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Como una sola flor desesperada

Lo quiero con la sangre, con el hueso,

con el ojo que mira y el aliento,

con la frente que inclina el pensamiento,

con este corazón caliente y preso,

 

y con el sueño fatalmente obseso

de este amor que me copa el sentimiento,

desde la breve risa hasta el lamento,

desde la herida bruja hasta su beso.

 

Mi vida es de tu vida tributaria,

ya te parezca tumulto, o solitaria,

como una sola flor desesperada.

 

Depende de él como del leño duro

la orquídea, o cual la hiedra sobre el muro,

que solo en él respira levantada.

 

19 El remordimiento, de Jorge Luis Borges

 

He cometido el peor de los pecados

que un hombre puede cometer. No he sido

feliz. Que los glaciares del olvido

me arrastren y me pierdan, despiadados.

 

Mis padres me engendraron para el juego

arriesgado y hermoso de la vida,

para la tierra, el agua, el aire, el fuego.

Los defraudé. No fui feliz. Cumplida

 

no fue su joven voluntad. Mi mente

se aplicó a las simétricas porfías

del arte, que entreteje naderías.

 

Me legaron valor. No fui valiente.

No me abandona. Siempre está a mi lado

La sombra de haber sido un desdichado.


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