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Pedazos de realidad

Miro, te miro, me miro, pero no me veo. Me imitas, te imito, me imito, pero no sé quién ha empezado. Desde ese mundo paralelo desde el que me observas te envidio, porque me ha tocado ser la versión mala de mí mismo, porque tu realidad es más perfecta, más coherente y más feliz que la mía. Yo no elegí, pero tuve libertad.

No me mires así que sé lo que piensas, veo que en tu lado la vida material es igual que la mía, pero en tu interior hay algo que brilla y que no puedo descubrir en mí. Veo que mi reflejo muestra una sonrisa cuando yo estoy serio. Te intuyo triunfador, seguro de ti mismo, un hombre de éxito, hecho a sí mismo, una persona íntegra que sabe desear a lo que aspira.

En cambio, yo me debato entre la acción y la pasión, entre una vida mediocre y otra aburrida, las metas se alejan mientras permanezco sentado mirando al suelo. Todo pende de una palabra, la única palabra que dejé olvidada muy lejos de aquí, en un viaje fugaz que ahora dudo que fuera real. Pero tengo tan presentes aquellos momentos, aquellas sensaciones que todavía me atrevo a pensar que podré ser igual que tú, mi querido antagonista del cristal.

Sólo necesito una cuerda a la que aferrarme, tan sólo un hilo que cuelgue del cielo y me haga levantar la cabeza hacia donde pueda verte, porque te sigo teniendo presente cada día de mi vida, porque sigo pensando que en algún momento una mano providente me conducirá hacia ti.

Entonces romperé este cristal que nos divide, que nos jerarquiza y nos juzga. Abriré los ojos sin necesidad de mirar atrás para saber lo que fui y lo que podría haber sido y sin límites seré el que tú soñaste, el que tú buscaste, el que soy.

Hoy mi canción es: “Diving in the deep end” Natalie Imbruglia


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