¿Evo en la cárcel?

La disputa interna en el Movimiento Al Socialismo (MAS) llegó a una situación en ixtremis a tal punto que hoy existe una imputación formal contra el ex presidente boliviano, Evo Morales. No quepa duda, esta orden del Ministerio Público es consecuencia de las trifulcas en la estructura partidaria oficialista. Más allá de algunas consideraciones moralistas o jurídicas sobre este asunto, se hace necesario dilucidar políticamente este hecho.

Obviamente, la competencia intestina en el MAS generó ofuscación en el razonamiento de las acciones de los actores en pugna. Quizás, los actores involucrados en esta refriega gobernados por la lógica amigo/enemigo no repararan en sus jugadas y las implicancias que traen las mismas no solamente para la imagen de ellos mismos, sino, sobre todo, para la imagen del proceso de cambio. Insistimos, más allá de consideraciones moralistas y jurídicas que deberían zanjarse en esos terrenos, las consecuencias políticas de la aprehensión del ex presidente podría tener consecuencias imprevisibles y, aún peligrosas.

Como se puede advertir, la detención de personajes conocidos, más aún con perfil político, siempre es un riesgo para aquellos que motivan los mismos. Uno de esos efectos es que el recluso busca victimizarse arguyendo que su detención es parte de una conjura política y, a través de esta vía, busca sensibilizar a sus simpatizantes y al conjunto de la población que puede derivar en acciones colectivas en defensa del “preso político” o una cruzada a nivel internacional para denunciar este atropello en contra del “líder del pueblo”.

Hoy la imputación en contra el ex presidente boliviano se ha convertido en otro capítulo más de la refriega interna del MAS. Por un lado, el ex presidente se atrincheró en Lauca Ñ rodeado de anillos de seguridad conformado por su base política: los productores de hoja de coca que, además, a través de sus dirigentes manifestaron que cuadriplicaron la seguridad de Morales para evitar su detención. Por su parte, el Ministro de Gobierno, a sabiendas de los riesgos que entraña el operativo de detención del ex mandatario, en declaraciones públicas dijo que es un desafío para la policía el operativo de detención de Morales y en ese sentido, se debe “manejarse de manera milimétrica” para no poner en peligro la vida y la integridad de las personas involucradas en el operativo.

Las declaraciones del dignatario del Estado son graves porque pone en manifiesto a que extremo llegó la disputa interna en el MAS. Si el operativo entraña riesgos, eso implica, además, la seguridad y la vida del ex mandatario también corren peligro. Esta consideración va más allá de la culpabilidad jurídica por los delitos que le acusa a Morales o por su responsabilidad política en el fraccionamiento del partido oficialista. Es una muestra inequívoca que el fragor de la lucha interna en el MAS alcanzó niveles incomprensibles a la propia lógica racional.

Quizás, esa lógica de derribar al otro es automáticamente una ganancia para el otro es un razonamiento equivocado. La pérdida es para ambos y un indicador son las encuestas que ubican a los actores internos del MAS en los peldaños más bajos de las expectativas electorales. De hecho, no aparecen en los primeros lugares –solo en la encuesta del empresario Marcelo Claure que inclusive tiene fallas metodológicas– dando cuenta de los efectos funestos de esta pelea interna en el partido que en el siglo XXI se erigió en el partido más importante del espectro político boliviano. O sea: la imputación formal contra Evo Morales se erige en una metáfora de la degradación de las disputas internas en el MAS.


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