Vacunas y economía

Sin vacunas no habrá reactivación. En los próximos meses y, seguramente, en los próximos años, la mejor política económica será la de asegurar un efectivo programa de vacunación, que combine cobertura, rapidez e inmunización periódica frente a las nuevas cepas que irán apareciendo. Esta debe ser la máxima prioridad para asegurar la continuidad de las actividades económicas, resolviendo el dilema que enfrentamos el 2020 entre salud y economía. 

Como lo explicó la economista Amparo Ballivián, en una reciente conversación en el espacio digital que dirijo, ¨Lo que el ministro de economía debiera tener en su escritorio es un indicador que no es económico, un indicador de salud, cómo está progresando la vacunación…¨. Un año después de declarada la pandemia del COVID19 por la OMS, lo que el mundo ha aprendido es que sólo las vacunas permitirán que se pueda sostener la actividad económica y recuperar paulatinamente el movimiento económico previo a la aparición de este coronavirus. 

Sin embargo, las vacunas no son una solución mágica. Requieren alcanzar por lo menos a cubrir al 70% de la población para que se considere que se ha logrado la inmunidad colectiva. Chile es un ejemplo de ello, a pesar de que ha logrado uno de los niveles más altos de vacunación a escala internacional, se ha visto obligado a confinar nuevamente a la mayor parte de su población debido al relajamiento social de las medidas preventivas, pero también a que aún le faltaba vacunar a varios millones de personas de la población objetivo. 

Por otra parte, la aparición de nuevas cepas requerirá nuevas campañas de vacunación. La canciller alemana, Angela Merkel, ha alertado recientemente que alguna de estas nuevas variantes podría convertirse por sí mismas en nuevas pandemias. En el caso de algunas vacunas, como las de origen Chino, algunos estudios recientes indican que se necesitaría una tercera dosis para asegurar su efectividad, lo que demandará conseguir una cantidad mayor de la contratada para los países que nos estamos proveyendo de ellas. 

En Bolivia estamos mal, apenas nos acercamos al 3% de la población vacunada con la primera dosis, y los proveedores de Rusia y de China que firmaron contratos con el gobierno de Luis Arce, han incumplido los plazos comprometidos. En el caso de la vacuna rusa Sputnik V, por ejemplo, a más de 90 días de firmado el contrato sólo han llegado 20.000 dosis de las 5,2 millones comprometidas. 

La adquisición de las vacunas no debe ser definida por las afinidades ideológicas. Si bien, las vacunas de Rusia y de China que se están adquiriendo tienen niveles de efectividad certificados, no serán suficientes en el corto plazo. El gobierno boliviano debe asegurar la provisión de otras vacunas con altos niveles de efectividad certificados a nivel internacional como Pfizer, Moderna, Oxford/Astra Zeneca y Johnson & Johnson. Igualmente, no se debe descuidar las gestiones con otras vacunas en proceso de certificación tales como Butanvac, Curevac y Novavax.

También, es fundamental abrir la importación y comercialización de las vacunas al sector privado. Si bien, actualmente las grandes farmacéuticas están vendiendo vacunas sólo a gobiernos, en pocos meses esto cambiará y dado que la población en su conjunto requerirá periódicamente recibir nuevas vacunas, efectivas contra las nuevas cepas, está claro que el sistema estatal no tendrá la capacidad de atender esta demanda con la cobertura y la rapidez necesaria.

El gobierno del presidente Arce no debe politizar la campaña de vacunación, peor aún, utilizarla para promover la confrontación social. Es hora de actuar con responsabilidad, pragmatismo y eficiencia, reorientando los recursos públicos que sean necesarios para garantizar la pronta provisión de vacunas. De lo contrario, la crisis sanitaria se agravará y la economía sufrirá nuevas limitaciones que nos sumergirán en un círculo vicioso de enfermedad y pobreza.

* Ha sido presidente del Senado y ministro de Economía.


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