Agradece

Resuélvelo todo desde la gratitud. La vida no conspira para hacerte daño, conspira para tu aprendizaje, evolución y crecimiento.

Dejar de culpar para empezar a agradecer es la clave. Si alguien te hirió, te hizo más fuerte; si alguien te dejó, te dio el regalo de acercarte a ti mismo; si alguien encontró tus lágrimas, te ayudó a saberte vulnerable, como lo somos todos.

La vida nos enseña a ver al otro tal y como es, a relacionarnos desde el perdón y no desde la condena, desde la libertad y no desde el control. Ver al otro, significa comprender amorosamente sus heridas, sus miedos y sus desaciertos, que resultan siendo la base de nuestro aprendizaje.

Los "otros", sean padres, hermanos, amigos, parejas, compañeros de trabajo, son obsequios y maestros. Son espejos de lo que tenemos irresuelto. Algunos nos enseñan desde el amor, otros desde el dolor, algunos encuentran en nosotros las fortalezas, otros hacen evidentes las debilidades, pero todos sanan.

Agradecer lo vivido en cada relación, es llevar luz a ellas, es sanar el dolor. Es dejar de sentirnos víctimas eternas. No somos víctimas ni victimarios, somos maestros y alumnos mutuos. Cuando comprendemos que quien nos daña nos enseña, sólo queda el agradecimiento, entonces no hay debilidad alguna en perdonar y en seguir amando. Entonces el orgullo queda sobrando. Entonces no hay miedo hay apertura para vivir las experiencias.

Querido amigo, quien te hirió con sus palabras sólo hablaba de sí mismo. Quien te agotó con su egoísmo, solo hacía evidente su carencia de amor propio; quien te dañó desde su acción, sólo actuaba desde su miedo y te enseñaba.

Agradece la mano que estrechaste, el abrazo que diste, las hermosas palabras que un día escribiste y los que jamás te ahorraste.


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