¿Día de la independencia?

6 de agosto de 1825: Bolivia nace. Es libre e independiente. Su batalla por la independencia rindió sus frutos y ahora podía ser dueña de su destino y dejar atrás al yugo español, así como al sistema dependiente de los virreinatos del Perú y de La Plata.

196 años después somos libres y tomamos nuestras propias decisiones. Hemos construido un país que mantiene su ideal independentista y creemos que somos eso. Libres e independientes.

¿Lo somos? ¿O más bien hoy somos presos y esclavos de otros tiranos y delincuentes confesos?

Hoy los esclavistas que nos aprisionan tienen distintos títulos. Unos son los dueños de los autos chutos que quieren que se legalicen los vehículos que compraron ilegalmente. Otros son los “interculturales” que a título de “colonizar” más tierras avasallan reservas naturales, y propiedades privadas para posteriormente convertirlas en urbanizaciones.

Están los ejecutivos del gobierno central que emiten decretos gubernamentales autorizando la quema controlada de bosques y reservas naturales, transformando a esas tierras vírgenes en parcelas para cultivar coca, que no servirá para consumo “originario”, sino como materia prima para la cocaína.

A ellos se suman los transportistas que contaminan conduciendo sus chatarras ambulantes, que encima de todo funcionan con gasolina o diésel subsidiados por el Estado.

Todos ellos son los hijos bastardos de la perversión económica erigida en estos últimos quince años de una supuesta “Bolivia independiente”.

La perversión se llama bolivianización de la moneda, una medida muy mal concebida que se aplicó como una vía para obtener soberanía monetaria. Sin embargo, la moneda boliviana se ha abaratado frente al dólar y somos pasto de las importaciones baratas, con una consecuente dependencia crónica de ellas, la mayoría ilegales, con lo que otro hijo bastardo se une a esta cáfila de delincuentes: el contrabando que se organizaron exigiendo el ingreso sin decomiso de su mercancía. A este sombrío panorama se une un resultado más: se ha exterminado al sector no tradicional exportador boliviano.

¿Entonces qué queda? Parece que hay que legalizar todo lo ilegal, y a los legales hay que exprimirlos hasta que se vayan del país o se vuelvan ilegales.

Lastimosamente eso es Bolivia hoy y por muchos años más. En Bolivia, la instauración plena de la independencia económica es todavía una tarea de futuro. Así que hablar y festejar el día de la independencia, este 6 de agosto, no sólo será un despropósito, sino una hipocresía y una solapada manera de abandonar los ideales que guiaron a Bolívar y Sucre para encaminar a este país al terrorífico camino de la delincuencia, el entreguismo y el prebendalismo.

*La autora es periodista


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