Los transgénicos en tiempos de Covid-19
Como una medida de reactivación económica en medio de la Emergencia Nacional por el Coronavirus (COVID-19), el Gobierno aprueba de forma sorpresiva el decreto Nº 4232, que autoriza de manera excepcional al Comité Nacional de Bioseguridad, establecer procedimientos abreviados para la evaluación del maíz, caña de azúcar, algodón, trigo y soya, genéticamente modificados en sus diferentes eventos, que deben ser aprobados en un plazo de 40 días. Esta medida encendió el debate acalorado de sectores que están a favor y en contra de los transgénicos, mostrándonos la alta complejidad política y sensibilidad social que tiene este tema.
Los representantes de sectores agroindustriales, salieron a la palestra a defender esta alternativa tecnológica, argumentando que el ingreso de estos nuevos materiales transgénicos, potenciaría el sector productivo del país, al viabilizar sistemas más eficientes de producción en especial para los pequeños y medianos productores, ya que se reducirían los costos de producción, se incrementaría los rendimientos, además que se aseguraría la provisión de alimentos en el país y se aumentaría los excedentes de exportación.
Es de lamentar que en estas argumentaciones, no se visualiza la terrible situación que atraviesan los sectores productivos, de pequeños y medianos productores de Santa Cruz y el resto del país, quienes se ven asfixiados por la saturación de los mercados con productos de contrabando, que generan una competencia desleal que va más allá del uso de materiales transgénicos, tampoco se habla de la carencia de elementos vitales para el aseguramiento de eficiencia en sus sistemas, como la disponibilidad de maquinaria, asistencia técnica, capital de operación y de inversión, acceso a crédito, entre otros elementos que no permiten el despegue de este grupo y por ello, pese a representar el 70% de las 113 mil unidades productivas en el departamento, solo manejan el 7% de la superficie cultivable.
Por ello, se debe establecer un diálogo sincero, realizar más investigaciones y generar debates técnicos que vayan más allá de defender o condenar este tipo de tecnología, urge una mirada integral de la realidad productiva variada y compleja que tiene el país y sobretodo Santa Cruz, entender que las necesidades que tiene un grupo no refleja el sentir que tiene la mayoria.
Es necesario, mostrar que los transgénicos benefician a ciertos sectores productivos más avanzados, que tienen las condiciones de soportar el manejo tecnológico que ellos exigen, y que son excluyentes para los sistemas de pequeños productores en las condiciones que trabajan actualmente, no será solo una semilla modificada que les asegure el éxito y la mejora de sus condiciones de vida, más al contrario podría ser un problema mayor para ellos. ¡Cuidado que el remedio sea peor que la enfermedad!
No se puede seguir creando cortinas de humo con el tema de los cultivos transgénicos, se debe establecer una agenda de desarrollo rural, potenciando a los sectores con mayor vulnerabilidad y generando tecnología alternativa y diferente también para ellos, ya que hay productos con potencial de mercado alto y que pueden generar competencia en mercados internos y externos.
Excelente que las políticas agropecuarias estén direccionadas a soltar la extrema dependencia que se tiene actualmente en semillas foráneas, maquinaria e insumos importados, y se generen sistemas diversificados, especializados y sostenibles. Solo así se podrá hablar de mejores días para la mayoría de los sectores productivos rurales del país.
* Docente de la carrera de Ing Agrícola-UAGRM. Investigadora en desarrollo rural