No te hagas daño

No comas mal; aliméntate saludablemente. Consume frutas frescas, verduras, semillas, jugos naturales, agua mineral y cereales integrales. Suelta la harina blanca, la carne y el azúcar, ya te diste demasiados gustos. Suficiente daño ya le has hecho a tu sagrado cuerpo.

No pienses en negativo; no contamines tu sagrada conciencia con pensamientos tóxicos, con recuerdos del pasado que ya murió o anticipando un futuro que no existe. Cada pensamiento negativo intoxica tus células y afecta tu sistema nervioso, generando emociones dañinas y por consecuencia una realidad de baja frecuencia.

Haz ejercicio físico diariamente y algo de yoga o estiramiento. Esto activa tu energía, te devuelve tu paz y elimina la fatiga y el cansancio. Mejora tu salud, previene numerosas enfermedades y prepara tu cuerpo para la meditación.

No discutas con nadie. En donde no haya amor o no te respeten simplemente márchate, pero no te involucres en discusiones para tener la razón y mucho menos te esfuerces para que el otro cambie o vea su error. Si no ve, no ve. Suéltalo ya. Madurará cuando sea su momento.

No pases horas, días, semanas y meses mirando películas, televisión o navegando por Internet. La tecnología es la droga de los tiempos modernos. Esto te distrae de tu propósito y esclaviza tu atención hacia el exterior, que debe estar enfocada siempre en tu corazón y en tu vibración interior si en verdad quieres encontrar la paz del espíritu.

No continúes con tu pareja si ya se perdió la magia; si él o ella no pueden ver tu grandeza y tu ángel. Quizás hay cariño y respeto, pero eso no es estar enamorado. No pierdas tu vida al lado de alguien que ya cumplió su misión contigo.

No postergues tus sueños. Muévete y confía. Recuerda estás dos palabras mágicas: muévete y confía. Ambas son imprescindibles para alcanzar el éxito. Si no te mueves nada sucederá.


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