Tarija: La labor de ser taxista en medio de la pandemia
Luego de meses sin trabajar normalmente, hoy muchos taxistas han decidido volver a las calles, mientras que otros prefieren seguir esperando debido al miedo de contraer Covid-19



Franz V. tiene 58 años, es la cabeza de una familia de siete personas y lleva trabajando como taxista unos 20 años de manera intermitente. Antes de la cuarentena su jornada laboral comenzaba a las siete de la mañana y terminaba a las 21 o 22 horas.
Retornaba a su casa al mediodía para almorzar, transportaba pasajeros sin ningún temor. Su ingreso diario oscilaba entre los 120 y 140 bolivianos. Él como muchos otros en su rubro, desde el 21 de marzo, tuvo que frenar su trabajo y quedarse sin su única fuente de ingresos.
Una vez que se autorizó la circulación del transporte público Franz volvió a sonreír, sin embargo, aún había muchas cosas por hacer. En primera instancia estaba el cumplir con los protocolos de bioseguridad como colocar una barrera impermeable de separación entre el conductor y los asientos del usuario; contar con alcohol en gel o medicinal y tener un basurero, entre otros.
La nueva normalidad
Hoy cuando Franz sale a trabajar debe desinfectar su vehículo constantemente. Al llegar a casa, como parte de un ritual, su esposa deja listo el alcohol para que él se desinfecte, tras hacer esto deja su ropa y zapatos al sol e inmediatamente entra a la ducha para recién ingresar con confianza a su propio hogar. Su ganancia ha reducido y ahora oscila entre los 50 y 70 bolivianos.
“Se nos pidió inversiones, siendo que no teníamos ni para comer” son las palabras de Franz al referirse a los gastos que significó el acondicionamiento de su vehículo. Cuenta que tuvo que equiparlo con las medidas de bioseguridad correspondientes. Detalla así que colocar el panel divisorio, tener alcohol líquido y en gel le costó al alrededor 200 bolivianos, dinero con el que no contaba por lo que tuvo que recurrir a un préstamo.
Sumado a ello cuando fue al control para la aprobación de su vehículo se le exigió estar suscrito a algún sindicato, y cuando preguntó qué debía hacer para lograrlo, la respuesta fue primero pagar 500 bolivianos. Sin pensarlo dos veces optó por transitar de manera “clandestina”, pero con todas las medidas de bioseguridad requeridas.
Entre las principales medidas de prevención para el conductor, establecidas por el Gobierno Municipal están: Cada conductor debe contar con el Equipo de Protección Personal (EPP) adecuado para que pueda desarrollar su trabajo sin arriesgar su integridad ni comprometer a los pasajeros. El Equipo de Protección Personal (EPP) está compuesto por barbijo (mascarilla quirúrgica o tapaboca) y visores de protección. Sumado a ello debe cumplir con el distanciamiento físico de 1.5 metros; los pasajeros sólo deben ocupar un asiento por fila al lado de cada ventanilla dejando libre los asientos del centro.
En cuanto a los vehículos se debe instalar un panel divisorio, poner una pequeña bandeja o incorporar un bolsillo en la mampara de división para que el pasajero deposite su pago sin tener contacto directo con el conductor y viceversa. Sumado a ello los vehículos deben brindar las condiciones favorables de ventilación natural, entre otros.
Los que aún no se animan a retornar
Para Ariel M de 57 años y quien pertenece al Sindicato “4 de Julio” desde hace ya 34 años, volver a trabajar no es una opción por el momento. Su parada era el Aeropuerto “Capitán Oriel Lea Plaza” cuando a éste llegaban cinco vuelos por día, pero ahora como esa cifra ha disminuido, él considera que no conviene.
Peor aún cuando vive con el miedo constante a contagiarse. Cuando se enteró que un compañero sindical contrajo el virus, él quedó psicológicamente afectado “yo más me enfermé” dice. Su temor aumentó cuando la familia de su hermano igual enfermó.
Otra razón para no volver todavía al taxi, es que siente una gran responsabilidad con su familia, “si me contagio, contagio a toda mi familia”, dice y agrega que si esto sucediera se sentiría muy culpable.
Pero el miedo al virus no solo lo sienten los taxistas de mayor edad y más propensos al contagio, sino también taxistas como Joel de 31 años. Por esta razón junto a su esposa decidieron buscar otras fuentes de ingreso económico, con tal de no exponerse saliendo a “taxear”. Joel aplaude la labor policial, recomienda a la población cuidarse y menciona que solo espera que todo esto acabe pronto.
Lourdes, la esposa de Joel, trata de ver el lado positivo a la situación y destaca que la pandemia les favoreció para pasar más tiempo juntos. “Cada persona tiene que ser responsable tanto de su salud como la de los demás", recomienda y añade que el oficio de taxista es "muy arriesgado".
Los pasajeros
Desde el otro lado de la moneda están los pasajeros. Elfi de 22 años utilizaba el servicio de taxis a diario, pero desde que estos implementaron el alcohol para desinfectarse, ya no lo hace, puesto que el olor le produce dolores de cabeza. De esta manera, ha optado por otro medio de transporte como la bicicleta. Observa también que algunos taxistas han subido la tarifa del servicio, lo cual reprocha.
Las afirmaciones de Elfi tienen fundamento, pues durante la cuarentena la Policía identificó irregularidades en cuanto a las tarifas, algunos taxistas buscaban lucrar de manera desmedida y cobraban a los pasajeros entre 20 y 40 bolivianos por carrera, esto lo evidenciaron en los diferentes puntos de control en la ciudad.
Entre las principales medidas de prevención establecidas para el usuario están: El uso del barbijo obligatorio, la prohibición de escupir al interior del vehículo o en las calles y carreteras durante el recorrido. Además de la prohibición de mascar coca durante el trayecto.
El riesgo constante
Aida Flores de 55 años lleva 32 años al servicio de la salud en Tarija, y aunque toma las medidas de bioseguridad correspondientes, afirma que ni de esa forma se reduce en un 100% la posibilidad de contraer el virus dentro de un taxi.
Diariamente ella atiende a gran cantidad de personas que ingresan al centro de salud donde trabaja, combate de frente al Covid-19. Debido a esto, con conocimiento del tema, recomienda a la población que al momento de subir a un taxi utilice el barbijo, no se lo saque y lleve siempre su propio alcohol, pues ella tiene la experiencia de haber subido a un taxi, donde el alcohol en gel ya se había acabado.