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No tienen la culpa

Tus niños no tienen la culpa del mal día que tuviste.

Tus niños no tienen la culpa de los problemas con tu pareja.

Tus niños no tienen la culpa de tus frustraciones, ni los malos ratos en tu trabajo.

Tus niños no tienen la culpa de tu impaciencia y mal humor. No tienen la culpa de tu día a día a prisas, de tus gritos y tu falta de calma.

Tus hijos no tienen la culpa de las heridas de tu infancia, de tus penas, de tus miedos. De tu corazón roto.

Ellos llegaron para sanar, para enseñarte a amar de una manera que no imaginaste jamás.

Tus niños te necesitan, pero entero y con fuerzas, con energía para jugar, con dedicación, para que los escuches mirándolo a los ojos.

Te necesitan firme en tus decisiones.

Necesitan tu calma para que tú le calmes en esos momentos de rabietas o cuando la están pasando mal.

Necesitan tu amor, pero también que le pongas límites.

Si tienes un mal día, ellos sabrán hacerte reír.

Si tienes un mal día, ellos sabrán decirte: " Vamos mamá, mira mi dibujo, lo hice para ti"

Tus niños llegaron para darle un significado a tu vida que tal vez antes no tenía.

Para enseñarte a ser fuerte y resiliente.

Para enseñarte a luchar y salir adelante todos los días.

Tus niños te aman con todo y tus defectos y siempre te sacaran una sonrisa.

Tus niños son tu fuerza y aliciente para salir adelante.

Seamos padres presentes, cariñosos, ocupados y preocupados con y para nuestros hijos.

Es el trabajo más importante, el que deja huellas: Formar personas, personas de bien.

En ellos quedará el amor que pusimos en este camino durante su infancia. Eso es lo único, lo que más queda.

No rompamos su magia y su inocencia

No lastimemos su dulzura y fortaleza.

Abriguemos su corazoncito y llenémoslo de sueños.


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