El despertar
Sólo quiero la luz:
estar atento
a cada amanecer, vivir
despacio frente a la claridad
que nos deja un destello
inequívoco y frágil.
Beber el fruto
de las cosas primeras,
sólo el fruto.
Despertar y
como un recién nacido
imaginar la vida
estrenada y distinta.
Solo así, con el pecho
transparente y desnudo
del cristal, con
el caudal de un río
derramado
en los brazos del tiempo.