Mujeres de alma bonita
Existen, lo sé. Las he visto sonriendo aún con el dolor reventándoles las entrañas.
En medio del diluvio las he observado mantener el brillo de sus ojos y mientras las heridas sangran, se sujetan de los nudos que se les cuelan en sus gargantas. Vomitan palabras mientras se retuercen en su vientre las emociones; las mariposas enamoradas fallecen... asesinadas, suicidas y se ahogan en lágrimas.
Las he visto caminando descalzas, llenas de ilusiones, anhelando besos y cerrando los ojos cuando la realidad les abofetea el rostro.
Las observé enterrando cuentos de príncipes, agotadas, desgastadas, luchando con monstruos que se les impregnan en la piel con un "te amo" teñido de mentiras.
Mujeres de alma bonita, ellas llevan un número indescifrable de insomnios, cargan penas en sus hombros. Tienen fantasmas que se disfrazan de ojeras y guardan caricias que se convirtieron en puñaladas certeras.
Se entregan con intensidad, saben que el amor a veces duele, sin embargo, lo vuelven a intentar hasta abrazar una victoria; una que, le arranque todas las espinas que otros les dejaron con el paso de los años.
Son luz, antídoto y calor. En días de tormentas calman del frío a corazones cautivos. Sus abrazos no conocen de distancias, rompen murallas y salvan.
Mujeres de alma bonita, llevan cicatrices en el pecho y en sus lunares los besos de aquellos amores, que hoy, son pasado.
Aman soñar y sonríen aunque les vaya mal, aunque tengan miedo nadan, muchas veces en contra de la corriente para conseguir lo que se merecen.
Ellas llevan recuerdos con a sabor a café y van dejando el alma en un verso, abrazan a el tiempo convirtiendo instantes en eternidad y a veces se transforman en estrellas fugaces, albergando esperanza para los que aún creen en la magia.
Mujeres de alma bonita, intensas, indescifrables, apasionadas. Se posan en los labios con la delicadeza de un colibrí, arden, se reconstruyen, resurgen de sus cenizas y queman.
