El personal trabaja a pesar de la pandemia
CAIP Morros Blancos, un apoyo para los niños con padres recluidos en el penal
La mayoría de los menores viven en condiciones de precariedad, pero aún así mediante esfuerzo y solidaridad luchan por salir adelante



El Covid-19, la cuarentena y la coyuntura por esta crisis sanitaria han hecho más notorio el trabajo de ciertos sectores, sobre todo de quienes trabajan en primera línea. Pero también hay otras personas cuya labor, aunque más silenciosa, es también importante. Un ejemplo de ello es Beatriz Vaca, quien trabaja como coordinadora del Centro de Apoyo Integral Pedagógico (CAIP) de Morros Blancos.
El CAIP forma parte de la política educativa a nivel nacional y busca implementar un modelo más inclusivo en base a los preceptos de la Ley Avelino Siñani y Elizardo Pérez. En ese sentido, se constituye en un programa de gran apoyo para todos los menores de edad que tienen a alguno de sus padres recluidos dentro del penal, es decir que se constituyen en un sector en situación de vulnerabilidad y desventaja social.
Beatriz explica que su trabajo consiste en utilizar mecanismos didácticos e incluso juegos para apoyar el aprendizaje de los menores. “Son actividades pedagógico-recreativas de lectura, escritura, informática, expresión plástica y artística, juegos didácticos y audiovisuales”, explica.
Por la suspensión de visitas al penal, los niños que tienen a sus padres en Morros Blancos no pueden verlos hace cinco meses.
Además, parte de su función es hacer seguimiento escolar, es decir que debe revisar cómo les va en sus unidades educativas para poder apoyarlos si es que existe dificultad en alguna materia.
Antes de la pandemia, este CAIP funcionaba de manera regular en Morros Blancos en instalaciones de una biblioteca, donde existe un aula de informática, dormitorio, cocina, baño y un parque infantil al aire libre. Más aún, por la crisis sanitaria las puertas del centro se cerraron desde el 13 de marzo, desde ese mes también se restringieron las visitas al penal.
“Hay niños y niñas que no ven a sus padres hace cinco meses (…) antes de la pandemia visitaban a sus padres junto a sus madres y de manera voluntaria eran llevados al CAIP, donde realizaban sus tareas, practicaban lectura, escritura, jugaban también. Luego eran retirados por sus progenitores cuando ellos decían o cuando terminaba el horario de visitas”, cuenta.
Niños en doble situación de vulnerabilidad
En general los menores que acuden a cualquier CAIP son niños y niñas que provienen de familias de escasos recursos económicos, pero en el centro de Morros Blancos la situación es aún más preocupante, pues uno de los progenitores al estar encerrado se encuentra imposibilitado de tener un trabajo y proveer de dinero a su familia.
Beatriz señala que de los menores a los que asiste, un 95 por ciento tiene a sus padres en el penal y el restante 5 por ciento a su madre. Entonces son sobre todo las esposas de los internos quienes tienen que asumir por completo la responsabilidad de mantener a sus hijos, pero también cumplir con todos los aspectos que implica la crianza y educación.
Los varones al estar privados de libertad no pueden cumplir prácticamente con ningún tipo de apoyo ni económico y tampoco con la carga emocional que implica educar a un menor.
“La mujer se constituye en madre soltera, que debe afrontar la vida trabajando en diferentes actividades para generar ingresos y solventar los gastos de ellas y de sus hijos e hijas, como alimentación, vivienda cuando no la tienen, vestimenta y también encargarse de que vayan a una unidad educativa”, añade.
Beatriz comenta también que uno de los aspectos más complicados es el bullying del que pueden ser víctimas los niños y niñas. Es por ello que las madres hacen todos los esfuerzos para que en las escuelas no se sepa que los padres están en el penal y se eviten situaciones de discriminación. Este tipo de casos ya se habrían registrado en el pasado y generan en los niños la reacción de no querer asistir a clases.
CAIP venciendo a la pandemia
Caip en Tarija
Debido a que la cuarentena fue bastante estricta, especialmente entre marzo a mayo, se produjo un retraso en el avance de las materias. Solamente algunos maestros enviaban tareas vía Whatsapp. Posteriormente, desde junio se implementó la modalidad de clases virtuales y el CAIP también es parte de este proceso junto a las madres o tutores.
Beatriz comenta que al principio se realizó este apoyo mediante videollamadas o audios. Pero desde agosto como CAIP Morros Blancos se intenta implementar las visitas a los domicilios, siempre tomando en cuenta las medidas de bioseguridad. Ven esto como necesario sobre todo para los más pequeños que necesitan este apoyo.
“La mayor dificultad es con niños y niñas de primero de primaria, varios de ellos no recibieron clases o solo están llenando el libro, sin reconocer las palabras. Estoy partiendo desde un inicio con este grupo porque el 2021 estarán en segundo, pero muchos no hicieron el inicial por dificultades familiares”, cuenta.
Sin embargo, la presencia del CAIP no ha estado solamente en el proceso de aprendizaje de los menores, sino también brindando asistencia mediante campañas solidarias para conseguir alimentos o medicamentos también para las madres, varias con síntomas de coronavirus y que no pueden salir a trabajar.
Con la solidaridad siempre por delante
Campaña por los niños
Beatriz Vaca comentó que los menores y sus familias sufren de bastantes carencias, sobre todo requieren remedios para combatir los resfríos, es por eso que ella invita a que la población pueda ayudar y se ofrece a recoger donaciones para entregarlas, su número es 72997851.
Atención médica
También se suma a las campañas la pediatra Judith Bustamante, quien brinda la asistencia médica y por otro lado el grupo de mujeres “Las Comadres del Norte”, quienes constantemente se movilizan para poder colaborar con la compra de las recetas.
Ayuda del Padre Miguel
Miguel Sotelo es el párroco del penal y es quien todo el tiempo encabeza campañas para recolectar víveres para los niños, sus madres y también para los internos. A pesar de la pandemia el Padre Miguel no se alejó del recinto.