavar inmediatamente y paso a la ducha. Me ducho completamente y después recién comienzo las cosas en la casa.”
Pero, hablando del ámbito de trabajo, Arzabe señala que los rituales y protocolos que se siguen en estos espacios son pilares fundamentales, ya que sin la implementación de todas estas medidas de bioseguridad la atención a los pacientes sería imposible.
“Yo ahora estoy trabajando en terapia intensiva de COVID, así que tengo que seguir todos los protocolos cada vez que entro. Se sigue un protocolo complejo y se emplea un equipo de protección. A la salida también está el sacado de ese equipo. Después cuando uno está en los ambientes administrativos donde no está en contacto con el paciente, también todo el tiempo se tiene que estar con barbijo, protector facial y mantener la distancia en lo posible con los otros colegas, el lavado de manos y el uso de alcohol todo el tiempo es fundamental”, señala.
Sin embargo, a pesar de lo vital que son estos materiales de protección, el uso de los mismos no es sencillo y representa mayores exigencias y dificultades para el personal médico, quienes ya se encuentran en una situación de extrema complejidad.
“Es una situación de bastante tensión todo el tiempo, porque los pacientes en sí son muy graves y además de eso, hay que acostumbrarse a todo el equipo porque es molestoso, te limita varios sentidos. Normalmente, por ejemplo, se escucha menos con todas las máscaras puestas, el rango de visión también está limitado por los lentes y por todo el equipo. Inclusive, tu percepción corporal también es diferente porque con tanto equipo no te ubicas muy bien (…) puedes chocar con cosas, entonces hay que estar alerta todo el tiempo y es bien demandante desde el punto de vista emocional y psicológico. Pero después, todo el mundo trata de hacer el trabajo sin aportar más estrés del que ya hay. Es un ambiente un tanto diferente al que normalmente estábamos acostumbrados. Hay un poco más de empatía entre la gente que trabaja ahí y eso también hace que se reduzca un poco”, finaliza.
Los efectos psicológicos de esta nueva realidad
La pandemia de COVID-19 generó modificaciones drásticas que desembocaron en efectos psicológicos y alteraciones en el comportamiento del ser humano.
La psicóloga Indira Gutiérrez señala que en esta pandemia se comenzó un nuevo prototipo de vida caracterizado por una conciencia colectiva de cuidado, plantea: “las personas tomaron conciencia de lo necesario que es tener rituales de limpieza, entonces esto va a generar un nuevo bloque generacional en el que los niños normalicen el tener las manos limpias todo el tiempo, el desinfectar la comida, el desinfectar los zapatos y dejarlos afuera, algo que en realidad en nuestra cultura no es tan normal”
Sin embargo, las medidas de cuidado también propiciaron un comportamiento negativo. Gutiérrez indica que la salud mental y la estabilidad emocional se vieron perjudicadas debido a los nuevos roles de limpieza, al encierro y al aislamiento de los demás. “La ansiedad se incrementó en muchas personas y el sentimiento de paranoia colectiva igual aumentó porque todos tienen miedo del contagio, de llegar al hogar y tener que estar todo limpio. Aquellas personas que ya eran obsesivas han empeorado estos rasgos porque ahora son sumamente más obsesivos con la limpieza. […] Hay más episodios de ansiedad, hay más personas deprimidas y obsesivas, han empeorado en sus cuadros porque cuando nos enfrentamos a algo nuevo, el miedo da respuestas adversas ante situaciones complicadas”, explica.
En ese marco, la OMS señala: “Minimice el tiempo que se dedica a mirar, leer o escuchar noticias que le causen angustia. Busque información de fuentes confiables (puede que ayude a minimizar el miedo) e infórmese sobre medidas prácticas que le guíen a hacer planes de protección para usted y sus seres queridos”.